1 jun 2014

La banca y la doctrina: 'Too Big to Jail'. (Parte III de V)


El caso del banco británico HSBC constituye un ejemplo suplementario de la doctrina “demasiado grandes para ser encarcelados”. En 2014 el grupo mundial HSBC (Hong Kong Shanghái Banking Corporation), emplea a 260.000 personas, está presente en 75 países y declara 54 millones de clientes. En el transcurso del último decenio el HSBC ha colaborado con los cárteles de la droga de México y Colombia, responsables de (decenas de) miles de asesinatos con armas de fuego, en el blanqueo de dinero por un montante de 881 millones de dólares.

Las relaciones comerciales del banco británico con los cárteles de la droga han perdurado a pesar de decenas de notificaciones y de advertencias por parte de diferentes agencias gubernamentales de los Estados Unidos (entre ellas la OCC, Office of the Comptroller of the Currency - Oficina del Controlador de la Moneda). Los beneficios obtenidos han conducido al HSBC no solo a ignorar las advertencias sino, además, a abrir ventanillas especiales en sus locales de México, en los que los narcotraficantes podían depositar cajas llenas de dinero en efectivo para facilitar el proceso de blanqueo. A pesar de la actitud abiertamente provocadora del HSBC hacia la Ley, las consecuencias legales de su colaboración directa con organizaciones criminales fueron prácticamente nulas. En diciembre de 2012, HSBC tuvo que pagar una multa de 1,9 millardos de dólares -es decir, el equivalente a una semana de ingresos del banco- para dejar cerrado el asunto del blanqueo. Ni un solo dirigente o empleado ha sido puesto ante la justicia, aunque la colaboración con organizaciones terroristas o la participación en actividades ligadas al narcotráfico están condenadas con cinco años de prisión. Ser dirigente de un gran banco da carta blanca para facilitar, con total impunidad, el tráfico de drogas duras u otros crímenes.
El International Herald Tribune (IHT) ha realizado una investigación para conocer qué debates habían tenido lugar al respecto en el seno del Departamento de Justicia. Según las informaciones obtenidas por el periódico, varios fiscales querían que HSBC se declarara culpable y reconociera así que había violado la ley que le obligaba a informar a las autoridades sobre la existencia de transacciones superiores a 10.000 dólares identificadas como dudosas. Esto habría debido conllevar la retirada de su licencia bancaria y el fin de las actividades de HSBC en Estados Unidos. Tras varios meses de discusiones, una mayoría de los fiscales tomó otro camino y decidió que no había lugar a perseguir al banco por actividades criminales, pues era preciso evitar su cierre. Convenía incluso evitar ensuciar demasiado su imagen. A la multa menor de 1,9 millardos de dólares se le añade entonces una especie de período de prueba: si, entre 2013 y 2018 las autoridades tienen la prueba de que HSBC no ha puesto fin definitivamente a las prácticas que han provocado la sanción (no es una condena), el Departamento de Justicia podría contemplar reabrir el expediente. En definitiva, la medida puede ser resumida así: “Pequeño diablillo, danos una semana de tu paga y que no te pillemos de nuevo en cinco años”. Tenemos aquí un ejemplo evidente de la fórmula “demasiado grande para ser condenado”.
En julio de 2013, en una comisión senatorial que trataba el asunto del HSBC, Elizabeth Warren, una senadora demócrata del estado de Massachusetts, puso a prueba a David Cohen, representante del ministerio de finanzas, en el que ocupa el puesto de subsecretario responsable de la lucha contra el terrorismo y el espionaje financiero. Grosso modo le planteó lo siguiente: “El gobierno de los Estados Unidos se toma muy en serio el blanqueo de dinero (...). Es posible cerrar un banco que se ha visto implicado en el blanqueo de dinero, se puede prohibir a determinados individuos el ejercicio de una profesión o una actividad en las finanzas, y alguien puede ser enviado a la cárcel. Sin embargo, en diciembre de 2012 el HSBC confesó haber blanqueado 881 millones de dólares procedentes de los cárteles mexicanos y colombianos de la droga, y el banco ha admitido también haber violado las sanciones. HSBC no lo ha hecho solo una vez, sino de forma reiterada. HSBC ha pagado una multa pero ningún individuo ha sido expulsado de la profesión bancaria y no se ha oído hablar de un posible cierre de las actividades de HSBC en Estados Unidos. Querría que nos respondería a la siguiente pregunta: ¿cuantos millones de dólares debe blanquear un banco antes de que se considere la posibilidad de cerrarlo?”. El representante del Tesoro salió por la tangente afirmando que el expediente era demasiado complejo para emitir una opinión. La senadora prosiguió, declarando que cuando un pequeño vendedor de cocaína es atrapado se va a la cárcel para varios años, mientras que un banquero que blanquea centenares de millones de dólares de la droga puede volver tranquilamente a su casa sin temer nada de la Justicia.

Stephen Green, patrón de HSBC (2003-2010) convertido en ministro británico de comercio (2011-2013)

La biografía de Stephen Green constituye una ilustración viva de la relación simbiótica entre las finanzas y el gobierno. Incluso va aún más lejos, pues no contento con servir lo mejor posible a los intereses del gran capital, en tanto que banquero y luego ministro, es asimismo pastor de la Iglesia oficial anglicana. Ha escrito dos libros sobre ética y negocios, uno de ellos titulado ¿Servir a Dios? ¿Servir a Mammón?. El título del libro remite en particular al Nuevo Testamento: “Ningún hombre puede servir a dos dueños: pues siempre odiará a uno y amará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a Mammón”. Mammón representa la riqueza, la avaricia, la ganancia, el tesoro. Se encuentra esa palabra en arameo, en hebreo y en fenicio. A veces Mammón es asociado con Satanás. En cuanto a Stephen Green es honrado por las más altas autoridades universitarias y es manifiestamente intocable.
Pasemos revista a algunos elementos de su biografía. Comienza su carrera en el Ministerio británico para el Desarrollo de Ultramar, pero pasa al sector privado y trabaja para la consultora internacional McKinsey. En 1982 es contratado por el HSBC, el principal banco británico, y ocupa allí rápidamente funciones de alta responsabilidad. Finalmente, en 2003, se convierte en director ejecutivo de HSBC y en 2006 accede a la presidencia del grupo permaneciendo en ella hasta 2010.
Las acusaciones planteadas por las autoridades estadounidenses en materia de blanqueo de 881 millones de dólares procedente de los cárteles de la droga, así como de otras organizaciones criminales se refieren al período 2003-2010. Según el informe de 334 páginas, hecho público por una comisión del Senado estadounidense en 2012, Stephen Green, ya en 2005 es informado por un empleado del banco de que se han puesto en marcha por el HSBC mecanismos para el blanqueo en México y que tienen lugar múltiples operaciones de legalidad dudosa. Siempre durante 2005, la agencia financiera Bloomberg, radicada en Nueva York, acusa a HSBC de blanquear dinero de la droga. Stephen Green responde que se trata de un ataque irresponsable y sin fundamento que pone afecta a la reputación de un gran banco internacional por encima de toda sospecha. En 2008, una agencia federal de los Estados Unidos comunica a Stephen Green que las autoridades mexicanas han descubierto la existencia de operaciones de blanqueo realizadas por HSBC México y una de sus filiales en un paraíso fiscal del Caribe (“Rama de las islas Caimán”). La agencia añade que esto puede implicar una responsabilidad penal para el HSBC. A partir de ese momento, las autoridades estadounidenses de control dirigen repetidas advertencias a la dirección del banco, a menudo bastante suaves teniendo en cuenta la gravedad de los hechos. Este último promete modificar su comportamiento pero, en realidad,las prácticas criminales prosiguen. Finalmente a las advertencias les sigue un requerimiento formal, en octubre de 2010 para cesar las prácticas delictivas. A finales de 2012, tras la presentación pública del informe de la comisión senatorial y de meses de debate entre diferentes agencias de seguridad de Estados Unidos se le impone a HSBC una multa de 1,9 millardos de dólares.
Stephen Green está bien situado como para saber lo que hacía el banco en México, en los paraísos fiscales, en Oriente Medio y en Estados Unidos pues, además de dirigir el conjunto del grupo HSBC, dirigió en el pasado HSBC Bermudas, (un paraíso fiscal), HSBC México, HSBC Oriente Medio. Ha sido igualmente presidente de HSBC Private Banking Holdings S.A. (Suiza) y de HSBC North America Holdings Inc.
Cuando el público se entera, durante el año 2012, de que el HSBC va a tener que pagar probablemente una fuerte multa en Estados Unidos por blanqueo de dinero procedente de los cárteles de la droga, Stephen Green no es ya el gran patrón de HSBC, sino ministro del gobierno conservador-liberal dirigido por el primer ministro David Cameron.
Pequeña vuelta atrás para constatar que el timing seguido por Stephen Green ha sido perfecto. Arte de altura. En febrero de 2010 publica el libro El justo valor: reflexiones sobre la moneda, la moralidad y un mundo incierto. La obra es presentada así al gran público: “¿Puede alguien ser a la vez una persona ética y un hombre de negocios eficaz? Stephen Green, a la vez pastor y presidente del HSBC, así lo piensa”. Evidentemente se advertirá que la “persona ética y el hombre de negocios eficaz” están identificados con el “pastor y presidente del HSBC”. La publicidad es muy afinada. En la misma época recibe el título de Doctor honoris causa concedido por la School of Oriental and African Studies (SOAS) de la Universidad de Londres.
En octubre de 2010, por segunda vez desde 2003, la justicia de Estados Unidos requiere a HSBC para que detenga sus actividades criminales. El público no está al corriente. Ha llegado el momento para Stephen Green de abandonar el navío. El 16 de noviembre de 2010, a petición de David Cameron es ennoblecido por la Reina de Inglaterra y se convierte en el “barón” Stephen Green de Hurstpierpoint del Condado de Sussex Occidental. Esto no se inventa. Para un hombre de negocios que ha permitido blanquear el dinero de los “barones” de la droga, es una hermosa promoción. Por ese motivo se convierte en miembro de la Cámara de los Lores el 22 de noviembre de 2010. Si alguien lee esto en una novela negra pensaría, sin duda, que el autor exagera.
En diciembre de 2010 dimite de la presidencia de HSBC y en febrero de 2011 se convierte en ministro de Comercio. Con tal motivo pone su saber hacer al servicio de la patronal británica con la que mantiene relaciones muy fructíferas y estrechas, dado que ocupa desde mayo de 2010 el puesto de vicepresidente de la Confederación de la Industria Británica. Juega también un papel importante en la promoción de Londres como sede de los Juegos Olímpicos en julio de 2012. Es el mes durante el cual una comisión del Senado de los Estados Unidos entrega su informe sobre el asunto HSBC. Stephen Green se niega a responder a preguntas de los miembros de la Cámara de los Lores sobre su implicación en este escándalo. Está protegido por el presidente del grupo de los Lores conservadores, que explica que un ministro no tiene por qué acudir a dar explicaciones ante el Parlamento por asuntos ajenos a su ministerio.
David Cameron afirmaba en 2013 que Lord Green había realizado un “soberbio trabajo” intensificando los esfuerzos del gobierno británico para reforzar las exportaciones, para hacer avanzar los tratados comerciales y, en particular el tratado transatlántico entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Lord Green ha trabajado mucho para aumentar las ventas de armamento británico en los mercados mundiales. Terminó su mandato de ministro en diciembre de 2013 para pasar a dedicar su precioso tiempo a dar conferencias (ciertamente muy bien pagadas), así como a recibir los favores que le prodigan múltiples autoridades académicas.
Ciertamente, su carrera no ha terminado. Su hipocresía no tiene límites. En marzo de 2009, mientras que el HSBC estaba totalmente implicado en el blanqueo del dinero procedente de organizaciones criminales, tiene la cara dura de declarar en una conferencia de prensa a propósito de las responsabilidades en la crisis comenzada en 2007-2008: “Estos acontecimientos nos llevan a la cuestión de la ética del sector financiero. Es como si, demasiado a menudo, los responsables no se preguntaran ya si su decisión es correcta y no se ocuparan más que de su legalidad y de su conformidad a los reglamentos. Es preciso que el sector reencuentre el sentido de lo que es éticamente correcto como motor de sus actividades. Es así como Stephen Green, canalla y tiburón por encima de las leyes, se dirige a unos sirvientes que se van a apresurar a repetir sus buenas palabras en la gran prensa.
Green y todos los que han organizado el blanqueo de dinero en el seno de HSBC deben responder de sus actos ante la justicia y ser condenados severamente con privación de libertad y obligación de realizar trabajos de utilidad pública. HSBC debería ser cerrado y la dirección despedida. Luego, el mastodonte HSBC debería ser dividido bajo control ciudadano en una serie de bancos públicos de talla media cuyas labores deberían ser estrictamente definidas y ejercidas en el marco de un estatuto de servicio público. Texto: Eric Toussaint. Ver: Parte 4

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