Tres procesos de intento de proclamación de República Catalana se dieron a lo largo de la Historia, a saber:
En el primer caso tenemos que situarnos dentro de las coordenadas del Antiguo Régimen, en un momento en el que Francia tendría una intervención decisiva en este asunto dentro de su enfrentamiento con España por la hegemonía europea. En el segundo caso, ya en tiempos contemporáneos, habría que acercarse a las complejas relaciones en el seno del republicanismo español, y al miedo a que el Ejército no apoyase el proyecto general republicano en España por su clara oposición al nacionalismo catalán. Por fin, el tercer caso se inscribe en el intenso conflicto político de la Revolución de Octubre de 1934, que en Cataluña adquirió un tinte distinto al de Asturias y el resto de España.
En el contexto de la revuelta de los catalanes de 1640 en el seno de la Monarquía Hispánica, Pau Claris presentó a la Junta General de Brazos el 16 de febrero de 1641 un proyecto que pretendía que el Principado pasara a ser un Estado independiente, pero bajo la protección del rey de Francia, en una suerte de República típica de la época moderna, gobernada por una oligarquía. El proyecto fue aceptado por los Brazos y por el Consell de Cent pero encontró un obstáculo insalvable. El representante del rey de Francia, Du Plessis-Besançon, no era partidario de este paso porque no convenía a los intereses de su señor, el cardenal de Richelieu. De hecho, se ordenó la retirada las tropas francesas que ayudaban en la defensa de Barcelona frente a las tropas del rey Felipe IV. El cardenal buscaba la integración total de Cataluña en Francia. Claris y las instituciones catalanas tuvieron que renunciar a su proyecto y aceptar las condiciones francesas de integración. Se proclamó a Luis XIII como conde de Barcelona.
La República Catalana de 1931 fue un episodio histórico breve pero muy intenso en el momento de la proclamación de la Segunda República en España. La República Catalana fue proclamada por Francesc Macià, ver foto, el 14 de abril de 1931 en Barcelona, como un Estado integrado en una Confederación de pueblos ibéricos. Pero el Gobierno provisional, recién formado en Madrid, se opuso en ese mismo día a esta proclamación. Macià terminó por ceder y el día 17 de abril retiró la República Catalana, aunque como contrapartida consiguió que se creara un poder autónomo en la Generalitat a la espera de que se elaborase y se aprobase el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
El tercer hito histórico se daría en los denominados Fets del Sis d’Octubre (Los hechos del Seis de Octubre) en 1934. En el contexto de la Revolución de Octubre de 1934, el presidente Lluís Companys proclamó el día 6 el Estado Catalán de la República Federal Española desde el Palacio de la Generalitat. Los acontecimientos se precipitaron porque la CEDA entró dos días antes en el gobierno de la República, fuerza que la izquierda y el nacionalismo catalán consideraban antirrepublicana y anticatalanista. Esta consideración venía enmarcada por el temor generado sobre la ocupación del poder por parte del nazismo y el auge de las soluciones autoritarias en el centro de Europa. El nacionalismo catalán interpretaba que Madrid podía frenar el autogobierno en plena confrontación a raíz de la Ley de Contratos de cultivo, aprobada en el Parlament y recurrida por el gobierno. Companys recibió importantes presiones del ala más radical de la Esquerra, sin olvidar la influencia que desde fuera podía ejercer la actitud del PSOE de plantear la huelga general, estallando la Revolución en Asturias. En el resto de España la conflictividad derivada de Octubre tuvo un marcado carácter obrero y social frente al caso de Barcelona, mucho más político y vinculado al nacionalismo por la abstención de la CNT. Curiosamente, el movimiento fuera de la capital catalana, es decir, en Girona, Lleida, Vilafranca del Penedès, Vilanova i la Geltrú, Granollers, etc.., sí tuvo, además del carácter político mencionado un mayor contenido social porque algunos elementos de la CNT llegaron a participar. Pero el movimiento obrero catalán, mayoritariamente anarcosindicalista, deseaba la revolución social no la política. Podía estar de acuerdo en combatir al gobierno de Madrid pero no iba a luchar a favor de la iniciativa política nacionalista catalana. La Revolución en Cataluña duró horas, mucho menos que en Asturias. El mismo día 6 la reacción del capitán general Batet fue decisiva para abortar el movimiento. Se negó a seguir las órdenes de Companys y reprimió sin contemplaciones los focos de resistencia en el CADCI, Ayuntamiento y Generalitat. Las consecuencias fueron la detención del Gobierno de la Generalitat, juzgado y condenado, la supresión del Estatut y de muchos Ayuntamientos. Texto: E. Montagut. Ver también: Regimen autocrático español
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