29 ene 2015

Terrorismo y Oriente Medio

Para explorar las causas del terrorismo de última generación, asociadas por geografía y forzadamente, con cierto fundamentalismo islámico, en el residual histórico del análisis tiende a omitirse la influencia del proyecto para reformar el medio oriente y una amplia zona adyacente.

Este proyecto adquiere cuerpo legal en el congreso de Estados Unidos a partir de las gestiones del senador republicano estadounidense Richard Lugar en 2004, para crear un gran fondo fiduciario y así lanzar el plan para formar un Gran Medio Oriente. Dijo Lugar en junio de 2004: “Se deben obtener las metas de reforma de los sistemas económicos, a la cual dichos estados se han resistido por décadas. Estas metas incluyen reformar el sistema económico, reducir el control del Estado de las economías, diversificar las industrias y reformar los mercados laborales… también se incluirán reformas políticas”. También consistía en la formación de una fuerza de control del terrorismo con la intervención de la OTAN. (Brookings.edu. marzo, 2004).
El proyecto coordinado desde el congreso de Estados Unidos, recibe un apoyo importante con el lanzamiento en abril de 2005, del Tercer Informe de Desarrollo Humano para el Mundo Árabe preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Esto ocurre a dos años de la ocupación militar en Irak lo que indica un proceso acelerado en una especie de “ahora o nunca” para reestructurar el medio oriente en un formato ampliado con democracias previsibles y proclives a formar alianza con el orden transatlántico. El informe del PNUD divulgado el 7 de abril del 2005 se centraba en las libertades políticas en las naciones árabes: “De acuerdo a los estándares del siglo XXI, los países árabes no han resuelto las aspiraciones de desarrollo del pueblo árabe, la seguridad y la liberación, a pesar de las diversidades entre un país y otro a este respecto…hay un consenso en que existen graves carencias en el mundo árabe, y que éstas se sitúan específicamente en la esfera política”. (PNUD. 2005)

Estas recomendaciones empalman con el esfuerzo de consolidar la unidad transatlántica. En un trabajo compilado por Ronald Asmus, (The Washington Quarterly. 2005), se indica la necesidad de una estrategia transatlántica para promover la democracia bajo el diseño de un Gran Medio Oriente. La invasión a Irak de 2003 fue el gran detonante y facilitador para implementar esta idea precedida por un ambicioso plan de Naciones Unidas elaborado en 2002, y que contemplaba democratizar los regímenes políticos autoritarios, incluyendo el cambio de régimen. Con el advenimiento de un grupo expandido de ideólogos neoconservadores durante la administración de George W. Bush, que se apodera virtualmente de la política exterior de Estados Unidos, los componentes básicos de este proyecto menos radical en cuanto a la acción unilateral, se transforman en vías rápidas de generar condiciones para el intervencionismo, eufemísticamente desestabilizar para intervenir. En el corazón del pensamiento neoconservador, la ONU no sirve para la transformación de países en clave de mundo desregulado y menos atado a la burocracia estatal que es la esencia del funcionamiento de la ONU.
La idea de democratizar “a la occidental” el mapa político del Medio Oriente y el Norte de África, proviene de los imperativos del sistema financiero mundial. El objetivo es transferir los valores del estado liberal a los países árabes e incorporar a una gran zona de recursos, principalmente los energéticos (más del 60% de las reservas petroleras del mundo) y humanos, que entregarían nuevo vigor a la economía global en crisis, pero no solucionarían los problemas políticos del estado liberal que bajo la globalización han aumentado, por la creciente desigualdad y concentración de poder en ciertas regiones. Es así que la incorporación de nuevos capitales y mercados con democracias “a la occidental”, deberían funcionar como dos tenazas en pos de la supremacía global en un capitalismo comandado bajo la doctrina neoconservadora y en clave de gobernabilidad totalitaria.
Pero la estrategia a través del control político ideológico del mundo árabe e islámico promoviendo democracias “a la occidental” falló y por tanto había que directamente intervenir con medidas de más coerción acudiendo a la violencia política y social. El neoconservadurismo que se maneja desde los cuarteles centrales del gran capital internacional y de sus delegados en los países, no ha encontrado un campo más fértil de reclutamiento que el que ofrecen las zonas más pobres y desafectadas del mundo islámico, incluyendo a los países de Europa Occidental con población islámica marginalizada, para generar una industria del terrorismo en función de provocar pánico político y social en determinados países.
Aunque el término “industria del terrorismo” suene extravagante, es lo que es. En notas anteriores para ARGENPRESS, analizando la crisis internacional en torno a la guerra que libra Siria contra el terrorismo desde 2011, me he referido a esa industria no estatal, (aunque recibe fondos estatales de varias naciones), que ha utilizado a Siria como una probeta de ensayo. Esta intervención se sitúa en el tipo de intervencionismo unilateral que se ubica al centro de la doctrina en política exterior del partido republicano y que ha sido capaz de insertarlo en la política exterior de Estados Unidos como parte de su estrategia por la supremacía global.
Ese tipo de intervencionismo unilateral ha sido utilizado en la operación “Contras”, en Nicaragua, para desestabilizar el gobierno Sandinista en la década de 1980, y que estuvo ligado a al affaire Irán-Contras durante la guerra de Irán con Irak, en plena presidencia de Ronald Reagan un mentor del neoconservadurismo.
La historia es muy conocida. Estados Unidos le vendió secretamente armas a Irán violando las propias normas del bloqueo a Irán. Los ingresos por esa venta incrementaría los fondos de la guerrilla anti gobierno sandinista llamada Contras, pese a existir una expresa disposición del congreso de suspender el apoyo financiero a los Contras, debido a una fuerte presión internacional.
Este tipo de intervención unilateral y violando todas las normas del derecho internacional y la Carta de Naciones Unidas, tuvo otra expresión distintiva en la actividad terrorista que el régimen del Apartheid introdujo en los movimientos políticos para desestabilizar a los gobiernos no alineados con la Alianza Transatlántica en Mozambique y Angola, en la década de 1980. Estas intervenciones también operaron bajo el rótulo de guerras o guerras civiles. Esas guerras, a otra escala, en un contexto histórico diferente, con otras variables en juego y con la Unión Soviética como factor de contención, también fueron escenario de los desmanes, las decapitaciones y otras aberraciones que se practican hoy bajo la fachada del EIL o DAESH en Siria e Irak.
La diferencia de estas intervenciones con las anteriores consiste no tanto en los niveles del daño a la población, sino en la escasa información al público de las atrocidades porque la industria mediática en Estados Unidos y Europa Occidental principalmente, no había anticipado el inmenso lucro que se podría obtener con la exposición de la barbarie. También existía en esa misma industria mediática, cierto decoro en mantener alguna equidistancia respecto a favorecer uno u otro bando.
Hoy, ese escenario mediático ha cambiado radicalmente. Los medios de mayor alcance en occidente toman partido y el caso más patente ha sido el apoyo abierto de muchos de esos medios, al plan de derrocar al gobierno en Siria. Buenos ejemplos han sido CNN, Al Jazeera, Le Monde, El País de España, y The New York Times, hasta cierto punto. The New Yorker que hasta los reportajes de Seymour Hersh, (hoy, desaparecido de sus páginas) mantenía una postura para un análisis más abierto, bajo la dirección de David Remnick se ha transformado en una publicación deformadora de la verdad de lo que sucede en Siria, con el uso de reporteros propios de la revista y locales, que entregan una visión parcial dirigida a mantener el clima de derrocamiento de un gobierno.
Todo esto ocurre por el predominio de idea neoconservadora en política internacional que se administra desde Estados Unidos pero que atraviesa fronteras y latitudes. La idea central en el neoconservadurismo es re-posicionar a EEUU como la mayor potencia política y militar. La segunda consiste en profundizar a escala mundial los ejes del ajuste económico estructural de la década de 1980: privatizar, desregular, abrir zonas de libre mercado, desestatizar la gestión económica y social. La idea es un mundo convertido en un “Tea Party” para todos, con la refundación del estado liberal desde las bases neoconservadoras.
La palabra fascista asusta, neoconservadurismo no. La empresa privada y el libre mercado desregulado, aunque maltraten a los trabajadores y se relacionen con ellos en todos los estamentos en un sistema cercano a la esclavitud, expresamente no es asociada con el fascismo. De allí que el neoconservadurismo aparezca como una vuelta de tuerca a la sofisticación del fascismo en la actualidad.
La industria terrorista que asola a Siria e Irak bajo la fachada del islamismo fundamentalista, la que ha golpeado a Francia con el último atentado, forma parte del mismo proyecto de formar el gran medio oriente, que fracasó con la idea democratizadora. Ahora se trata de desestabilizar directamente, de generar más tensión y nuevas crisis para justificar intervenciones invasivas. Los errores de ese tipo de intervenciones en Afganistán, Irak y ahora que se contienen en Siria, se pagan caro a todos los niveles, incluyendo una revista satírica. La industria terrorista que opera en la actualidad, es una invención neoconservadora que se fue formando a medida que el proyecto de formar el gran medio oriente no prosperaba. Texto: J. F. Coloane. Ver: 'OTAN y terrorismo'.

28 ene 2015

Charlie Hebdo: Terrorismo y enemigo exterior

El mayor peligro que amenaza Occidente se encuentra en Occidente mismo: bastaría con recordar que si la democracia, la lucha por las libertades individuales y por los Derechos Humanos son bien occidentales, no menos occidentales son la censura, la persecución, la tortura, los campos de concentración, la caza de brujas, la colonización por la fuerza de las armas o del capital, el racismo, etc.

Como bien enseña la historia, dos enemigos que se combaten ciega y obsesivamente uno a otro tarde o temprano terminan por parecerse. Más o menos eso fue lo que ocurrió durante la llamada Reconquista en España. Solo que por entonces la tolerancia política y religiosa era bastante más abundante en la España islámica que en la católica. La idea y la práctica de que judíos, cristianos y musulmanes pudieron vivir y trabajar juntos por mucho tiempo resultaron inaceptables para la nueva tradición que siguió a los reyes católicos. Luego de la expulsión de moros y judíos en 1492 siguieron sucesivas limpiezas étnicas, lingüísticas, religiosas e ideológicas.

Volviendo al presente vemos que una reciente encuesta muestra que el 62 por ciento de los alemanes no musulmanes considera que el Islam es incompatible con el “Mundo occidental”, lo que demuestra que la ignorancia no es incompatible con Occidente tampoco. No hace un siglo una amplia mayoría pensaba lo mismo de los judíos en Alemania y en Estados Unidos se temía por el peligro inminente de una invasión de católicos fanáticos cruzando el Atlántico hacia la tierra de la libertad. La encuesta es publicada por el Wall Street Journal bajo un titular que dice: “Alemania se replantea el lugar del Islam en su sociedad”. Titulares semejantes abundan por estos días. Es como si por la existencia del Ku Klux Klan un diario publicara en primera plana: “Estados Unidos se replantea el lugar del cristianismo en su sociedad”. Es este tipo de ignorancia que pone en verdadero riesgo a (lo mejor de) Occidente, eso mismo por lo cual ahora los líderes del mundo se rasgan las vestiduras (y aprovechan, una vez más, otra perfecta oportunidad para sacarse fotos desfilando frente a las masas): la libertad de expresión en todas sus formas y la tolerancia a la diversidad.

Si fuésemos a medir objetivamente el peligro de actos barbáricos como los recientes en Paris, en términos matemáticos, claramente podríamos ver que las posibilidades de cualquier ciudadano de morir en un acto semejante son infinitesimales en comparación al real peligro de que alguien nos pegue un tiro porque le gusta nuestro auto o porque no le gusta como vestimos o nos expresamos. Las masacres diarias que en países como Estados Unidos o Brasil ocurren cada día son tomadas de forma tan natural que cada mañana en los informativos siguen al pronóstico meteorológico. Así como llueve o sale el sol, cada día unos tipos le pegan unos cuantos tiros a unos cuantos otros. Pero eso no es noticia ni escandaliza a nadie. Primero porque estamos acostumbrados; segundo porque los grupos en el poder social no pueden capitalizar demasiado ese tipo de violencia. Por el contrario, es un secreto negocio.
Ahora, si alguien mata a cinco o nueve personas y lo hace envuelto en la bandera del enemigo, entonces toda una nación y toda la civilización están en peligro. Porque para el poder no hay nada mejor que sus propios enemigos.

Claro, se podría argumentar que se trata de un problema de valores. Pero también aquí hay un grosero error de juicio. La repetida idea de que el Islam promueve la violencia, por lo cual es necesario limitar, sino excluir a sus seguidores, soslaya el hecho de esa religión tiene más de mil millones de seguidores y una infinitésima parte de ellos cometan actos barbáricos, incluidos los fanáticos del Estados Islámico. Por otra parte, leyes religiosas como la que manda ejecutar a pedradas a una mujer infiel no están en el Corán sino en la Biblia; en ciertos pasajes, la Biblia tolera y hasta recomienda la esclavitud y la sumisión y también el silencio de las mujeres. ¿Alguien acusaría al cristianismo de ser una religión racista, machista y violenta? Otra vez: no es la religión; es la cultura.
Pero la narrativa de la realidad es más poderosa que la realidad. Aquellos que identifican al Islam con la violencia no solo lo hacen por intereses tribales, por prejuicios raciales o culturales; también lo hacen porque desconocen o prefieren no recordar que las cruzadas que durante siglos arrasaron pueblos enteros en su camino de Europa a Jerusalén, es decir desde el mundo bárbaro hacia el centro civilizado de la época, no eran musulmanes sino cristianos, tan cristianos como cualquiera; que los inquisidores que torturaron y quemaron vivos a decenas de miles de personas durante siglos por el solo hecho de no observar el dogma, eran cristianos, no musulmanes; que las más recientes hordas del Ku Ku Klan son cristianos, no musulmanes; que Francisco Franco, Hitler y casi todos los sangrientos dictadores que en América Latina secuestraron, torturaron, violaron y mataron inocentes o culpables de disidencia solían concurrir a misa mientras la jerarquía eclesiástica de la época bendecía sus armas y sus acciones.
Pero seríamos intelectualmente bárbaros si basados en semejante pasado y presente terminásemos juzgado que el cristianismo es una religión violenta (así, en singular), una potencial amenaza para la civilización.
Los actuales actos de terrorismo islamista no son solo la consecuencia de un largo desarrollo histórico. Obviamente, deben ser condenados, perseguidos y sujetos de todo el peso de nuestras leyes. Pero seríamos mortalmente ingenuos si creyésemos que nuestra civilización está en peligro por ellos. Si está en peligro, es por nuestras propias deficiencias, que incluyen a los oportunistas reaccionarios que esperan las acciones del enemigo para expandir su control ideológico, político y moral sobre el resto de sus propias sociedades.
Para esa gente de nada importa que el policía asesinado por defender a Charlie Hebdo fuese un musulmán ni que también lo fuera el empleado de la tienda Cosher que salvó a siete judíos escondiéndolos en el refrigerador del comercio. Lo que importa es limpiar sus países de “los otros”, de los “recién llegados”, como si los países tuviesen dueños.
El terrorismo no se justifica con nada, pero se explica con todo. Mirar a la historia, a más de un siglo de intervencionismos y agresiones occidentales en Medio Oriente no es un detalle; es un deber. Por dos razones: primero porque forma parte fundamental para entender el presente; segundo porque el pasado diverso demuestra, sin duda, que la violencia no es propiedad de ninguna religión sino de determinadas culturas en determinados momentos bajo determinadas condiciones políticas y sociales. Texto: Jorge Majfud. Recomendado: Política internacional

27 ene 2015

La Bañera de Ulises. Sobre Héroes y Sueños

Desde el aire el Egeo parece un cántaro de agua que hubiera estallado en mil pedazos y cada uno hubiera devenido en isla. Una isla es un punto de conciencia en el mar. Quizá por eso, Grecia es la madre de todas las conciencias. Cuando Ulises ve allá abajo, ya en el Jónico, el contorno retorcido de su tierra, la saluda con la mano desde el ojo de buey. Syriza ha ganado en Ítaca con el 38 por ciento, diez puntos más que su adversario. Y la tercera fuerza no han sido los fascistas, como en el resto del país, sino los comunistas del KKE. Bien, descendientes de Thelemakos, se dice Ulises, manteneos fieros y fuertes como cuando nos enfrentamos a los odiados pretendientes. Se aleja Grecia por la arista del ala. Atrás quedan cuatro días que conmovieron a Europa. Sólo dos ejemplos, uno de cada dos macedonios y uno de cada dos cretenses han votado a Alexis Tsipras. Tsipras, Alejandro Magno y Teseo se funden con sus energías respectivas en el sueño del héroe.

Pero ahora sería necesario el concurso de un semidios como Herakles, tripulante de la nave Argos, para enfrentar los trabajos que quedan. Porque los griegos han aprobado en estas elecciones:
Suspender los pagos de la deuda hasta que no vuelvan el crecimiento y el empleo. Nacionalizar los bancos, los ferrocarriles, los aeropuertos, correos, los hospitales y el agua. Subir el impuesto de la renta al 75 por ciento para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales. Un impuesto especial para las transacciones financieras. Subir el salario mínimo hasta el nivel previo a los recortes. Cambiar la ley electoral por una verdaderamente proporcional. Abolir los privilegios de la Iglesia. Utilizar los edificios del Gobierno, la Banca y la Iglesia para alojar a las personas sin hogar. Comedores gratuitos en los colegios para alimentar a los niños. Disolver las fuerzas antidisturbios. Retirar las fuerzas griegas de Afganistán y los Balcanes. Romper los acuerdos militares con Israel. Cerrar todas las bases extranjeras en Grecia y salir de la OTAN.
Y no hay mucho tiempo. Syriza quiere emitir cuanto antes bonos del tesoro pues en marzo vence un nuevo plazo de la deuda y hay riesgo de agotar la liquidez. El Banco Central Europeo no permitirá esta emisión si antes no hay un compromiso de continuar los pagos. Pero Tsipras, que hoy presenta a su gobierno, piensa en una quita inmediata. Algunos analistas no la bajan del 50 por ciento para que sea efectiva. ¿Permitirán los acreedores, los nuevos pretendientes de Penélope, cobrar el 50 por ciento de algo o pujarán por el cien por cien de nada?

 El Banco Central Europeo no permitirá esta emisión si antes no hay un compromiso de continuar los pagos
To Potami (El río), partido de centro neoliberal, es oligarquía pro Bruselas; Pasok, casta en decadencia; KKE quiere salirse del euro; con los fascistas, ni hablar. Sólo quedaba Griegos Independientes, un partido de centro nacionalista, con quienes habrá problemas en Inmigración pero al menos apoyos inquebrantables en la negociación de la deuda con Bruselas. Alexis Tsipras no ha tenido más remedio que pactar con ellos a falta de los dos escaños para la mayoría absoluta. En los chats de España ya se habla de viraje de Syriza hacia la derecha, pero es que en España hay gente muy lista que lo sabe todo.
Es el momento de apoyar Grecia, de no abandonarla, se dice Ulises. Es el momento de ser fiel a la patria y defenderla. Y es el momento de recabar apoyos morales y políticos de otros países ribereños en parecida situación.
A 27.000 pies de altura, Ulises sueña su sueño. Un Mediterráneo en paz, sin fanatismos ni claudicaciones. Una playa limpia y amada. Un espacio en el que sea cual sea el punto en el que te sumerges, siempre te sientes como en casa. Una bañera para reposar y ver prosperar a los hijos sin hacer daño al vecino. Un lecho de jazmines, vino y poesía. No hay otro lugar parecido en todo el mundo. Y sabiéndose despierto, Ulises se duerme. Texto: Emilio Garrido

Mafias

Plutocracia significa el gobierno de los ricos para los ricos. Del griego ploutos 'riqueza' y kratos 'poder') es una síntesis crítica que se hace a la democracia, al sufragio universal y al parlamentarismo, pudiendo enunciarse como un sistema de gobierno en el que el poder lo ostentan quienes poseen las fuentes de riqueza. Wikipedia cita una frase muy ilustrativa de los años cuarenta de siglo pasado, del escritor y dramaturgo irlandés George Bernard Shaw (1856-1950), ganador del Nobel de Literatura 1925 y del Oscar en 1938 por su película Pigmalión: «La plutocracia, después de haber destruido el poder real por la fuerza bruta con disfraz de democracia, ha comprobado y reducido a la nada esta democracia.
El dinero es el que habla, el que imprime, el que radia, el que reina, y los reyes, lo mismo que los jefes socialistas, tienen que acatar sus decretos y aún, por extraña paradoja, que suministrar los fondos para sus empresas y garantizar sus utilidades. Ya no se compra a la democracia: se la embauca». 

Los grandes financieros y los lavadores de dinero sucio, tienen el efectivo y el acceso al crédito; y por la falta de un auténtico y efectivo Estado de Derecho que ponga orden institucional, algunos analistas destacan como problemas serios la conexión del poder político con el narcotráfico, las deficiencias del sistema de justicia, el aumento de la violencia criminal, la gran concentración de la riqueza y el ingreso como principal impedimento para el crecimiento económico. Se ha instalado en la economía global todo tipo de mafias que siempre quieren su “mordida”. Y por su parte la Plutocracia, tiene sus grupos de guardaespaldas, de matones, de extorsionadores, de evasores de impuestos, de tráfico de armas, de drogas, de órganos humanos y de animales, de tráfico y trata de personas, de tráfico de divisas, de medicamentos y de influencias. Lo único que prevalece en el tiempo son las “comisiones” sobre todo tipo de obras y compras gubernamentales, estatales, locales, regionales, mientras crecen la desfachatez, los magnicidios y la compra de voluntades. Son gobernantes de pacotilla con abultadas cuentas bancarias y falta de honor. Buscan el poder político para ser más ricos y menos acomplejados.
Son arribistas que se perpetúan en el poder para tener impunidad y más dinero. Tienen una malévola adicción por el dinero y no se dan cuenta que, como decía mi abuela: “la mortaja no tiene bolsillos”. Texto: E. Martinchuk.

26 ene 2015

La Bañera de Ulises: Y después tomaremos Madrid

Perdimos una guerra, una post-guerra, el dictador se murió en la cama, nos tragamos la Monarquía, Felipe González nos ganó con trampas el referéndum de la OTAN, la dignidad cuando bajo los socialistas se incubó el GAL, perdimos las reformas laborales, soldados del Jack 42 y civiles por la guerra de Iraq, perdimos la vergüenza cuando escuchamos que esto no era una crisis, cedimos derechos con los recortes del PSOE y del PP, soportamos la infamia del artículo 135 de la Constitución, y casi perdemos la paciencia en estos años de austeridad y sufrimiento…Pero lo que ha ocurrido hace unas horas en Atenas no lo hemos perdido. Esto, dice Ulises a quien quiere escucharle en la plaza Klaftmonós de Atenas, esperando a Tsipras, esto lo hemos ganado entre todos y para todos. Esta es la primera victoria de un partido de izquierda-izquierda en toda la historia de Europa. Este es el triunfo de la dignidad y la democracia frente al pisoteo de los mercados. Este es un anuncio de rehabilitación para todos los pueblos humillados. Y hay que celebrarlo con sonrisas y abrazos. Y así ha sido hasta la madrugada.
Sonia, catalana y Eva, valenciana en Atenas. Foto: @Javierginer
Por primera vez en ocho años Ulises ha visto sonreír a sus hermanos, y él mismo se ha fundido en la masa como un afortunado más. Y después ha llorado en una esquina. ¿Cómo no hacerlo al escuchar esa frase mágica que viene desde el fondo de la memoria de los republicanos españoles de la Novena Compañía del General Leclerc, que pasa transformada por Cohen y Morente y que llega hasta el frontispicio de la Universidad helena bajo una estrofa trufada de voluntad y compromiso: “primero tomamos Atenas y después tomaremos Madrid”. ¿Cómo no sentir el vello hirviente ante estas estrofas que nos empujan tan directamente hacia la esperanza? Ulises es sólo un hombre y llora solitario en una esquina.
Pero enseguida vienen a su rescate italianos dicharacheros cantando el Bella Ciao, búlgaros entonando la Internacional, catalanes con sus himnos de segadores, portugueses del Bloque de Esquerdas, maricones y lesbianas organizadas, y aragoneses con versos de Labordeta y las mesas de la plaza se llenan de manteles vistosos con vino “Makedonikos”, kebabs y sulakis, cervezas “Mythos”, y banderas rojas, violetas y blancas de Tsyriza, y combatientes de 70 y 80 años que no quieren perderse el mitin victorioso de Alexis Tsipras, el gobernante más joven en toda la historia de Grecia, y también vienen tullidos, yonkis, minusválidos, ancianas de Omonia, y diagnosticados de cáncer, que abandonan por unas horas la tristeza de su pronóstico, y parejas sesenteras y madres con sus hijos, y también guapas chicas morenas y pintadas de Atenas, que entienden que aquellas son también sus horas porque a un pueblo se le puede someter aplastado un tiempo pero no toda la eternidad.

Ulises ha acercado su mano a este hombre de 40 años, emparejado pero no casado, con dos hijos no bautizados –en un país como Grecia, Dios mío– que militaba ya a los 14 años en las Juventudes Comunistas, que no ha querido salir de su barrio canalla de Kepseli, que no ha perdido la sonrisa ni en los peores momentos –por favor, Alberto Garzón, Pablo Iglesias, seguro que con un par de clases también vosotros podéis hacerlo– y que desde esta noche figura en las alertas google de los hombres más poderosos de la tierra.
Y sube este hombre, Alexis Tsipras, al estrado para calentar una vez más a su pueblo con palabras graves, solemnes, gesticulantes y poderosas. “Habéis vencido el miedo y recuperado la esperanza. Nuestra victoria es una victoria de todos los pueblos de Europa que luchan contra la austeridad. Nuestra prioridad por encima de todo es devolver la dignidad perdida a Grecia, con un Gobierno para todos los griegos, nos hayan votado o no. El nuevo Ejecutivo está listo para trabajar y negociar con nuestros acreedores una razonable solución al círculo vicioso de la deuda. Juntos avanzaremos y lo lograremos, y desmentiremos a todas las Casandras que dentro y fuera del país nos amenazan”.
Y entonces Ulises sabe que este hombre que habla así será, tarde o temprano, el nuevo presidente de la Unión Europea. Sabe también que el continente, si quiere seguir unido, deberá descender unos cuantos paralelos su centro de gravedad. Y que los países del sur tienen, con él y con su ejemplo, todavía una oportunidad para ser libres, democráticos, dignos y solidarios.
Hemos perdido todas las batallas pero esta victoria no nos la quita nadie. Todos somos griegos, decía el poeta Shelley. Primero tomamos Atenas y después tomaremos Madrid. En noviembre para ser exactos. Texto: Emilio Garrido

OTAN y terrorismo

Sembrar la división y el odio, las disputas religiosas, lingüísticas, culturales y nacionales, y el racismo en todas sus variantes, es una muy vieja y efectiva receta para dominar y explotar a los pueblos. Es la forma de arruinarlos, debilitarlos y dividirlos para avasallarlos, esclavizarlos o borrarlos del mapa en beneficio de los intereses de los colonizadores e imperialistas.
Esa política fue aplicada durante la Guerra Fría contra la Unión Soviética (URSS), China y demás países socialistas, y no desapareció con el derrumbe de la URSS y del campo socialista europeo.
En realidad la guerra ideológica y las practicas subversivas de los tiempos de la Guerra Fría fueron adaptadas hace más de cuatro décadas a los objetivos hegemónicos que el imperialismo de Estados Unidos (Estados Unidos) y sus aliados de la OTAN estaban incubando, al capitalismo que hoy día llamamos neoliberalismo, y desde entonces afectan a todos los países y regiones del mundo que rechazan la hegemonía imperial.
Es en ese contexto que debemos situar el terrorismo, sea por fanatismo religioso o la ideología neonazi, y comprobar que ha servido y sirve objetivamente a generar la destrucción y el caos que el imperio necesita para su expansión, y esto es así cuando asesina a inocentes en Irak, Siria, Libia, Paquistán o Yemen, o cuando se vuelve contra sus patrocinados políticos en Estados Unidos, en Londres o Paris.
Siempre el terrorismo servirá a los objetivos políticos del imperio, porque el simplismo de la explicación, la exagerada mediatización y la repercusión global de esos actos abominables en los países occidentales, como los recientes atentados en Francia, terminan casi siempre justificando políticas y sociales antidemocráticas y represivas, como se vio en Estados Unidos con la "Ley Patriota" (PatriotAct), cuya sustancia probablemente será incorporada en los proyectos que ya están siendo contemplados en la Unión Europea.
Cuando digo esto no estoy asumiendo una teoría conspirativa, sino resumiendo una de mis primeras experiencias periodísticas importantes a comienzos de los años 70, y de la cual solo escribí una vez, pero que desde entonces ha sido una importante guía para mi entendimiento y análisis de la propaganda y los objetivos políticos del imperialismo.
Y lo haré apoyándome en la memoria, porque los archivos de papel me abandonaron hace tiempo y no tengo los medios para ir a las hemerotecas de los diarios Pravda en Moscú o Granma en La Habana, en los cuales fue publicado íntegramente el despacho original.
Una discreta reunión en Montreal del aparato de propaganda de la OTAN
En 1972, cuando comenzaba a colaborar con Prensa Latina y escribía algunas notas para medios mexicanos -El Día y Excélsior-, un colega canadiense me hizo saber que una muy discreta reunión de los responsables de la política de información del sistema de radios de onda corta de la OTAN (Radio Europa Libre/Radio Libertad -REL/RL-, La Voz de las Américas -VOA-, etcétera) tendría lugar en un hotel de Montreal.
En esa reunión se presentaría "un nuevo plan" de lucha ideológica contra la URSS y demás países socialistas, pero ahora es posible afirmar que lo dicho y planeado en esa reunión amplió a escala global y a todos los terrenos posibles la lucha ideológica característica de la confrontación bipolar de la Guerra Fría.
Fui al lugar de la reunión sin mucha confianza de que me acreditarían como periodista, pero después de una negativa, y para mi gran sorpresa, me aceptaron porque tenía una credencial de "corresponsal" del diario mexicano Excélsior. La tal reunión fue en realidad una larga sucesión de presentaciones de los responsables de la línea informativa y editorial de esas radios, en particular de la VOA y de REL/RL, que (usando un lenguaje actual) formularon cómo construir la narrativa y la credibilidad de la propaganda contra la URSS y el comunismo, pero en realidad también contra todos los países que en esa época reclamaban una real independencia, un nuevo orden económico mundial, el fin del racismo y la discriminación racial en todas sus formas. Que asumían posiciones antiimperialistas y eran vistos como aliados de la URSS, en pocas palabras.
¿Cómo utilizar las religiones y los nacionalismos como armas?
La nueva ofensiva ideológica del imperio, y el contenido de su propaganda, según los ideólogos del aparato propagandístico de la OTAN en esa reunión de Montreal, debía alcanzar y echar raíces en los sectores de la población a la cual iba a ser dirigida: los musulmanes y los nacionalistas radicales en ciertas regiones de la URSS y otros países socialistas; los sionistas judíos (los refúsenik) rusos que querían emigrar a Israel y los católicos conservadores en los países bálticos, en Polonia y otros más.

Lo que en realidad se buscaba en esas sociedades socialistas secularizadas era alimentar -para luego financiar y organizar- el "renacimiento" de las creencias y prácticas religiosas radicales que entrasen en franca contradicción con la sociedad y el poder político, y crear reivindicaciones o contradicciones en las sociedades y regiones con nacionalismos susceptibles de separatismo, lo que presuponía crear situaciones de confrontación civil, policial y hasta militar.

"Choque de civilizaciones" y neoliberalismo

La semilla del "choque de civilizaciones" plantada por esa propaganda de la OTAN y adoptada sin reservas por los cada vez más concentrados medios de prensa de los países capitalistas, justificó la creación de Al-Qda para luchar contra los soviéticos y afganos en Afganistán, y con el derrumbe de la URSS y del campo socialista europeo fue usada extensamente en los Balcanes para la partición de la ex Yugoslavia, y seguidamente para fomentar los ataques terroristas y el conflicto en Chechenia, en Daguestán y otras regiones de la ex URSS, incluyendo recientemente el caso de Ucrania.
Estado oficialmente ateo, la URSS era en realidad un Estado socialista multinacional y multicultural donde convivían muchas nacionalidades y religiones, desde la ortodoxa cristiana hasta la musulmana, pasando por la judía y la católica, entre otras más. Esta era la fuerza aparente del internacionalismo proletario, como decían en Moscú, pero también su principal debilidad a los ojos de la dirigencia imperialista.
Empero, hay que recordar que la confrontación creada por las ambiciones imperialistas de Estados Unidos no se resumía a la Guerra Fría entre Moscú y Washington, y que en el Oriente Medio y en Asia predominaban -a comienzos de los años 70- y como consecuencia de la descolonización y de la consolidación del movimiento de los Países No-Alineados, Estados seculares en los cuales convivían, bajo regímenes políticos diferentes, las más diversas culturas, nacionalidades y religiones.
En otras palabras, se estaba en un momento de auge en la lucha para eliminar todas las formas de discriminación racial, incluyendo el apartheid sudafricano y el sionismo, lo que se concretó en la votación de la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU en noviembre de 1975, anulada el 16 de diciembre de 1991, ocho días después de la disolución de la URSS, por la Resolución 4866 de la ONU.
Y en la coyuntura histórica en que los países No-Alineados con el apoyo del campo socialista exigieron la creación de un "Nuevo Orden Económico Mundial" que pusiera fin a los desiguales "términos de intercambio" y poder así acceder al desarrollo socioeconómico, y batallando en la UNESCO para establecer un "Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación", iniciativas que el imperialismo y sus aliados lograron derrotar.
Pero ahora, a distancia y con documentos a la mano, podemos entender que ese fue también el momento en que en Estados Unidos y sus aliados de Europa y Japón lanzan desde los círculos de poder la narrativa para justificar económica y políticamente el desmantelamiento del Estado benefactor (la intervención de Estado en la economía para garantizar cierto desarrollo socioeconómico), con el objetivo (finalmente realizado en las últimas dos décadas) de poner el Estado al servicio exclusivo de los capitalistas y poder retornar así al liberalismo del siglo XIX y a las viejas prácticas imperialistas y colonialistas.
Desde cierta perspectiva fue el momento propicio para que el imperialismo y sus aliados de la OTAN ampliaran el contexto y la cobertura geográfica de la Guerra Fría, asegurando la continuidad en el paso de la confrontación entre un sistema capitalista-imperialista y un sistema socialista, a la preparación de la expansión imperialista del sistema neoliberal que ya estaba siendo "cocinado".
No es pura coincidencia que haya sido en 1973 que David Rockefeller, con la asistencia de Zbigniew Brzezinsky, asesor de política exterior del presidente Demócrata James Carter, crea la Comisión Trilateral, que sirvió para vehicular a los más altos niveles la nueva ofensiva ideológica del imperio y de la OTAN, ni tampoco que Samuel Huntington, "intelectual orgánico" del imperialismo y autor del infame libro "Choque de civilizaciones", estuviera ya en el paisaje.
Los documentos de la Comisión Trilateral, en particular "The Crisis of Democracy", de 1975, deberían ser leídos a la luz de los hechos actuales y recientes, para comprobar fuera de toda interpretación conspirativa que fue entonces y bastante públicamente que se sentaron las líneas de la ofensiva política e ideológica del imperialismo para establecer la hegemonía en su fase neoliberal, incluyendo la liquidación de la democracia liberal con algún contenido real en las sociedades de los países del campo occidental, como estamos viendo.
Todo esto también explica la continuidad, desde entonces y hasta ahora, de la ofensiva ideológica y de las políticas destinadas a minar las sociedades y destruir los Estados de la URSS y del resto de los países socialistas, y ahora de Rusia, China y otros países en desarrollo o emergentes que pueden constituir la principal barrera a la hegemonía neoliberal.

Los fanáticos y extremistas convertidos en "luchadores por la libertad"

Y si bien fue en 1979 el primer caso documentado en el cual Estados Unidos y sus aliados crearon, entrenaron y convirtieron en "luchadores por la libertad" a los extremistas islamistas, para luchar en Afganistán contra los soviéticos y los afganos progresistas, no pasó mucho tiempos antes de que Estados Unidos efectuase operaciones ilegales con narcotraficantes en América latina para armar y financiar a los "combatientes por la libertad" que luchaban contra los sandinistas en Nicaragua, política que llevó a la creación de los "carteles" de narcotráfico y a la expansión de la criminalidad, la corrupción y la violencia en la región.
Políticas similares fueron seguidas desde entonces en decenas de países de Asia, del Oriente Medio y de África, muchas veces con la asistencia y financiamiento de Arabia Saudita, y el apoyo de Israel (como en el caso Irán-Contra), lo que confirma que el diabólico plan de "dividir para reinar", de destruir los Estados y las sociedades que defendían su soberanía nacional, fue aplicado de manera sistemática tanto por el aparato de propaganda de Estados Unidos y la OTAN como por sus agencias de subversión y espionaje.
Nada nuevo o sorprendente si recordamos que desde finales de la segunda Guerra Mundial, mediante la "Operación Gladio", Estados Unidos y la OTAN conservaron los contactos y lazos con las fuerzas ultranacionalistas que apoyaron o participaron en los diversos regímenes nazi-fascistas europeos, y que ahora sirven en los países bálticos y en Ucrania -donde controlan el aparato de seguridad del Estado-, para la política de enfrentamiento con Rusia.
André Vltchek enfatiza que "para el imperio, la existencia y popularidad de dirigentes progresistas, marxistas, musulmanes, gobernando el Oriente Medio o una Indonesia rica en recursos, era algo claramente inaceptable. ¿Si se acostumbraran a utilizar esos recursos naturales para mejorar las vidas de sus pueblos, que quedaría entonces para el imperio y sus empresas? Eso tenía que ser frenado por todos los medios. El islam tenía que ser dividido, infiltrado con cuadros radicales y anticomunistas, y con aquellos que no les interesa en lo más mínimo el bienestar de su propio pueblo".
Victoria Nuland, subsecretaria de Estado de Washington, dijo públicamente que se habían "invertido" cinco mil millones de dólares para el "cambio de régimen" en Ucrania, y sin duda fue mucho más costosa la partición del Estado multinacional de Yugoslavia. ¿Y qué decir del financiamiento o apoyo de los países de la OTAN a los extremistas y terroristas islámicos en Chechenia y Daguestán, que se paseaban por Europa como "combatientes de la libertad"? ¿O de los extremistas islámicos recibidos por las autoridades políticas europeas y estadounidenses, financiados y entrenados por esos gobiernos para derrocar a los gobiernos en Libia y Siria, con muchos ejemplos más en África que quedarán en el tintero?

"Al fundamentalismo no se le vence con las armas"

En 1997 el gran intelectual Edward Said dio una charla sobre el "choque de civilizaciones", cuya lectura o relectura es aconsejada, y de la cual me permito reproducir un largo párrafo: "A la vista de la deprimente realidad que nos rodea y de la presencia de conflictos interculturales e interétnicos, me parece irresponsable sugerir que nosotros, en Europa y Estados Unidos, debamos conservar nuestra civilización, lo que Huntington llama Occidente, manteniendo al resto a distancia y aumentando las desavenencias entre los pueblos para prolongar nuestro dominio. Esto es, de hecho, lo que Huntington sostiene, y resulta bastante fácil entender por qué este ensayo fue publicado por ForeignAffairs y por qué tantos responsables políticos se han sentido atraídos por él, permitiendo a Estados Unidos ampliar la mentalidad de la Guerra Fría a una época distinta y a un nuevo público. Mucho más productiva y útil es una nueva mentalidad o conciencia global que ve los peligros que enfrentamos desde el punto de vista de la raza humana en su conjunto. Estos peligros incluyen el empobrecimiento de la mayoría de la población del planeta, el nacimiento de virulentos sentimientos tribales, nacionalistas, étnicos y religiosos en Bosnia, Ruanda, Líbano, Chechenia y otros lugares, el descenso de la alfabetización y la aparición de un nuevo analfabetismo basado en los medios de comunicación electrónicos, la televisión y las nuevas autopistas de la información global, o la fragmentación y la amenaza de desaparición de los grandes relatos sobre la liberación y la tolerancia. Nuestro bien más preciado para hacer frente a esta terrible transformación de la historia no es la aparición de un sentimiento de enfrentamiento, sino de comunidad, de comprensión, de solidaridad y de esperanza, lo cual representa todo lo contrario a lo que promueve Huntington".
Y cerremos este artículo con una reciente e importante reflexión del filósofo Enrique Dussel: "los fundamentalismos (cristiano, como el de G. Bush; islámico o sionista) son un retorno de un dios (o un politeísmo como diría M. Weber) que justifica y absolutiza una política, una economía, una cultura, una raza, un género, etcétera, y usa las armas en vez de argumentos razonables, comprensibles para el otro interlocutor (nadie como el fundamentalismo estadunidense utiliza las armas en vez de argumentos: pretende imponer la democracia con guerras en vez de argumentar desde la tradición del otro, por ejemplo, con los creyentes del Islam a partir del Corán). Al fundamentalismo no se le vence con las armas (y no olvidar que fue la CIA la que enseñó al fundamentalismo islamista en Afganistán a usar las armas contra la Unión Soviética, y ahora cosechamos las consecuencias sobre cuyo origen nadie habla), sino con argumentos razonables y con una praxis honesta (como enseñaba Bartolomé de las Casas respecto de la conquista). Pero esto último no entra en el horizonte de los intereses del imperio. Se utiliza la violencia irracional islamita para justificar y aumentar la violencia irracional del neoliberalismo político-económico. La izquierda honesta, por el contrario, debe comenzar una crítica de la teología como momento de una crítica de la política liberal y de la economía capitalista, tal como la practicó Karl Marx". Texto: A. Rabilotta. Ver también: 'Yes we can'. 

Charlie Hebdo y el fascismo

Como era de prever el ataque contra Charlie Hebdo desató una ola mediática global de condena al “terrorismo islámico”; un cierto tufillo a “11 de septiembre a la francesa” se hace sentir. Como también era de prever la derecha occidental capitaliza esa ola buscando orientarla hacia una combinación de islamofobia y autoritarismo, de justificación de la cruzada colonial contra la periferia musulmana y al mismo tiempo de impulso en Occidente a la discriminación interna contra las minorías de inmigrantes árabes, turcos y otros. Y como también era de prever no han faltado los cortesanos progresistas del sistema que luego de abrir el paraguas señalando en muy primerísimo lugar que el “ataque terrorista”... “debe ser condenado sin atenuantes” atribuyéndolo al “fanatismo religioso” (obviamente islámico) pasan sesudamente a enumerar algunas culpas occidentales sin darse tiempo para un mínimo de prudencia y decoro ante un asunto que huele a podrido.

Lo menos que se puede decir es que el affaire Charlie Hebdo ingresó velozmente en el pantano de la confusión, los dos presuntos atacantes fueron liquidados dos días después del ataque, aún no se sabe bien como es que fueron tan fácilmente identificados en unas pocas horas, salvo que aceptemos la increíble versión policial de que uno de ellos olvidó su documento de identidad en el automóvil utilizado en el atentado. Paul Craig Roberts, ex Subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos señala que “la Policía encontró el carnet de identidad de Said Kouachi en la escena del tiroteo (cerca de la sede de 'Charlie Hebdo'). ¿Les suena familiar?. Recuerden que las autoridades (estadounidenses) afirmaron haber encontrado el pasaporte intacto de uno de los presuntos secuestradores del 11 de Septiembre entre las ruinas de las torres gemelas. Una vez que las autoridades descubren que los pueblos occidentales estúpidos van a creer cualquier mentira transparente, van a recurrir a la mentira una y otra vez" .
No habrá juicio, los hermanos Kouachi ni desmentirán ni confesarán nada. Por otra parte en distintos medios periodísticos aparece la información de que estos hermanos franceses hijos de inmigrantes argelinos habrían sido reclutados hace algún tiempo por el aparato de inteligencia francés que los encaminó hacia el yihadismo en su lucha contra el gobierno sirio. Incluso aparece el nombre del agente reclutador, un tal David Drugeon señalado desde hace tiempo como un personaje de alto nivel del aparato de inteligencia francés que por supuesto desmintió en su momento dicha información reiterada antes y después del desmentido por medios de prensa estadounidenses y europeos .
Y como si esto fuera poco un día después del “atentado” de manera muy marginal se dio a conocer el extraño suicidio de Helric Fredou, comisario subdirector de la Policía judicial de Limoges que trabajaba en el caso Charlie Hebdo .

Guerras y bufones

Philippe Grasset señala con razón que el ataque contra Charlie Hebdo no es un “atentado terrorista” sino un un “acto de guerra” perfectamente orientado hacia un objetivo concreto realizado por medio de una operación de tipo comando . ¿Pero de que guerra se trata? Una primera constatación: Francia despliega actualmente de manera formal alrrededor de 8 mil solados en distintas intervenciones militares en la periferia, más de 5 mil en Africa e importantes contingentes en Asia Central y Medio Oriente, la más reciente de ellas ha sido en Irak con el argumento de combatir al “Estado Islámico” . La intervención en Afganistán subordinada al mando militar de los Estados Unidos desplegaba unos 4 mil soldados hacia 2009 .
Aunque la operación más ruidosa fue la realizada contra Libia, los bombardeos franceses, factor decisivo en la intervención de la OTAN, causaron miles de muertes entre la población civil, importantes centros urbanos fueron destruidos, el estado libio fue liquidado. Según distintas evaluaciones luego del derrocamiento de Gadafi cerca de dos millones de libios, un tercio de la población total, han dejado el país sumergido en el caos, disputado por bandas rivales. También Francia interviene activamente en la operación de la OTAN contra Siria introduciendo mercenarios y armas.
Dicho de otra manera el estado francés es hoy una componente decisiva del dispositivo operacional de la OTAN embarcado en una estrategia de intervención global destinada a la recolonización occidental del planeta. El mando supremo corresponde por supuesto a los Estados Unidos y la operatoria de dicha agresión no se limita a un conjunto de acciones militares de tipo clásico sino a un complejo abanico de dispositivos destinado a la desestructuración, a la caotización de distintas áreas del “resto del mundo”, a su transformación en una masa informe fácil presa de la depredación. Así lo demuestra la larga serie de intervenciones occidentales recientes en Asia, Africa y America Latina, en algunos casos a través de invasiones militares como en Afganistán e Irak, en otros combinando bombardeos e/o introducción de mercenarios como en Libia y Siria o bien instalando bases militares e inflando ejércitos locales y bandas paramilitares como en Colombia pero en todos los casos incentivando formas caóticas y ultra violentas que desarticulan el tejido social de los que las realidades actuales de México, Libia o Irak son un buen ejemplo.
Estas acciones son combinadas con un vasto despliegue comunicacional destinado a controlar, regimentar a las sociedades occidentales y a degradar, desarticular, someter al resto del mundo. Es reafirmado el viejo mito de Occidente como civilización verdadera, única con legitimidad universal relegando a los demás a la categoría de “bárbaros” o “semicivilizados” según las circunstancias. Mito imperial que atravesó toda la historia de la modernidad hasta llegar a su mutación en delirio criminal en el siglo XX como fascismo o nazismo. De ese modo el liberalismo imperialista civilizador, el cristianismo colonial redentor y el nazismo que florecieron en tres momentos diferentes terminan ahora en plena decadencia sistémica convergiendo en una mezcolanza grotesca expresión de sociedades privilegiadas en repliegue cultural. Así es como el Frente Nacional abiertamente neonazi convertido en el primer partido político de Francia, enlaza en la práctica con comunicadores o intelectuales de moda como Éric Zemmour que reivindica a la colaboración con la ocupación alemana durante la segunda Guerra Mundial y la segregación de las minorías musulmanas y otras todo ello en nombre de los “valores cristianos” de Francia u otros como Bernard-Henri Levy instigador del genocidio de la OTAN en Libia. Desde lo alto el presidente socialista François Hollande explica la intervención en Siria e Irak y el apoyo al regimen neonazi de Ucrania como parte de su lucha por la defensa de los intereses de Francia.
Santiago Alba Rico elogia a los asesinados de Charlie Hebdo ubicándolos en la categoría de bufones y nos explica que “está también el horror de que sus víctimas se dedicaran a escribir y a dibujar... tareas que una larga tradición histórica compartida sitúa en el extremo opuesto de la violencia... En términos humanos, siempre es más grave matar a un bufón que a un rey porque el bufón dice lo que todos queremos oír aunque sea improcedente o incluso hiperbólico... El que mata a un bufón, al que hemos encomendado el decir libre y general, mata a la humanidad misma. También por eso los asesinos de París son fascistas. Sólo los fascistas matan bufones Sólo los fascistas creen que hay objetos no hilarantes o no ridiculizables. Sólo los fascistas matan para imponer seriedad ” .
No creo que Hitler ejerciendo el arte de escribir, por ejemplo “Mein Kampf”, estaría realizando una actividad opuesta a la violencia sino todo lo contrario, legitimándola. Por otra parte es necesario destacar que grandes masacres han ido acompañadas por la ridiculización de las víctimas. En ese sentido el arte de ridiculizar aparece como un complemento necesario de la matanza, cubriéndola con un manto de humor oculta la tragedia, deculpabiliza a los asesinos.
Tengo ante mi tres fotografías referidas al “Batallón policial 101”, unidad operativa alemana famosa por su extrema crueldad durante la Segunda Guerra Mundial en los territorios ocupados de Europa del Este. En una de ellas se ve a un grupo de soldados-policías alemanes muertos de risa rodeando a un viejo judío barbudo, los nazis muy divertidos están a punto de cortarle la barba. En las otras dos aparecen custodiando a un grupo de judíos en la localidad de Lukov a punto de ser enviados al campo de exterminio de Treblinka, en una de ellas un soldado nazi se divierte en grande obligando a un viejo judío harapiento a realizar gestos bufonescos . 
Los reyes solían incluir bufones en su corte que desparramaban humor burlándose a veces astutamente del Rey y de algunos cortesanos pero sobre todo de los enemigos del reino y de los vasallos más pobres, campesinos o humildes artesanos ridiculizando sus gestos, su manera de hablar y vestir, es decir sus culturas. Un bufón de la corte no es un bufón en general, no está allí porque si, no es la expresión de algo bueno sino más bien el encargado de banalizar la tragedia, de hacerla entretenida.
Hacer bufonerías en la corte, es decir en Occidente, ridiculizando las creencias y costumbres de musulmanes bombardeados, invadidos, colonizados forma parte de la banalización del mal, integra la maquinaria ideológica legitimadora de la tentativa occidental de colonización de la periferia. El supuesto “humor libertario” de Charlie Hebdo nos enseña que todo puede formar parte de la fiesta, los fascistas realmente existentes no matan a bufones en general, sino a ciertos bufones molestos y en numerosos casos incorporan bufones a su corte, la ridiculización de la víctima es un aspecto significativo del humor fascista, forma parte de la humillación del martirizado.
Finalmente, no todo es ridiculizable, no creo que sea un fascista quien considere que es inadmisible tomar en broma el asesinato masivo de niños en Palestina ejecutado por la aviación israelí o las masacres de población civil en Libia realizadas por la aviación de la OTAN o los asesinatos de campesinos en Colombia practicados por los paramilitares. Quien considere que si es posible convertir a esos hechos en objetos de risa puede o no ser ideológicamente fascista pero seguramente se trata de un canalla.

Bárbaros y civilizados

Más allá de si el ataque contra Charlie Hebdo fue una operación montada por el aparato de inteligencia francés, solo o en cooperación con la CIA u otra estructura, o bien una acción de un grupo islámico manipulada por el aparato francés o incluso independiente y hostil a Occidente lo cierto es que unos u otros lo consideraron un objetivo concreto de la guerra globalizada en curso.
Siguiendo la “hipótesis 11 de Septiembre” (autoatentado) se trataría de movilizar en la cruzada imperial a una Europa abrumada por la recesión. Podríamos hacer coincidir el acontecimiento con el anuncio de que la Unión Europea va entrando en una etapa de deflación que amenaza ser prolongada completamente sometida a la estrategia global de los Estados Unidos. Eso significa que las elites dominantes necesitan crear rápidamente factores de cohesión social funcionales a sus aventuras militares y financieras. El demonio islámico bien puede justificar, hacer aceptar u obligar a aceptar guerras externas combinadas con represiones y empobrecimientos internos.
La cuota de barbarie introducida con el golpe de estado en Ucrania y la posterior tentativa de depuración étnica en el sudeste de ese país empalmaría con el ascenso generalizado del fascismo en Europa, desde Ucrania y lo países bálticos, hasta llegar al Frente Nacional en Francia y al movimiento Pegida en Alemania pasando por Amanecer Dorado de Grecia. Prefigurando la conformación de un fascismo muy extendido en el espacio europeo coincidente con el previsible ascenso del partido republicano en los Estados Unidos. En este escenario la intensificación de actos de barbarie imperial en la periferia estaría convergiendo con la internalización de formas significativas de barbarie en el centro imperial.
Siguiendo la hipótesis opuesta estaríamos en presencia del inicio de la caotización del centro imperial del mundo, el desarrollo de su “Guerra de Cuarta Generación” contra la periferia empezaría a tener un efecto boomerang sobre el protagonista occidental. El caotizador occidental comienza a ser a su vez caotizado por un despliegue que comienza a escapar a su control y que genera dislocaciones en su retaguardia. La crisis económica, sus derivaciones financieras, ecológicas, sociales y militares irían sumergiendo al espacio euro-norteamericano en un espiral descendente irreversible.
En ambos casos la imponente civilización occidental, sus pretendidos “valores universales” se estarían evaporando dejando al descubierto su barbarie profunda.Texto: Jorge Beinstein. Recomendado: Medios y periodistas

25 ene 2015

La Bañera de Ulises: Lo incierto es seguro

Mientras recorre los puestos del carne del Mercado Varvakios de Atenas, Ulises recuerda cuál era la máxima en el barco en el que un día regresó de Troya: lo único seguro es lo incierto. Tanto fue así que tardó diez años en arribar a su isla. En el camino se dejó entretener por magas y princesas, es verdad. Al llegar, Penélope había tejido tanta lana, que Amancio Ortega le compró toda la producción y así nació Inditex. Esto no es cierto, seguro.
A la espera de resultados. Café en el centro de Atenas. Foto: @javier Giner
A los griegos les encantan los juegos de palabras, las paradojas y las falacias. Los sofistas fueron primero sabios, después “conocedores del buen gobierno” y finalmente charlatanes. Toda esta enseñanza flota en las pequeñas tabernas que rodean el Mercado Central. En las mesas no se habla de otra cosa: qué pasará esta noche con el resultado de las elecciones. Nadie tiene ni idea. Ulises tampoco.
Diez millones de votantes. El voto es obligatorio pero no pasa nada si desobedeces. Por tanto, es imposible saber si habrá mucha abstención. Da la impresión de que no. Iulia, pianista de 38 años que me acompaña por el recorrido, asegura que van a votar hasta los anarquistas. Le digo que algo así ocurrió en 1936 en España y ganó el Frente Popular. Buena parte de los tradicionales abstencionistas votarán útil, votarán Tsyriza.
Doscientos cincuenta diputados, pero con un bonus de 50 al que más votos obtenga. Esto recuerda a Ulises la “bola extra” de los ping-ball a los que jugaba cuando era joven. Un sistema que solo existe en Luxemburgo y aquí. En el país acreedor y en el país deudor. Otra paradoja. Solo Tsipras y Samaras, de Nueva Democracia, optan al premio. Pero ¿será suficiente para alcanzar los 151 escaños que dan la mayoría absoluta? Nadie lo sabe.
Un tercer partido que se antoja fundamental para formar gobierno. Y aquí ya entran los comunistas ortodoxos del KKE, los neonazis del Amanecer Dorado y los liberales de To Potami (El río) que puede ser la gran sorpresa de estas elecciones. Aparecen muy igualados en los pronósticos y parece claro que el que obtenga un 8% será necesario para el gobierno. Nadie imagina a ministros fascistas o comunistas duros negociando con Bruselas, pero sí a los centristas de Stavros Theodorakis, un popular locutor de televisión con gancho y vocación de bisagra.
Novecientos periodistas acreditados, más de la mitad extranjeros. Nadie se explica de dónde sale la cifra pues ni el gobierno ni ningún partido ha repartido acreditaciones pero este tumulto expectante debe ser cierto. El taxista me dice que ha trasportado equipos de China, Japón y Venezuela, lo nunca visto.
Los músicos ambulantes se cuelan en las tabernas ofreciendo sus canciones de laikó y demotikó (populares). Algunos son muy buenos, me señala Iulia. Profesionales hasta hace seis años que ahora mendigan unas propinas a los turistas. La cultura se ha venido abajo en este tiempo de crisis. Prácticamente no hay conciertos en directo. El cine está finiquitado, salvo dignos documentales que han señalado la hekatombe como Deudocracia o el más reciente Que no vivamos como esclavos. El teatro sobrevive con entradas a bajo precio. Y pintores y escultores se han pasado al bricolaje porque no hay dinero para comprar sus obras.
Únicamente las emisoras mantienen el tipo. No hay otro país en el mundo que cuide su música como Grecia. Una de cada tres estaciones emite exclusivamente músicas de aquí, sin producciones anglosajonas. Y esto se mantiene en este domingo de elecciones. Antes de retirarse prematuramente por una afección grave, la gran diva de la canción griega, Haris Alexiou, manifestó sus simpatías por Tsyriza. Y hoy, día de votaciones, como un guiño hacia el votante, estas emisoras patrióticas emiten sin parar canciones suyas, como sucediera con aquella Grandola, vila morena de Xosé Afonso que dio paso a la Revolución de los Claveles de 1974 en Portugal. ¿Pero será suficiente?
Los agoreros dicen que hay que votar a Samaras para no quedar fuera de Europa. Pero Grecia está de hecho fuera de Europa desde hace tiempo. No sólo por sus cifras macroeconómicas depauperantes. Este es un país en el que todavía se puede fumar en las tabernas, en el que se puede comprar alcohol a cualquier hora en los kioscos, en el que no hay molinillos de barrera para entrar en el metro y en el que conectarse a internet todavía es un follón de códigos y contraseñas de tres pares de narices.
Lo que está en juego no es Europa sino la dignidad de los pueblos del sur, acaba de decir Alexis Tsipras al depositar su voto. Pero ¿eso cómo se traduce? Imposible saberlo. Por no estar claro, nadie conoce dónde será la fiesta de esta noche si gana Tsyriza: ¿Klaftmonos, Sintagma, Zapion o Koumoundourou? ¿O en las cuatro plazas a la vez? ¿O no a la vez pero sí sucesivamente?
Ulises mira hacia la Acrópolis, iluminada en la noche con sus obras inacabadas, y se repite a sí mismo otra vez: lo único seguro es lo incierto. Texto: Emilio Garrido

La Bañera de Ulises: De vuelta a la Patria

Un reflejo del sol en el ala del avión emitió un foco de luz sobre Itaca y Ulises supo que volvía a su patria. Lo hacía después de seis años de crisis y hundimiento y lo primero que sintió al comprar el billete de bus es que quizá aquellos iban a ser los últimos euros que circularían por el país. En el camino al hotel encontró una ciudad no en bancarrota pero sí empobrecida, atascada, como si no hubiera evolucionado en décadas. En la plaza Omonia encontró por la noche a una anciana con alpargatas, tocada con un gorro del Panatinaikos, las piernas torcidas, el pitillo en los labios, gritando como una posesa: “Este es el fín, atenienses!”. A Ulises le pareció que aquella vieja siempre había estado allí, sentada bajo la lluvia en Omonia, o en cualquier otra plaza depauperada del país. Le compró unos cigarrillos y siguió paseando.

En los barrios populares de Psiri y Keramikós, antes bulliciosos y alegres, las aceras están solitarias a las ocho de la tarde y las luces de las tiendas, apagadas e inanes. Entrar a oscuras en el cajero de un banco también tiene sus riesgos: puedes pisar tres bultos humanos antes de llegar al cash. Te miran desde el suelo pidiendo perdón por ser pobres. Tú les devuelves la mirada pidiendo excusas por obtener dinero.
“ Los mercados ya no tiene respuesta para Grecia” grita 
Alexis Tsipras desde una gran plasma.
“No pasarán”, así en castellano, es una de las pintadas más frecuentes en los muros. No son de ahora, sino de 2010 o 2012, fechas de los primeros rescates. Sólo tienen cuatro años pero ya lucen descoloridas y viejas, como si procedieran de los tiempos del imperio otomano. En cuatro años Grecia ha perdido la cuarta parte de su riqueza. ¿Cómo es posible que Alemania, con el 5 por ciento de paro pertenezca al mismo grupo monetario que Grecia, con el 25?, se pregunta Ulises.

“Los mercados ya no tiene respuesta para Grecia” grita Alexis Tsipras desde una gran plasma instalada en el kiosko de la coalición Tsyriza de la plaza Klafthmonos. La jaima está repleta de propaganda servida por jóvenes estudiantes comprometidos. Unos 2.000 en Atenas están actuando como voluntarios. Yulia, universitaria, es una de ellas. Su pronóstico es claramente subjetivo: “La derecha no pasará del 18 por ciento y nosotros ganaremos por mayoría”. El candidato Tsipras habla desde Creta en su último mitin de campaña. Los altavoces difunden su voz grave en toda la calle, y las consignas llegan hasta las terrazas, donde chicas ociosas fuman y toman pequeños cafés sin parar. El candidato no se fía de las encuestas e intenta convencer desesperadamente al 11 por ciento de indecisos que mañana domingo puede darle la mayoría absoluta. Eliseos, camarero, es uno de ellos: “Tsipras, Samarás…es lo mismo. Yo estoy muy contento de ser anarquista”. Samarás, por su parte, candidato de Nueva Democracia, el partido que falseó las cifras de entrada en el euro, está hablando en Atenas, pero a la media hora del mitin, ya no queda una sola bandera griega ni en las calles, ni en el metro.

En la televisión hay un programa que se llama “Proyecto Rojo”. A Ulises le recuerda otro llamado “Al rojo vivo”. Por unos momentos le parece estar ante la Sexta. ¿No es Pablo Iglesias el entrevistado? La periodista pregunta al líder de Podemos. “Usted es muy joven, 36 años. ¿Le parece estar preparado para gobernar?”. Hace seis años a Alexis Tsipras, con 34, le hicieron la misma pregunta y el líder de Tsyriza dijo: no, no estamos preparados, se ganó unas buenas simpatías por su sinceridad y hoy es el candidato más atractivo. Iglesias no lo duda: “sí, claro que estamos preparados; los que no están preparados son los que nos han metido en esto”.
Grecia debe 280.000 millones de euros. Todavía no han nacido las generaciones que podrán pagar esta deuda. Los dueños de los mercados sugieren que el país venda sus islas. Dan por finiquitado al enfermo y proponen emplear recursos en las economías que todavía pueden salvarse. Y citan a España, por ejemplo.
Los atenienses de la calle no confían mucho en las elecciones. Ellos inventaron el escepticismo y el estoicismo. Todavía se sienten criaturas traídas y llevadas por los dioses, ante quienes poco puede hacerse. Los más viejos juegan una partida de tabli (backgammon) en una taberna rodeados por chupitos de ouzo. Katerina, 70 años, opina que el problema no son las elecciones sino el día siguiente.
Chicas con minifaldas vertiginosas pasean las calles de Karaiskaki a última hora de la noche. Ulises ya no les pregunta. Se interroga sobre la decadencia de su patria. ¿Viene de ahora o no se fue nunca? Las últimas emisiones de televisión están pobladas de músculos, boxeo y concursos de Gran Hermano. En lo alto, el Partenón llora una lluvia triste sobre sus ciudadanos.Texto: Emilio Garrido

24 ene 2015

Charlie Hebdo, medios y periodistas

La última portada del periódico con la caricatura de Mahoma sosteniendo el cartelito “Yo Soy Charlie” en expresión de pena y titulada “Está todo perdonado” implica una actitud de soberbia simbólica. Otra vez, la palabra y el perdón parecen atributos eurocéntricos.

Esta arrogancia moral que aniquila al Otro pone en circulación un espiral de violencia que desde las redacciones y los diferentes medios de comunicación se reproducen sin considerar la estructuración ideológica que atraviesan los discursos y el espacio de lo público.
Las opiniones sobre el ataque al semanario francés Charlie Hebdo comenzaron a saturar parte de las redes sociales y medios de comunicación que se encolumnaron tras la defensa a la libertad de expresión y contra el fundamentalismo islámico.
El dolor social que supone la muerte de doce trabajadores de prensa, y la condena que como organización desde los trabajadores estamos dispuestos a asumir, no inhibe poder denunciar e intentar destramar la eficacia de la utilidad política que este ataque supone. La cantidad de reportes que se replicaron con la figura antitética de ciudadanos franceses conmocionados por los terroristas islámicos, otra vez ponen en juego las fichas donde se enfrentan los avances de ciudadanía y civilidad contra la violencia y el descalabro.
El atropello de la hegemonía capitalista occidental y las potencias europeas donde arrasan tras la descalificación, la burla y el desprecio de algunas culturas extranjeras, demuestran un racismo que el atentado evidencia y que desde parte de las redacciones y las organizaciones “ciudadanas” reproducen hasta saturar el espacio.

La intolerancia

Según el investigador de Sociología del Medio Oriente Enrique Herszkowich, para muchos musulmanes, “la caricaturización de Muhammad bien puede ser considerada una blasfemia. Pero, sin duda, la idea de que debe ser castigada con la muerte del artista, sólo se restringe, en la actualidad, a una pequeña minoría entre los mil quinientos millones de fieles”.
Sin embargo, las acusaciones vertidas en las diferentes crónicas y análisis lo engloban como parte de la cultura árabe o el mundo islámico ejerciendo una falsa equivalencia -que no solo reproducen parte de las publicaciones locales sobre el atentado en el periódico francés sino que se extiende por todo occidente-. La estigmatización del Islam después de los atentados de septiembre de 2001 y de fenómenos como Al Qaida o el Estado Islámico lo prueban.
El nodo de la discusión, entonces, se bifurca hasta caer en el pozo ciego de generalizaciones simplistas que permiten justificar las políticas de saqueo neocoloniales ya avanzado el tránsito por el siglo XXI. La intervención de las potencias económico militares en los países que poseen abundantes recursos en bienes naturales a partir de la industria de las guerras va sosteniéndose en un andamiaje basado en el discurso del odio y la intolerancia hacia las creencias de otros sistemas como materia prima.
Otra de las maneras en que se manifiesta la intolerancia es en la burla o infantilización de las creencias. Desde diversos formatos de publicaciones, la desacralización, el desprecio por otras culturas y sus rituales más profundos, son las formas de atropello desde un capitalismo cruento que pretende imponer su ideología de mercado bajo la creencia del dios dinero.

La cultura del desprecio

Esta violencia es constitutiva de la cultura occidental europea que arraiga un desprecio al otro cuando se manifiesta profundamente como diferente -y no puede diluirlo en tarjetas postales de minorías folclóricas dentro de la industria del turismo-.
La burla demuestra un acto de creencia en una superioridad mental, principalmente en ciudades que se van poblando de racismos. Basta recordar las barricadas con autos en llamas y las alzadas en protesta en Francia y caminar hoy por estas ciudades europeas, bellas, y de monumentos fastuosos donde por cada esquina hay algún inmigrante musulmán precarizado como vendedor callejero o en algún rebusque en un sistema que lo expulsa y denigra. Aquí los empleos no son por capacidad o competencia sino por nacionalidad.
Actualmente en Francia viven aproximadamente unos seis millones de musulmanes, algunos provienen de la inmigración reciente, pero otros pertenecen a generaciones de familias nacidas en Francia de las ex colonias o de las guerras en la región. Sin embargo, como explica el pensador Herszkowich en la revista Anfibia, existe todavía una asociación, en el sentido común francés, y europeo en general, entre el musulmán y el extranjero donde “los jóvenes de los suburbios, entonces, viven con la amenaza del desempleo, el hostigamiento policial, y la desconfianza de una sociedad que no los considera franceses de pura cepa. Los discursos xenófobos de la derecha, que asocia a la inmigración con el terrorismo y los males económicos de los franceses, y la necesidad de los partidos tradicionales de asegurarse que sus votos no se dirijan hacia esa derecha, no hace más que profundizar esa situación.  Mientras tanto, crecen en toda Europa los movimientos abiertamente xenófobos, antiinmigración, y antimusulmanes”.
La Francia majestuosa e ilustrada alberga miradas despectivas y socarronas que se disparan en un sistema económico, social y cultural que tacha y reprime al diferente. El uso político del atentado y su grito final “Alá tuvo justicia” operará como leit motive para engordar la furia y el desenfreno con que avanza la “cruzada antiterroristas” en las guerras europeas. Bajo el estruendo de acrecentar compras de armas en Estados blancos armados, se solapa la complejidad de la muerte en el periódico de Charlie Hebdo.
Complejidad que desde los reporteros gráficos, periodistas, comunicadores digitales y quienes van conformando parte de las redacciones y responsables de la construcción de discurso necesita poder desentramazar para abordar los hechos sociales anudados en la intolerancia, el desprecio y el atropello en las sociedades liberales de mercado.
Partiendo de la base de repudiar, con absoluto énfasis y energía, la horrenda masacre protagonizada por los mercaderes de la muerte -sea cual fuere la organización o potencia para la que prestan sus deleznables servicios- acaecida en la publicación satírica parisina y que cobrara la vida de una docena de trabajadores de prensa. Texto: Ximena Cabral. Recomendado: Charlie Hebdo y libertad de expresión 

14 ene 2015

Todos somos Charlie Hebdo?

El irracional y criminal ataque a la revista Charlie Hebdo jamás puede ser defendida por personas cuyo principal valor sea la vida humana. Que fanáticos religiosos, sean del credo que sean, asesinen a quienes según ellos se "burlen" de su fe, debe ser repudiado sin más. Para muchos de nosotros, su fe es una burla, pero eso a ellos no les interesa: la intolerancia es la religión del fanático. Estos hechos deben hacernos reflexionar sobre las religiones y sus consecuencias: a la vista de la historia humana, queda en claro, son más que nefastas. Cruzadas, Inquisiciones, Guerras Santas, intolerancia, persecuciones, genocidios están más que a la vista en cualquier libro que recorra el desarrollo de la civilización, sea en el lugar que sea y en el tiempo que sea.
El problema entonces, no es el repudio, sino quiénes lo encabezan, y con qué criterio.
Ver las fotos de los líderes mundiales encabezando desde lejos el pronunciamiento de masas contra el terrorismo, no puede producir más que repulsa a quienes luchamos por un mundo justo, libre de las cadenas del imperialismo, las guerras colonizadoras y saqueadoras, la explotación y la miseria de millones, simplemente porque ellos representan todo eso contra lo que luchamos.
Si no fuese tan trágico, ver juntos a Hollande, Merkel, Cameron, Netanyahu, Rajoy y otras lacras humanas pronunciarse contra el terror, cuando ellos son los mayores terroristas de este planeta junto con la dirigencia yanqui hoy representada por Obama, hasta causaría gracia.
El mundo que hoy vivimos fue modelado por siglos de prepotencia colonialista europea, a la que se le sumaron los yanquis hace más de un siglo (y hace poco los chinos, pero estos todavía se mueven sobre lo que aquellos pergeñaron). Las divisiones limítrofes que hoy existen, atravesando y partiendo pueblos de una misma nación y juntando distintas naciones enfrentadas en un mismo Estado, creando conflictos de todo tipo sólo para mejor administrar los saqueos de las metrópolis, fueron obra de la civilización del "Viejo Continente".
El mundo se mira a sí mismo entonces, desde una concepción eurocentrista. Y es lo que hace que no valga lo mismo un muerto francés que un palestino o un ruandés. El asesinato de 20 europeos en un atentado es dramático y aborrecible, pero significa una gota de agua en medio del mar, respecto de las matanzas que los ejércitos imperialistas (entre los que se encuentra el francés) llevan a cabo en lo que se conoce como el tercer mundo, o mundo subdesarrollado. Y esas masas que hoy salieron a decirle "basta al terrorismo", en las calles de París y en otras ciudades del planeta, se quedan muy cómodas en sus casas a la hora de repudiar a esa maquinaria asesina, con el excepción de lo que por ahora son las minorías de izquierda.
Los medios de comunicación, expresión y reflejo de esa cultura europeizante, no hacen más que machacar sobre lo expuesto. Pero sus editoriales interminables ante la sangre del otro lado del Atlántico, jamás tendrán el mismo tratamiento sobre la muerte y la miseria permanentes, diarias y hasta silenciosas provocadas por el exterminio económico de las corporaciones de las potencias del mundo.
Argelia es un triste recordatorio de lo que son capaces las fuerzas asesinas de los franceses. Incluso aquí, en nuestro país, los genocidas de la peor dictadura de que tengamos memoria, recibieron instrucción de las ratas galas. Vietnam, Libia, Irak, Afganistán, son algunas de las víctimas de las botas francesas.
Pero de esos asesinados... no se acuerdan los cultores de este mundo creado por sus asesinos.

Veo las fotos, veo las marchas y no puedo dejar de pensar en este mundo tan alejado de los valores humanos, porque humanos somos todos, menos los inhumanos hambreadores y genocidas. Seamos franceses, argentinos, libaneses, sirios, palestinos o habitantes de las regiones más inhóspitas de este pequeño planeta azul.
Por todo eso, YO NO SOY CHARLIE. Y estoy seguro que ninguno de los que pelean para erradicar a los verdaderos terroristas que sumergen al mundo día a día en la injusticia lo es. Texto: G. Robles. Recomendado: ORIENTE Y OCCIDENTE