Una “coincidencia” más con The Boss
Algo aún más sorprendente es el poder que tenía Luciano, incluso desde la cárcel. Su impunidad terminó cuando las decenas de prostitutas, “madams” y proxenetas declararon en su contra y testificaron que, en efecto, The Boss les hacía pagar cuotas por todo y si no lo hacían podían incluso morir asesinados por sus matones. Eso llevó a Luciano, por primera vez a ser recluido en una prisión de “máxima seguridad” de Dannemora, en el estado de Nueva York. Su condena se fijó en un mínimo de 30 años y un máximo de 50.
Sin embargo, para su, digamos, buena suerte, años después de que fue encerrado allí, estalló la Segunda Guerra Mundial. Debido a ella, comenzaron a ocurrir sucesos fuera del control de los militares estadounidenses. Uno de ellos fue que submarinos alemanes torpedeaban frecuentemente embarcaciones tanto civiles, como militares estadounidenses. Tan sólo durante los primeros cuatro meses de la guerra fueron hundidas 500 embarcaciones, sin contar las de los aliados. Incluso, fue torpedeado un crucero francés el Normandie, que fue incautado por Estados Unidos y que se acondicionó como embarcación auxiliar, bautizándose como Lafayette. Ese barco no estaba en alta mar, sino anclado en el muelle de río Hudson. Además, en junio de 1942, espías nazis llegaron a la localidad de Amagansett, en Long Island. Esos significaba que los nazis debían de tener alguna clase de ayuda de espías que operaban dentro de los Estados Unidos. No sólo espías, consideraron los militares, sino mafiosos o gente a quien no le importaba la “lealtad”, con tal de ganarse buen dinero. Esos submarinos, se especuló, debían de tener forma de abastecerse, tanto de combustible - no podían viajar desde Alemania sin recargar diesel -, así como de alimentos.
Por lo que se recurrió nada menos que a la mafia y, en especial, a The Boss, para contrarrestar esas traidoras operaciones, como fueron llamadas. Por tanto, la marina, con pleno consentimiento de altos mandos militares, navales, jueces, directores de prisión y “autoridades” involucradas, echó a andar la Operation Underworld (Operación Clandestina), que fue coordinada por un muy importante jefe naval, el teniente comandante Charles R. Haffenden, quien ya había prestado muy valiosos servicios de inteligencia durante la primera guerra mundial. Y tras muchas dilucidaciones, incluso, consultando a capos, todos llegaron a la conclusión de que el único que realmente podía ayudar era nada menos que Lucky Luciano, pues su palabra, era ley. Bastaba con afirmar que “El Jefe lo dijo”, para que en el bajo mundo las cosas se hicieran. Cuando se le planteó a Luciano, la única objeción que puso fue que su nombre no saliera a la luz pública, pues al ayudar a Estados Unidos, era como ayudar al enemigo de Italia, aliada con los nazis. Y si algún día regresaba allí, podrían “cocerlo a balazos”. “No quiero que ninguna palabra de este arreglo salga de aquí”, exigió.
No se explican los autores exactamente qué hizo, pues los archivos de la marina fueron borrados del mapa, pero especulan que Luciano echó a andar toda su red del bajo mundo y, de esa forma, se logró cortar toda la ayuda a los nazis. El resultado fue que durante todo lo que operó la Operación Clandestina, el tiempo que restó a la guerra, no volvió a haber un solo hundimiento de embarcaciones estadounidenses; así de efectiva fue la actuación de The Boss. La consecuencia de eso fue que, Thomas E. Dewey, entonces gobernador de Nueva York, concedió un “armisticio” a Luciano en 1945 por sus “servicios prestados durante la guerra”. Por cierto que Dewey fue quien logró poner tras las rejas a Luciano, por el caso de las extorsiones a prostitutas en 1936 (años atrás, la Coalición Nacional del Crimen había decidido deshacerse de Dewey, debido a que andaba “pisándoles los talones” en sus actividades clandestinas a varios de ellos, pero, irónicamente, a recomendación de Luciano de que entonces “nos echaríamos encima a todos los federales”, el asesinato nunca se llevó a cabo. Así que en eso, Luciano tuvo una epifanía, podría pensarse). Y, después de sólo nueve años de prisión, se deportó a Luciano a Italia en donde, al no haber cometido allí delito alguno, de acuerdo a las “leyes italianas”, se le dejó en libertad a los dos días. Esa acción “patriótica” de Luciano, está muy en consonancia con la muy influyente actividad de los narcotraficantes hoy día, pues muchos andan libres por la vida, operando como si nada, hasta que, quizá las circunstancias que los colocan en esa privilegiada posición, cambian. Por ejemplo, el famoso Chapo Guzmán, quien varias ocasiones anduvo a “un pelo” de ser atrapado y nunca caía, sino hasta hace poco. La pregunta obligada sería ¿por qué, de repente, sí cayó y no antes?, ¿sería que ya no eran necesarias sus actividades, ni para la mafia en el poder mexicana, ni para la mafia en el poder estadounidense?
No sólo eso, sino que algunos analistas apuntan la idea de que los narcos son una especie de guerra sucia estadounidense, destinada a crear una “insostenible” situación en el país en donde operen, con tal de que ello justifique una militarización en la que, incluso, Estados Unidos intervenga directamente, con fuerzas y asesores militares, tal como hizo en Colombia o se está haciendo aquí en México. Además, cuántas veces se ha sabido que capos “muy peligrosos” son amnistiados en Estados Unidos a cambio de que “cooperen”. Y si de mafiosos hablamos, aquí, Elba Esther Gordillo, la que fuera líder vitalicia del malhadado SNTE, también cayó, casi al poco tiempo que la mafia priista se hizo nuevamente del poder. Quizá también sus servicios ya no fueron “necesarios”, pues ya esa mafia estaba precisamente en el poder, con su guiñol EPN a la cabeza. Un capítulo también particularmente especial de El Jefe fue su estancia en Cuba, luego de su deportación a Europa. Como Luciano odiaba todo lo que fuera italiano, trató de cambiar su lugar de residencia. Eso fue en 1947. Y a Cuba iban todos sus, así llamados, lugartenientes (eso le molestaba mucho, pues, decía en su mal inglés y su acento siciliano, “no soy almirante, ni nada de eso, para que digan que tengo lugartenientes”). Le llevaban de todo, principalmente dinero, además que le informaban cómo iban los negocios en Estados Unidos, país que Luciano seguía considerando su tierra natal, a pesar de que nunca se naturalizó (“¡Para qué, si de todos modos me hubieran deportado!”, se quejó al ser entrevistado por Joesten, coautor del libro, de los contados periodistas a los que Luciano consintió en dar entrevistas).
Y vaya si hizo muy buenos negocios, pues durante su estancia en Cuba, además de que adquirió una lujosa propiedad, logró meter en control a California, estado que aún no estaba bajo control del Coalición. Quien se oponía férreamente a tal control era otro famoso gánster, Bugssy Siegel, pues alegaba que él y sólo él, había metido orden en California y que quería quedarse para sí las ganancias que esa operación le estaba dejando. Más bien, lo que le dejó, por órdenes directas, muy lamentables, de Luciano, fue la cabeza abierta de un certero balazo por uno de los matones de la Coalición. Hay que resaltar aquí que los crímenes atroces no son sólo la marca de los capos mexicanos (cuerpos destazados y quemados, por ejemplo). Ya los matones al servicio de Luciano, asesinaban a palazos y picahielazos a sus “enemigos”, sobre todo a los “soplones”, y luego, los desnudaban, los tiraban a un lote baldío, los saturaban de gasolina y les prendían fuego. Supongo que esas atrocidades han servido de inspiración en las actuales, brutales ejecuciones entre supuestos “narcos”. Y se ve muy claramente que Cuba, en ese entonces, además de estar a merced de lo que le ordenara Washington, era nido de hampones, muchos de los cuales hacían buenos negocios allí, controlando casinos, contrabandeando droga y haciéndose de lujosas propiedades, como el hotel Riviera, construido y operado por Meyer Lansky, también de la Coalición y gran amigo de Luciano (él lo iba a visitar cuando estaba en prisión y arregló lo de hablar con Luciano para que ayudara con lo de la Operación Clandestina). Quien haya visitado la Habana y se haya hospedado en el Riviera, estará de acuerdo en que, a pesar de los años, se ve aún muy imponente. Así de imponente era el poder de los capos en Cuba.
En cuanto a la influencia de Washington, es clara, pues se embargó todo tipo de medicamento a Cuba hasta que no se deshicieran de Luciano (la respuesta cubana fue un tardío bloqueo de azúcar a Estados Unidos, que no duró demasiado, pues prefirieron, en efecto, deshacerse de El Jefe). Sería oportuno señalar aquí que gracias a su revolución, Cuba se deshizo del control casi hegemónico que ejercía EU sobre la isla, además de que también se libró del club de capos, amigos de Luciano (por desgracia, no podemos dudar de que actualmente en Cuba no existan mafias, justo como todos aquéllos que constantemente exigen la “democratización” cubana). Finalmente, Feder y Joesten abordan la estancia de Luciano en Italia, en donde hizo de todo, desde vender ropa usada (la que adquiría ilegalmente, contrabandeada desde Estados Unidos por sus lugartenientes), hasta el más lucrativo negocio de la venta ilegal de heroína. En esos años, por cuestiones médicas, aún se permitía que laboratorios legales fabricaran heroína a partir de la goma de opio. Pero la cantidad permitida era de algunas decenas de kilogramos a cada nación que la procesaba. En Italia existían varios de tales laboratorios quienes legítimamente producían ese opiáceo, no más de 180 kilogramos anuales, hasta antes de 1952, que fue cuando se reguló aún más la producción. Pero, dado que desde siempre, Estados Unidos ha sido el demandante número uno de todo tipo de drogas, sean legales o no, Luciano construyó una muy enmarañada red de fabricación clandestina de heroína que implicó no sólo a los “respetables” laboratorios, tales como RAMSA, SAIPOM, SACI o Shiaparelli Laboratories, que eran, en ese entonces, las mayores “respetables” empresas farmacéuticas de Italia y que estuvieron directamente involucradas con la producción ilegal de heroína. Además, respetables científicos y profesores “eméritos”, también le entraban al negocio, muchos de ellos por simples amenazas de parte de El Jefe, de que si no cooperaban, sus cuerpos inermes iban a flotar cerca de la costa. De entre los mencionados figuran Egidio Calascibetta, prestigioso director de SAIPOM, pero, además, comendador, que era uno de los títulos más importantes que el rey, en los días de la monarquía, podía otorgar a alguna importante personalidad. Igualmente, Carlo Migliardi y Guglielmo Bonomo, ejecutivos de dichas empresas, además de “honorables” profesores universitarios, también eran parte de esa red armada por Luciano.
Y los métodos que empleaba El Jefe para contrabandear dicha droga eran ingeniosos, pues recurría a todo. Una frontera preferida era la yugoslava, poco vigilada. Camiones cargados con troncos, colocaban entre los buenos algunos huecos, que era en donde se transportaba la heroína (también, supongo, que en esos ingeniosos métodos, se han inspirado los modernos narcos). Embarcaciones de todo tipo también se empleaban, desde humildes lanchas de pescadores, hasta lujosos yates. Incluso, ¡hasta submarinos! Muchas de esas embarcaciones o submarinos eran adquiridos de los sobrantes del ejército estadounidense, de manera “irregular” y puestos a disposición de la Coalición (vaya con las coincidencias entre los narcos y la Coalición pues, en efecto, hasta de submarinos se han valido para contrabandear cocaína. Sin embargo, en Italia no se actuó contra Luciano hasta que, por órdenes directas de Washington, los carabinieri efectuaban redadas a las empresas involucradas y arrestaban a los “sospechosos”. Sin embargo, a pesar de las supuestas “exhaustivas” investigaciones, nunca se pudo ligar directamente a Luciano con ninguna de ellas y vivió siendo libre, como un ciudadano “respetable”. Ni siquiera el hecho de que a veces sus amigos le “regalaban” unos miles de dólares o un auto nuevo, como hizo una vez Pasqualle Mastranga, un comerciante de aceite de olivo y queso de Brooklyn, quien le “obsequió” $57,000 dólares más un Oldsmobile nuevo, verde (que todo mundo identificaba desde entonces, como perteneciente al Jefe). Se suponía que dinero introducido ilegalmente a Italia debía de pagar, como multa, cinco veces la suma. Luciano, tras supuestas pláticas con la prefectura, se “arregló” pagando sólo $4000 dólares de “multa”. El auto, que circulaba “ilegalmente” con placas de Nueva Jersey, tampoco fue problema, pues Luciano alegaba que en Italia se prohibía legalizar autos introducidos ilegalmente al país (en efecto, muchos autos estadounidenses circulaban en Italia, en ese entonces, sin registro ni placas italianas, pues no podían legalizarse). Fueron los dos “delitos” que le pudieron achacar a The Boss. Nada más.
Pero aquí también caben las comparaciones, pues vemos que desde entonces, EU se ha erigido en el “policía mundial”, metiendo las narices en todo y defendiendo no sólo sus intereses, sino los de corporaciones de dicho país, aunque las actividades de éstas sean cuestionables. Por ejemplo, cuando violó territorialmente a Pakistán, con tal de “capturar” a Osama Bin Laden, violando todo tipo de leyes y normas, tanto nacionales, como internacionales (ver la cinta Zero Dark Thirty, conocida aquí como “La noche más obscura” de Katherine Bigelow, que denuncia esa sucia operación paramilitar). Igual hizo con el señor King Dotcom, dueño de la extinta empresa Megaupload cuando hace poco más de dos años, bajo una orden del FBI, la policía neozelandesa irrumpió violentamente en la mansión de Dotcom, a quien acusó de apropiación ilegal de material intelectual protegido, además de piratería. Los lacayos policías neozelandeses ejecutaron la orden sin chistar nada y, ¡peor aún!, dirigidos personalmente por agentes del FBI! Sí, agentes del FBI operando en Nueva Zelanda. En otra ocasión, Rodolfo Rodríguez Cabrera, un cubano, fabricante por su cuenta de máquinas tragamonedas piratas, copiadas de la empresa International Game Technology, IGT, a quien aquél “admiraba”, fue aprehendido en Latvia, ex república soviética, en donde habitaba y operaba desde hacía algunos años su “pirata” empresa, muy feliz de estarse haciendo rico (el sueño de la mayoría dentro de esta sociedad materialista a ultranza). Para su desgracia, otra vez, bajo las órdenes de Washington, agentes del FBI, violando la extraterritorialidad de ese país, fueron, personalmente, a aprehenderlo. En este caso, EU defendió los derechos intelectuales de IGT, sin importar que esta empresa tenga como actividad la de crear ludópatas y quitarles su dinero y generar, con ello, un grave problema social.
Nada de sorprender lo que hace EU en otros países, pues en México no sólo agentes del FBI, sino de la DEA operan a sus anchas, empleando embajadas o consulados como sus cuarteles generales, dando, por ejemplo, los “pitazos” de en dónde se encuentra tal o cual narco. Incluso, la cacería - que eso es - de humildes ilegales en nuestro territorio, realizada por supuestas bandas criminales y policías corruptos son medidas dictadas “indirectamente” desde Estados Unidos pues México es también parte de su “seguridad territorial” (ver la interesante cinta “La jaula de oro”, en donde se muestran todas las terribles tribulaciones que los inmigrantes centroamericanos deben de padecer para alcanzar el ya inexistente American Dream). Y, como ya he mencionado, que se hayan hecho “coaliciones” para invadir en dos ocasiones a Irak, que más parecieron cárteles paramilitares que buscaron apoderarse del petróleo de ese país, comandadas por EU, recuerdan las mafiosas operaciones de Luciano y la Coalición Nacional del Crimen. Eso mismo sucedió en Libia, en donde Muamar Kadaffi fue depuesto y asesinado por absurdas acusaciones. Tras su derrocamiento, fue impuesto un “gobierno” títere, manejado por Estados Unidos, al que ha permitido que las petroleras de dicho país operen a sus anchas con las enormes reservas con las que cuenta Libia. Y es lo que está sucediendo en Siria, que Estados Unidos ha pretendido, a través de mercenarios, deponer a Bashar Asad. Eso sucede igualmente en Ucrania, en donde se ha provocado una guerra civil que más tiene que ver con los intereses energéticos de EU que con la “seguridad territorial” de Ucrania contra Rusia, como menciono antes.
También vemos la infame relación belicosa entre Estados Unidos e Israel. Washington nada objeta, ni protesta con la gradual invasión que Israel han hecho de legítimo territorio palestino, sobre el que construyen ilegales asentamientos judíos. Mucho menos durante las varias masacres que militares judíos han hecho contra los palestinos, asesinando a cientos de civiles inocentes, sean hombres, mujeres o niños. ¿Será, acaso, que Estados Unidos, muy inspirado por el Jefe y su Coalición, quiera convertirse en el moderno Lucky Luciano del mundo? Pareciera eso. Por último, Feder y Joesten apuntan un excelente párrafo que englobaría todo el poder al que pueden llegar las mafias, de todo tipo, hay que decirlo. Sobre cualquier duda que un ciudadano común tuviera en cuanto al poder de la mafia, que dijera, “¿Y qué, eso ni me afecta?”, aquellos señalan, muy correctamente, que “Bueno, si Lucky y Lepke (otro capo) no hubieran exigido tantos tributos a los bancos y a los fabricantes de ropa (a quienes también extorsionaban) y otra docena de industrias, el costo de vida de usted no sería tan alto como ahora es. Si Lucky y Costello, la mafia de Capone, los Jack Dragmas y Bugssy Siegels (más mafiosos) de California, los Adonises y Lansky y los Mafiosos Morados (más mafiosos), quienes trabajaban en Miami como un equipo no hubieran apilado tantas ganancias por apuestas y juego, no habrían podido corromper a sus autoridades elegidas o en funciones”. Y más adelante, irónicos, Feder y Joesten, agregan que “Pero las autoridades Antinarcóticos Federales, le harán creer a usted que si Lucky no hubiera erigido un imperio de tráfico de drogas en la mitad del planeta, miles de sus niños no estarían sufriendo de muerte lenta en este mismo instante”. Aquí, se hace la alusión a que muy buena parte del problema de la actuación casi a sus anchas de capos y bandas criminales, en ese entonces, y en la actualidad, es que tales actividades no se habrían desarrollado - y se seguirán desarrollando, hay que reafirmarlo - sin la corrupta complicidad, justamente, de las mafias en el poder. Y así sigue siendo, si sigue el narcotráfico, es porque, como menciono antes, es un excelente negocio tanto para narcos, como para las mafias en el poder. Si continúan las guerras, es excelente negocio tanto para los traficantes de armas, como para las “respetables” corporaciones que fabrican armas. Si megamineras y petroleras siguen depredando recursos y destruyendo el medio ambiente en todo el planeta, es, también, por su tácito contubernio con las mafias en el poder. Si los alimentos se encarecen día a día y hay mil millones de pobres, pues así conviene a las mafiosas corporaciones agroalimentarias. Si aquí la mafia prianista está privatizando energéticos, imponiendo lesivas y regresivas leyes “laborales”, que pueden despedir a alguien con un mensaje de texto o aplicando “reformas educativas”, que no buscan más que crear dóciles autómatas-consumidores, que sólo trabajen mucho y no protesten, se debe a los arreglos gansteriles entre esos mafiosos y corporaciones y barones del dinero, igualmente mafiosos. Y si el capitalismo salvaje, con su estructura mafiosa, concentradora, empobrecedora, destructiva, depredadora… sigue (y seguirá por algún tiempo) operando, se debe a que a esos mafiosos, los modernos Lucianos, “legales” o no, de todo tipo, el uno por ciento, que nos controlan al 99% restante, así conviene. Texto: Adán Salgado Andrade. Ver: 'Parte I' & 'Parte II'.