29 feb 2016

Historia breve del Banco Mundial (II de II)

La ocupación y la reconstrucción de Iraq

La intervención militar de marzo de 2003 contra el Iraq de Sadam Husein, seguida de la ocupación de su territorio, se llevó a cabo sin el acuerdo de la ONU y contra la opinión de varias potencias, entre ellas Francia, Alemania, Rusia y China. Estados Unidos, a la cabeza de la coalición que lanzó el ataque gozó del apoyo activo de los otros tres miembros del G7 (Reino Unido, Japón e Italia) y de algunas potencias medianas, como España y Australia.

Desde el mes de abril de 2003, Estados Unidos tomó la iniciativa de negociar en el G7 y en el del Club de París una reducción substancial de las deudas contraídas por el régimen de Sadam Husein. La cuestión era aliviar el peso de esta deuda a fin de que el nuevo Iraq, ahora un aliado, estuviera en condiciones de contraer y reembolsar nuevas deudas. Como complemento a esta gestión, el gobierno estadounidense presionó al Banco Mundial y al FMI con el fin de que ambas instituciones prestaran a las nuevas autoridades iraquíes, que estaban directamente bajo su control por medio del administrador civil de Iraq, el estadounidense Paul Bremer. A través de diversas declaraciones, entre fines de marzo y de mayo de 2003, se ve claramente que tanto el presidente del Banco Mundial como el director del FMI eran muy reticentes. No se reunían las condiciones previas a la concesión de préstamos. ¿Cuáles eran los problemas?
1º) La legitimidad de las autoridades iraquíes no estaba reconocida, puesto que carecían de soberanía, dado el papel que desempeñaban Paul Bremer y las autoridades de ocupación.
2º) En principio, el Banco Mundial y el FMI respetan la siguiente regla: no se conceden nuevos préstamos a un país que está en cesación de pagos de su deuda soberana. La presión ejercida por Estados Unidos, tanto sobre el Banco y el FMI como sobre las potencias opuestas a la guerra, levantó progresivamente los obstáculos en la medida en que el Consejo de Seguridad de la ONU, en su reunión del 22 de mayo de 2003, otorgó a Estados Unidos y a sus aliados la gestión del petróleo iraquí y levantó el embargo contra Iraq. El Consejo de Seguridad no reconoce la guerra pero reconoce la ocupación como hecho consumado. Estados Unidos y sus aliados lograron que el Banco Mundial y el FMI participaran activamente en la conferencia de donantes para la reconstrucción de Iraq realizada en Madrid el 23 de octubre de 2003.
El caso de Iraq muestra que Estados Unidos puede establecer una alianza para determinar la orientación del Banco y del FMI, a pesar de las reticencias de sus principales dirigentes, James Wolfensohn y Horst Kölher. En octubre de 2004, Estados Unido consiguió que los países miembros del Club de París (del que forma parte) anularan en tres tramos el 80 % de los 38.900 millones de dólares que reclamaban a Iraq.

Discrepancias entre la dirección del Banco Mundial y Estados Unidos

A comienzos de los años 70 surgieron divergencias entre el gobierno de Estados Unidos y la dirección del Banco. Esto provenía del hecho de que McNamara, presidente del Banco desde 1968, sintonizaba con el partido demócrata: había entrado en la política gracias al presidente John F. Kennedy, quien lo llamó a su lado como consejero en 1961; continuó su carrera política con otro presidente demócrata, Lyndon B. Johnson (como secretario de Estado de Defensa), cuya administración lo hizo designar presidente del Banco Mundial a partir de 1968. En 1969 la situación cambió con el acceso a la presidencia del republicano Richard Nixon, pero el mandato de McNamara siguió vigente. Durante el año 1971, hubo algunos choques entre la administración Nixon y la dirección del Banco. Por ejemplo, el gobierno ordenó al director ejecutivo representante de Estados Unidos que votara contra un préstamo que el Banco había decidido otorgar a Guyana. En 1972, la cuestión era renovar el mandato de McNamara (un mandato dura cinco años) o reemplazarlo. Los republicanos estaban en principio de acuerdo en la designación de uno de sus correligionarios, pero finalmente el ejecutivo confirmó a McNamara, sin mucho entusiasmo. Durante su segundo mandato las tensiones fueron en aumento. El gobierno se opuso a una iniciativa con la que Mc Namara estaba muy comprometido: había negociado con los países miembros de la OPEP la constitución de un nuevo fondo de financiación del desarrollo alimentado con los petrodólares. El gobierno, que quería romper el cartel constituido por la OPEP, abortó la iniciativa. En este episodio de tensión, fue el secretario de Estado Henry Kissinger quien llevó la ofensiva contra McNamara. Como alternativa a la creación de un fondo especial alimentado por la OPEP, Kissinger proponía aumentar los fondos disponibles para la Sociedad Financiera Internacional y el Banco Mundial.
Las relaciones entre McNamara y el gobierno mejoraron de nuevo sensiblemente con el acceso a la presidencia de la Casa Blanca de otro demócrata, Jimmy Carter. A tal punto que McNamara fue invitado a participar en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional para discutir el aumento de los medios financieros de la AID.
El final del mandato de McNamara fue bastante agitado a causa de la llegada a la presidencia en enero de 1981 de otro republicano, Ronald Reagan. Éste y los republicanos habían hecho campaña a favor de un cambio radical en la política exterior de Estados Unidos, con consecuencias inmediatas para el Banco Mundial. Reagan proponía una fuerte reducción de la ayuda multilateral, y en consecuencia el aporte de Estados Unidos a la AID, en beneficio de la ayuda bilateral, con un fuerte aumento de la asistencia militar.
La propuesta de ley que presentó en enero de 1981 David Stockman, director de la Oficina de Gestión y Presupuesto (Office of Management and Budget) es significativa del estado de ánimo de Reagan y sus aliados. Su sanción habría significado un recorte de las contribuciones de Estados Unidos a la AID y a las Naciones Unidas, y un aumento de los gastos de asistencia militar. David Stockman resumió en 1986 de la siguiente manera el sentido de su propuesta, presentada conjuntamente con el parlamentario Phil Gramm en el Congreso en enero de 1981: «El plan de presupuesto presentado por Gramm y Stockman proponía fuertes reducciones en la ayuda económica externa sobre una base de principios puramente ideológicos. Gramm y yo creíamos que los órganos de la ayuda internacional y del supuesto desarrollo del Tercer Mundo estaban infestados de errores socialistas. La burocracia de la ayuda internacional conducía los países del Tercer Mundo al atolladero de la ineficacia autoimpuesta enterrándolos bajo montañas de deudas que jamás estarían con condiciones de pagar.»
La situación mejoró netamente con la designación de un nuevo presidente del Banco. El gobierno eligió a Alden W. Clausen, hasta entonces presidente del Bank of America. Entró en funciones el 1 de julio de 1981. Muchos neoliberales duros entraron en el staff del Banco, entre ellos Anne Krueger, designada el 10 de mayo de 1982 economista jefe y vicepresidenta del Banco Mundial. Leyendo, más adelante, la carta del presidente Reagan al líder republicano del Congreso, se tendrá la prueba del cambio de actitud favorable del poder ejecutivo hacia el Banco.

La influencia de Estados Unidos vista por el poder ejecutivo

Un informe del Tesoro de Estados Unidos que data de 1982 se congratula de la preeminencia estadounidense en el seno de las instituciones financieras multilaterales: «Si la estructura y la misión del Banco Mundial están tan estrechamente vinculadas al mercado, es esencialmente gracias a la influencia de Estados Unidos [...] Somos nosotros igualmente quienes hemos hecho de él una entidad estructurada que funciona con escrutinio calificado, dirigida por un consejo de alto nivel favorable a Estados Unidos y administrada por un personal competente. En tanto que miembro fundador y accionista principal del Banco, Estados Unidos goza del derecho único de disponer de un sitio permanente en el CA del Banco. Otros socios importantes —dirección, donantes y beneficiarios de primer orden— han reconocido que Estados Unidos tiene un peso preponderante ante los Bancos (de desarrollo multilateral). La experiencia les ha enseñado que nosotros disponemos de palancas financieras y políticas capaces de modificar los objetivos políticos de los bancos y que estamos preparados para usarlas.» Según Walden Bello, en otra parte de este documento del Tesoro se puntualiza que «Estados Unidos ha podido imponer su punto de vista en doce de los catorce casos que provocaron debates en el seno del Banco —ya se tratara de bloquear el estatuto de observador acordado a la OLP, o bien de poner término a las ayudas acordadas por el Banco a Vietnam y a Afganistán—».
Una parte de otro informe del Tesoro fechado en el mismo año está también dedicado al Banco Mundial y a los otros bancos de desarrollo: «En conjunto, las políticas y los programas del Banco Mundial han coincidido con los intereses de Estados Unidos. Esto es particularmente cierto en lo que respecta a la elección de los países ayudados y en materia de problemas políticos sensibles. El carácter internacional del Banco, su estructura empresarial, la fuerza de su equipo de gestión y la estructura del reparto de votos en el seno del Banco han asegurado una amplia coincidencia entre sus políticas y prácticas y los objetivos políticos y económicos a largo término de Estados Unidos.» En otra parte del mismo informe se lee: «Promoviendo el desarrollo político y social en el Tercer Mundo, alentando unas políticas económicas orientadas al mercado y preservando una reputación de imparcialidad y de competencia, los bancos multilaterales de desarrollo alientan a los PED a participar con más fuerza en un sistema internacional basado en la liberalización del comercio y los flujos de capitales. Esto representa unas oportunidades crecientes para las exportaciones, las inversiones y las finanzas de Estados Unidos.»
En una carta del presidente Ronald Reagan a Robert Michel, líder republicano en la Cámara de Representantes pidiéndole que apoye el aumento del capital del Banco Mundial en 1988, se encuentra una lista muy útil de países con ingresos medios que constituyen los aliados estratégicos de Estados Unidos y que son apoyados por el Banco. He aquí un fragmento de dicha carta: «El Banco dedica la gran mayoría de sus medios al sostén de proyectos de inversión específicos en los PED de ingresos medios, Son principalmente países (como Filipinas, Egipto, Pakistán, Turquía, Marruecos, Túnez, México, Argentina, Indonesia y Brasil) que tienen importancia estratégica y económica para Estados Unidos.»

Los beneficios financieros que obtiene Estados Unidos de la existencia del Banco Mundial y de su influencia sobre éste

Catherine Gwin hace un cálculo de lo que el Banco y sus actividades aportaron a Estados Unidos entre 1947 y 1992. Hay que distinguir en primer lugar dos aportes: primero, los ingresos percibidos por los ciudadanos estadounidenses que poseen bonos emitidos por el Banco (según ella, esto representaba unos 20.200 millones de dólares en el período mencionado); segundo, los gastos de funcionamiento del Banco en el territorio de Estados Unidos (que representaban unos 11.000 millones de dólares en el mismo período). Después, prosigue, hay que tener en cuenta sobre todo el efecto de palanca de la inversión de Estados Unidos en el Banco Mundial y en la AID. Desde la creación del Banco Mundial, Estados Unidos habría hecho, en suma, un gasto mínimo: 1.850 millones de dólares, mientras que el Banco Mundial concedió préstamos por un monto total de 218.200 millones de dólares (más que centuplicado). Estos préstamos generaron importantes pedidos para las empresas estadounidenses. La autora no proporciona ninguna cifra sobre el monto de los pedidos (lo que en la jerga del Banco se denomina el flow-back). En el caso de la AID, Estados Unidos desembolsó una suma más importante: 18.000 millones de dólares para financiar los préstamos de la AID, que se elevaron a 71.000 millones.

La influencia del mundo de los negocios y del gran capital de Estados Unidos sobre el Banco Mundial

El hecho de que el Banco Mundial se procure, desde el principio de su existencia, de lo esencial de sus medios financieros mediante la emisión de títulos, lo mantiene en relación permanente y privilegiada con los grandes organismos financieros privados de Estados Unidos. Éstos se encuentran entre los principales compradores de esos títulos y ejercen sobre el Banco una influencia considerable.
El vínculo existente entre el medio de los negocios, el gran capital de Estados Unidos y el Banco Mundial también se percibe, de inmediato, si uno se detiene a mirar las carreras de diez de los doce ciudadanos estadounidenses que se han sucedido al frente del Banco hasta nuestros días.
Eugene Meyer, el primer presidente, que estuvo sólo ocho meses, era el editor de The Washington Post y ex miembro del grupo bancario Lazard Frères. El segundo, John J. McCloy, un importante abogado de negocios de Wall Street, que a continuación fue designado Comisario jefe de los aliados en Alemania y luego chairman del Chase Manhattan Bank. El tercero, Eugene R. Black, era vicepresidente del Chase Manhattan Bank y posteriormente fue consejero especial del presidente Lyndon B. Johnson. El cuarto, George D. Woods, también banquero, era presidente de la First Boston Corporation. Luego, Robert S. McNamara había sido presidente-director general de la Ford Motor Company, y después secretario de Estado de Defensa con John F. Kennedy y Lyndon Johnson. Su sucesor, Alden W. Clausen, era presidente del Bank of America (uno de los principales bancos de Estados Unidos, muy involucrado en la crisis de la deuda del Tercer Mundo), al que se reintegró cuando dejó el cargo en el BM. En 1986, le sucedió Barber Conable, ex miembro republicano del Congreso. Luego, Lewis T. Preston asumió en 1991, había sido presidente del comité ejecutivo del banco J. P. Morgan. Después, James D. Wolfensohn, presidente desde 1995, era banquero en Nueva York, en Salomon Brothers. Al acabar su presidencia, en mayo de 2005, ingresó en la dirección del Citibank-Citigroup, uno de los principales bancos del mundo. Paul Wolfowitz era subsecretario de Estado de Defensa cuando asumió su cargo como décimo presidente del Banco Mundial en mayo de 2005. En resumen, por lo general, se estableció un estrecho lazo entre el poder político estadounidense, el mundo de los negocios (se puede decir, el núcleo duro de la clase capitalista estadounidense) y la presidencia del Banco Mundial. Texto: Éric Toussaint, portavoz del CADTM Bélgica (www.cadtm.org) y profesor en la Universidad de Lieja, es autor de varias obras, entre ellas: Bancocratie, Aden, Bruselas, 2014, http://cadtm.org/Bancocratie; Procès d’un homme exemplaire, Edition Al Dante, Marsella, 2013; Banco Mundial: el golpe de Estado permanente. La agenda oculta del Consensus de Washington, Ediciones El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2007; y una Tesis Doctoral, presentada en 2004 a las Universidades de Lieja y de París VIII, titulada: «Enjeux politiques de l’action de la banque internationale pour la Reconstruction et le Développement et du Fonds Monétaire International envers le tiers-monde. Además es coautor junto a Damien Millet de 60 preguntas, 60 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial, Icaria Editorial, Barcelona, 2009; del libro colectivo La deuda o la vida, Icaria Editorial, Barcelona 2011 que tuvo el premio al libro político concedido por la Feria del libro político de Lieja. VER: PARTE 1

10 feb 2016

Historia breve del Banco Mundial (I de II)

La idea de que la institución se habría convertido en una enorme burocracia progresivamente independizada de la influencia de los Estados no concuerda con la realidad. En particular, este concepto erróneo ha sido expresado por el ambientalista estadounidense Bruce Rich en su agudo libro sobre el Banco Mundial. Lo cierto es que éste está bajo el firme control del gobierno de Estados Unidos, que es quien negocia bajo su liderazgo, en el seno del Banco, la política a seguir con los gobiernos de las otras potencias capitalistas. Por lo general, no se toma el trabajo de hacer los esfuerzos necesarios para llegar a un consenso con sus socios principales (desde finales de los años 50, éstos son Japón, Alemania, el Reino Unido y Francia), imponiendo al Banco directamente sus puntos de vista. En algunas ocasiones, las relaciones del gobierno estadounidense con el presidente del Banco o con su dirección, en sentido amplio, han sido tensas. Así mismo, se ha de tener en cuenta la intervención, más o menos activa según la época, del Congreso de Estados Unidos. En muchas ocasiones, el ejecutivo estadounidense tuvo que negociar con el Congreso la actitud que se debía mantener con respecto al Banco y a sus actividades. Aunque sometido de forma sistemática a la influencia de Estados Unidos, el Banco Mundial no deja de gozar de cierta autonomía, espacio del que dispone para seguir una lógica propia, que a veces entra en conflicto con el gobierno estadounidense. Esta autonomía es muy limitada y el gobierno impone su voluntad en todas las cuestiones que considera importantes. Por lo demás, no hay que olvidar los estrechos lazos entre el mundo de los negocios (el gran capital) estadounidense y el Banco.


La influencia de Estados Unidos sobre el Banco

«A lo largo de la historia del Banco Mundial , Estados Unidos ha sido el principal accionista y el país miembro más influyente. El apoyo de Estados Unidos al Banco, las presiones que ejerce sobre éste, las críticas expresadas respecto al mismo han desempeñado un papel central en el curso de su crecimiento, en la evolución de su política, de sus programas y de sus prácticas.» Con estas palabras comienza el capítulo sobre las relaciones entre Estados Unidos y el Banco Mundial de 1945 a 1992, del libro comanditado por el Banco para reconstituir sus primeros cincuenta años de existencia. Otros fragmentos de dicho texto, reproducidos a continuación, son tan explícitos que no necesitan comentario:
«La dirección del Banco dedica más tiempo a reunirse con Estados Unidos y a consultarlo con el fin de responder a sus deseos que con cualquier otro país miembro. Aunque esta intensa interacción casi no ha cambiado con el correr de los años, la forma en que Estados Unidos moviliza a los otros países miembros para que apoyen sus puntos de vista se modificó considerablemente. Al principio, la influencia de Estados Unidos era tan predominante que sus posiciones y las del Banco eran indisociables.»
«Estados Unidos ha considerado a todas las organizaciones multilaterales, incluido el Banco Mundial, como instrumentos de su política exterior, que puede utilizar para alcanzar sus propios objetivos.»
«A menudo, Estados Unidos se ha visto contrariado por el proceso de construcción del consenso sobre el que se basa la cooperación multilateral.»
«La preocupación por contener el comunismo y la modificación del poder relativo de Estados Unidos en el mundo explica en gran parte la evolución de sus relaciones con el Banco Mundial en el curso de los últimos cincuenta años.»
«La crisis de la deuda en el Sur y la caída del comunismo en Europa del Este han producido un renovado interés de Estados Unidos con respecto al Banco Mundial.»
Retomemos la cuestión del origen del Banco Mundial y la influencia de Estados Unidos
«A diferencia del FMI, que fue el resultado de una negociación intensa entre Estados Unidos y el Reino Unido, el Banco Mundial es en gran medida una creación de Estados Unidos. Su papel fue reconocido por John Maynard Keynes en sus palabras de introducción a la Conferencia de Bretton Woods.»
«El resultado es una influencia poderosa y duradera de Estados Unidos sobre todos los aspectos del Banco, ya sea sobre su estructura como sobre su orientación política general y la forma de conceder los préstamos.»
Entre los temas que dividían a los participantes de la Conferencia de Bretton Woods figuraba la ubicación de la sede del Banco y del FMI. El Tesoro estadounidense quería que se estableciera en Washington, al alcance de su influencia, mientras que varias delegaciones extranjeras preferían Nueva York, por una parte para distanciarse del gobierno de Estados Unidos, y por otra para estar más cerca de la futura sede de las Naciones Unidas. John Maynard Keynes pedía explícitamente que se mantuviera el Banco y el FMI alejados del Congreso estadounidense y, agregaba, de la influencia de las embajadas; había que elegir a Nueva York como sede. En realidad, antes había intentado convencer a los participantes de que optaran por Londres, y al comprobar que, de entrada, estaba derrotado, trató de evitar que fuese Washington y propuso Nueva York. El secretario del Tesoro, Henry Morgenthau, replicó que se debía desplazar el centro del mundo de Londres y Wall Street hacia el Tesoro de Estados Unidos. Su argumentación fue acertada con respecto a las demás delegaciones ya que, al final de la segunda guerra mundial el imperio británico, aunque tambaleante, era aún dominante. Por lo tanto, había interés en que no se situara la sede de las nuevas instituciones financieras en Londres, al lado de la primera plaza financiera, la City londinense. La segunda parte de la argumentación también fue oportuna puesto que, en Nueva York, Wall Street era sinónimo de la dominación del mundo de los negocios que había producido la catástrofe de 1929. En el fondo, efectivamente Morgenthau quería, como había declarado, establecer el centro de las nuevas instituciones financieras bajo el control del Tesoro y guardar las distancias con Wall Street. Por cierto, Henry Morgenthau, Harry White y Emilio Collado se retiraron o fueron despedidos debido a la presión de Wall Street. En realidad, las instituciones de Bretton Wood cayeron muy pronto bajo la tutela de Wall Street y del Tesoro (de hecho, desde 1947).
Por otra parte, de los doce presidentes del Banco Mundial que se sucedieron desde 1946 a 2014, ocho, incluido el primero, provenían directamente del mundo de los negocios
Para evitar una influencia demasiado fuerte del gobierno de Estados Unidos sobre el comité de dirección del Banco, Keynes deseaba que sus miembros (los directores ejecutivos) dividieran su actividad entre su país de origen y la sede del Banco, por lo que propuso que trabajaran a tiempo parcial. Sin embargo, se impuso la propuesta del Tesoro: los directores ejecutivos tienen residencia permanente en Washington y las sedes de ambas instituciones (BM y FMI) están a cinco minutos a pie de la Casa Blanca.
Cuando se votó en el Congreso de Estados Unidos la participación del país en el Banco Mundial y en el FMI, ésta se aprobó por una mayoría aplastante (345 contra 18 en la Cámara de Representantes; 61 contra 16 en el Senado), lo que no era habitual. Ello demuestra claramente que el Congreso estaba muy satisfecho de las decisiones tomadas en la construcción de ambas instituciones.
A pesar de que el Banco había sido concebido principalmente para la reconstrucción de los países devastados por la segunda guerra mundial, Estados Unidos prefirió lanzar por su cuenta el Plan Marshall puesto que así controlaría totalmente el mercado de las operaciones y de ese modo podría dispensar donaciones a quien mejor le pareciera.
Aunque en definitiva su papel haya sido marginal, en cuanto a la reconstrucción de Europa, de todos modos el Banco Mundial concedió algunos préstamos a ciertos países europeos, siendo el primero de su historia el préstamo a Francia de 250 millones de dólares en mayo de 1947.
Según Catherine Gwin, el gobierno estadounidense se oponía a que el Banco concediera un préstamo a Francia mientras el Partido Comunista Francés (PCF) formara parte de su gobierno. El Departamento de Estado hizo una gestión explícita y formal en ese sentido, y el PCF fue separado de la coalición gubernamental; pocos días después, el representante del Banco Mundial anunció que se había otorgado el préstamo de 250 millones de dólares. Este hecho evidencia la influencia directa ejercida por el ejecutivo de Estados Unidos sobre el Banco y los fines políticos que estaban detrás de esta intervención. En el mismo trabajo, la autora señala que en 1947, Estados Unidos intervino con éxito para impedir la concesión de préstamos a Polonia y a Checoslovaquia porque en los gobiernos de dichos países había comunistas.
Desde el comienzo de sus actividades, la política del Banco Mundial estuvo determinada por el marco de la guerra fría y la orientación de Estados Unidos en ese escenario. El presidente del Banco Mundial ha sido siempre un ciudadano estadounidense propuesto por el gobierno de su país. Desde su origen hasta hoy, el presidente del Banco Mundial ha sido un ciudadano estadounidense propuesto por su gobierno. Los miembros del Consejo de Gobernadores se limitan a ratificar el candidato presentado por el gobierno de Estados Unidos. Es un privilegio que no figura en los estatutos del Banco. Aunque éstos lo permiten, en ningún momento, hasta ahora, un gobernador del Banco Mundial se aventuró —en todo caso, públicamente— a proponer un candidato de otro país, o incluso uno estadounidense que no fuese el seleccionado por el gobierno.

El derecho de veto de Estados Unidos en el Banco Mundial

Desde el comienzo, Estados Unidos es el único país miembro que dispone de derecho de veto en el Banco Mundial. Cuando se creó el Banco, Estado Unidos disponía del 35,07 % de los derechos de voto. Desde la última modificación de los derechos de voto, en el año 2013, dispone del 15,85 %. En un principio, en 1947, año en el que el Banco comenzó su actividad, la mayoría requerida para modificar los estatutos era del 80 % (en manos de por lo menos el 60 % de los países miembros), lo que daba a Estados Unidos un derecho de veto. La oleada de países del Sur que se independizaban aumentaba el número de países miembros del grupo del Banco Mundial, diluyendo progresivamente el peso en votos de Estados Unidos. Pero tuvo la precaución de mantener su privilegio: en 1966, no tenía más que el 25,5 % de los derechos de voto, pero aún así era suficiente.
Cuando, en 1987, esta posición ya no era sostenible, se modificó la definición de la mayoría cualificada a su favor, En efecto, aquel año, Japón |19| negociaba con Estados Unidos un aumento significativo de sus derechos de voto, que lo colocaba en la segunda posición, delante de Alemania y el Reino Unido. Para conceder este aumento a su aliado, Estados Unidos aceptó una reducción de sus derechos de voto con la condición de que la mayoría requerida se llevara al 85 %. De esta manera, a la vez que satisfacía el pedido de Japón, Estados Unidos mantenía su derecho de veto.
Según Catherine Gwin, «Estados Unidos es también el miembro dominante en la dirección del Banco y no sólo porque es su principal accionista. Formalmente, la mayor parte de las decisiones del Banco, incluidas las que se refieren a los préstamos y a la concesión de éstos, requieren una mayoría simple.» Lo que significa que podría quedar en minoría. Pero la autora prosigue: «… sin embargo, las decisiones a menudo preparadas entre Estados Unidos y la dirección del Banco, incluso antes de que lleguen al Consejo de Administración, o entre los miembros del Consejo antes de que sean llamados a votar. Por lo tanto, es el peso de su influencia más que el ejercicio de su voto lo que da a Estados Unidos un poder efectivo sobre la dirección».

La influencia de Estados Unidos sobre el Banco en casos concretos

Veamos ahora los casos de cinco países que demuestran la influencia de Estados Unidos en las decisiones tomadas por el Banco. A tal efecto, nos basamos en los dos libros comanditados por el Banco Mundial para ilustrar su propia historia, así como en sus informes anuales, que contrastamos con otras fuentes, en general críticas con el Banco. La elección no fue fácil, dado que disponemos de una profusión de ejemplos. De hecho, según los libros mencionados, los casos en los que la opinión del gobierno de Estados Unidos no se impuso se cuentan con los dedos de una mano.

Nicaragua y Guatemala

América Central es considerada por el gobierno de Estados Unidos como una parte de su zona de influencia exclusiva. La política seguida por el Banco Mundial en término de préstamos a los países de la región ha estado directamente influenciada por las opciones políticas de Washington. El caso de Nicaragua y Guatemala, durante los años '50, es completamente claro. «Uno de los principales países prestatarios, desde el punto de vista del número de préstamos, era Nicaragua, un país de un millón de habitantes controlado por la familia Somoza. “Washington y los Somoza consideraban que su relación era mutuamente beneficiosa. Estados Unidos apoyaba a los Somoza y éstos apoyaban a Estados Unidos en las votaciones en las Naciones Unidas o en los organismos regionales. Somoza había ofrecido el territorio nicaragüense como base de entrenamiento y de partida de las fuerzas cubanas en el exilio, que en 1961 participaron en el desastre de la Bahía de Cochinos. Entre 1951 y 1956, Nicaragua recibió nueve préstamos del Banco Mundial y otro en 1960. En 1953 se instaló una base militar estadounidense, desde la cual se lanzó la operación de la Central Intelligence Agency (CIA) que permitió la destitución del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz, que había legalizado el Partido Comunista de Guatemala y amenazaba con expropiar los haberes de la United Fruit Company. La propia Guatemala, con un población tres veces superior a la de Nicaragua, y aunque había sido uno de los países que recibieron una misión de estudio del Banco (publicada en 1951), tuvo que esperar hasta 1955 para recibir su primer préstamo, después de la caída de su régimen “comunista”.»
Después de la caída de Somoza, en 1979, Estados Unidos intentó por diferentes medios políticos, económicos y militares desestabilizar y luego derribar al nuevo gobierno sandinista. Esto llevó a Nicaragua a presentar un recurso contra Estados Unidos ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, que en 1986 emitió un dictamen que condenaba a Estados Unidos por violación de las obligaciones impuestas por el derecho internacional, en particular la prohibición del empleo de la fuerza (art. 2 §4 de la Carta de las Naciones Unidas) y de atentar contra la soberanía de otro Estado.
En cuanto a la actitud del Banco con respecto al régimen sandinista en los años 1980 y la influencia ejercida sobre la institución por el gobierno de Estados Unidos, citemos aquí un párrafo del trabajo de Catherine Gwin: «La Nicaragua de los años 1980 constituye un ejemplo reciente que demuestra que la negativa del Banco a prestarle coincide claramente con la política de Estados Unidos. La razón invocada para suspender los préstamos era la acumulación de atrasos. Sin embargo, el gobierno nicaragüense había propuesto formalmente, en 1984, una solución a este problema.» La autora detalla las propuestas concretas formuladas por Nicaragua y explica cómo, aunque éstas eran procedentes, el Banco no hizo ningún esfuerzo para ayudar al régimen sandinista. Y señala que esto contrasta con la flexibilidad mostrada por el Banco con respecto a otros regímenes, aliados de Estados Unidos.

Yugoslavia

Con el fin de reforzar la distancia tomada por el régimen del mariscal Tito con respecto a la Unión Soviética, el gobierno estadounidense instó al Banco a conceder un préstamo a Yugoslavia a finales de los años 1940. Como se señala en la cita siguiente, prefería que la ayuda a la Yugoslavia de Tito se hiciera a través del Banco Mundial, y no que se tramitara directamente como una ayuda bilateral, ya que temía ser atacado en el Congreso por los numerosos representantes que se oponían al apoyo a un régimen comunista: «El Banco prestó a Yugoslavia justo después de su ruptura con el bloque soviético, en 1948. George Kennan recomendó un apoyo discreto y no ostentoso por parte de Occidente, temiendo la reacción rusa y consciente de que el Congreso no querría apoyar a un país comunista. El Banco Mundial era una vía adecuada para desempeñar tal papel, y una misión partió para Belgrado al año siguiente.» El presidente del Banco, Eugene R. Black, viajó para negociar personalmente con el mariscal Tito.

Chile

Tras la elección de Salvador Allende en 1969 y la instalación del gobierno de Unidad Popular, el Banco, bajo la presión de Washington, suspendió sus préstamos a Chile entre 1970 y 1973. El caso de Chile muestra que puede haber discrepancias entre la opinión del Banco y la posición del gobierno de Estados Unidos, aunque, finalmente, éste logre imponerse. La dirección del Banco consideraba que Chile reunía las condiciones para concederle préstamos. No obstante, el gobierno estadounidense consiguió que no se otorgara ninguno al gobierno de Salvador Allende. Catherine Gwin resume así este caso emblemático: «Estados Unidos presionó al Banco para que no prestara al gobierno de Allende después de la nacionalización de la minas de cobre chilenas. A pesar de la presión, el Banco envió una misión a Santiago (habiendo determinado que Chile adoptaba una actitud conforme a las reglas del Banco, que preveían que para conceder un préstamo, después de una nacionalización, estuvieran en curso los procedimientos para la indemnización). Robert McNamara se reunió enseguida con Allende para comunicarle que el Banco estaba dispuesto a conceder nuevos préstamos con la condición de que el gobierno estuviera dispuesto a reformar la economía. Pero el Banco y el régimen de Allende no pudieron ponerse de acuerdo sobre los términos de un nuevo préstamo. Durante el período de la presidencia de Allende, Chile no recibió ningún préstamo. Justo después del asesinato de Allende, en 1973, por un golpe de Estado que llevó al poder la dictadura militar del general Pinochet, el Banco reanudó los préstamos, otorgando un crédito a 15 años para el desarrollo de las minas de cobre. La suspensión de los préstamos en 1970-1973 se menciona en el informe del Tesoro del año 1982 como un ejemplo significativo del ejercicio fructífero de la influencia de Estados Unidos sobre el Banco. Y aunque el Banco hubiera dado su principio de acuerdo para un nuevo préstamo en junio de 1973, las propuestas de préstamos no fueron tomadas en consideración por el comité de dirección hasta después del golpe de Estado de septiembre, que llevó al poder al general Pinochet.»
Para completar la información, señalemos que en los archivos del Banco Mundial se encuentra un documento donde el gobierno chileno, con ocasión de la reunión del Banco de septiembre de 1972, protesta por la suspensión de los préstamos e indica que unos proyectos elaborados habían sido presentados al Banco. Debido a la presión de Estados Unidos, el Banco no le dio trámite mientras Allende siguiera en el poder. Diversos documentos de trabajo internos del Banco tratan de manera crítica la política del Banco hacia el Chile de Allende y el de Pinochet.
Unos diez años más tarde, mientras las atrocidades cometidas por el régimen de Pinochet provocaban vivas protestas en Estados Unidos, incluso en el seno del Congreso, el gobierno estadounidense solicitó al Banco que organizara una discusión sobre la concesión de un préstamo a Chile, de tal manera que evitara la oposición del Congreso. Esta solicitud fue rechazada por el presidente del Banco, Barber Conable, en una nota dirigida a James Baker, por entonces vicesecretario del Tesoro, el 29 de octubre de 1986. Se puede conjeturar que el pedido del gobierno no era más que una concesión de fachada dirigida a la opinión pública, de manera que apareciese sensible a las preocupaciones democráticas expresadas, sabiendo que en un reparto bien lubricado de los papeles, el presidente del Banco mantendría el rumbo político preconizado por el gobierno. «Todos» salían ganando.

Vietnam

Desde los años 1960 hasta el fin de la guerra de Vietnam en 1975, Estados Unidos presionó al Banco para que, por medio de su rama AID, concediera regularmente préstamos al régimen aliado de Vietnam del Sur. Tras el fin de la guerra y la derrota de Estados Unidos, el Banco Mundial envió dos misiones de estudio sucesivas, las que concluyeron que las autoridades vietnamitas, aunque no siguieran una política económica del todo satisfactoria, cumplían las condiciones para recibir préstamos. Shaid Husain, director de la misión del Banco, precisó que los resultados económicos de Vietnam no eran inferiores a los de Bangladesh o de Pakistán, países ayudados por el Banco. A pesar de esto, la dirección del Banco, bajo la presión de Estados Unidos, suspendió los préstamos a Vietnam, y su presidente, Robert McNamara, afirmó en el semanario Newsweek (20 de agosto de 1979) que la suspensión había sido determinada sobre la base del informe negativo de la misión. Una afirmación falsa, como destaca Catherin Gwin: «Las conclusiones de la misión, al contrario de lo que McNamara dijo públicamente en Newsweek, eran que no había fundamentos sólidos para cortar los préstamos a Vietnam.»

Conclusión sobre los casos concretos de determinados países

La dirección del Banco Mundial justifica la concesión o la negación de préstamos por razones puramente económicas. Pero como hemos visto, en realidad la política de préstamos está determinada, sobre todo, por la intervención del gobierno estadounidense, basada principalmente en objetivos políticos. Esto no quiere decir que los objetivos económicos no tengan importancia, sino que están subordinados o son complementarios a decisiones políticas y estratégicas.
Catherine Gwin, que defiende el balance globalmente positivo de la influencia de Estados Unidos sobre el Banco, desde el punto de vista del gobierno de Washington, hace un análisis riguroso, donde no oculta los aspectos contradictorios de la política tanto del Banco como de Estados Unidos. En ese sentido, el párrafo siguiente adquiere un relieve particularmente interesante: «Sin duda, no es obligatorio cuestionar la evaluación que hizo el Banco sobre la situación económica del Chile de Allende, de Vietnam o de la Nicaragua de los sandinistas, pero también es interesante destacar que unos juicios tan negativos se podrían haber emitido con respecto a la Nicaragua de los Somoza, a las Filipinas de Marcos o al Zaire de Mobutu, unos regímenes que eran aliados importantes de Estados Unidos en el escenario de la guerra fría.»

La influencia de Estados Unidos en materia de préstamos sectoriales

A partir de los años 70, el gobierno estadounidense aplicó sistemáticamente su influencia para tratar de convencer al Banco de que no concediera préstamos destinados a apoyar la producción de mercaderías que competirían con las producidas en Estados Unidos. Fue así como Estados Unidos se opuso con regularidad a la producción de aceite de palma, de cítricos y de azúcar. Y también logró que el Banco redujera drásticamente en 1987 los préstamos acordados a la industria siderúrgica de la India y de Pakistán. En 1985, se opuso también con éxito a un proyecto de inversión de la Sociedad Financiera Internacional (SFI – grupo Banco Mundial) en la siderurgia brasileña, y más tarde a otro préstamo del Banco para ayudar a la reestructuración del sector siderúrgico de México. Así mismo, en los años 1980 amenazó con emplear su derecho de veto en un préstamo para la siderurgia china. También bloqueó un préstamo de la SFI a una compañía minera para la extracción de mineral de hierro en Brasil. E hizo lo mismo con una inversión de la SFI en la industria del cobre en Chile.
Estados Unidos ejerció, de la misma forma y activamente, su influencia sobre el Banco en su política con respecto al sector petrolero El gobierno estadounidense está de acuerdo en los préstamos para favorecer las perforaciones pero no para su refinado. Esto no necesita comentarios.

Convergencias entre Estados Unidos y otra potencia (en este caso el Reino Unido)

Muchas veces, los intereses de Estados Unidos han coincidido con los de otras potencias. En esos casos, la actitud adoptada por el Banco fue el resultado de estrechas concertaciones entre Estados Unidos, la o las otras potencias concernidas y el Banco Mundial. Dos ejemplos: uno, la actitud del Banco con respecto al proyecto de construcción de la presa de Asuán bajo el régimen de Gamal Abdel Nasser en Egipto; y el otro, la que adoptó con Iraq después de la ocupación de su territorio por las tropas de Estados Unidos, Reino Unido y sus aliados, a partir de marzo de 2003.

El proyecto de la presa de Asuán en Egipto

El proyecto de construcción de la represa de Asuán en el Nilo es anterior al acceso al poder del coronel Nasser, en 1952, pero durante ese año tomó forma definitiva. En enero de 1953, el ministro de finanzas egipcio escribió al presidente del Banco Mundial, Eugene Black, proponiéndole la cofinanciación de ese gigantesco proyecto. Aunque la realización de esa obra de infraestructura se ajustaba a las prioridades del Banco, su dirección era reticente a comprometerse plenamente, dado que el Reino Unido, en ese momento la segunda potencia en derechos de voto en el seno del consejo de gobernadores del Banco, consideraba que el régimen de los militares progresistas era una amenaza para sus intereses estratégicos. En efecto, los militares egipcios en el poder cuestionaban la ocupación del canal de Suez por las tropas británicas. El presidente Eugene Black se desplazó personalmente a Egipto para discutir el proyecto, el Banco envió ingenieros, etc. El proyecto preveía una represa con una capacidad de 130.000 millones de metros cúbicos, cuatro veces mayor que la de los mayores embalses artificiales existentes. La magnitud de la obra ofrecía enormes perspectivas a las empresas constructoras internacionales.
Las negociaciones entre Egipto y el Reino Unido para la retirada de las tropas británicas llegaron a un acuerdo, lo cual redujo las reticencias de Londres y las presiones que ejercía sobre la dirección del Banco para que no financiara el proyecto. En consecuencia, los gobiernos estadounidense y británico dieron luz verde a la dirección del Banco para iniciar las negociaciones, pero fijaron restricciones, dividiendo la realización del proyecto en dos fases: se garantizaba la financiación de la primera fase, mientras que la de la segunda dependía de la evolución política de las autoridades egipcias. Por supuesto, esto no estaba explicitado en los acuerdos, pero fue así como lo interpretó el gobierno egipcio. Los egipcios querían comenzar los trabajos en julio de 1957, lo que implicaba firmar el contrato en julio de 1956. Por lo tanto, solicitaron al Banco que confirmara lo más pronto posible el acuerdo de financiación.
En diciembre de 1955, la reunión de los directores ejecutivos del Banco dio luz verde a Eugene Black para que avanzara en las negociaciones con los egipcios, sobre la base de las condiciones definidas por los gobiernos estadounidense y británico. Los egipcios recibieron con frialdad las condiciones del Banco. En el ínterin, las autoridades británicas se enteraron de que los egipcios habían firmado un acuerdo comercial con la Unión Soviética con el objetivo de intercambiar algodón por armas. Los historiadores Mason y Asher comentan la entrada en escena de la Unión Soviética de la manera siguiente: «Estas maniobras habían aumentado el deseo de las potencias occidentales de estar asociadas a la represa.» Eugene Black, antes de viajar a El Cairo para sellar el acuerdo con los egipcios, se puso en contacto con el gobierno de Estados Unidos, que confirmó su beneplácito. De camino para El Cairo, también se reunió con el primer ministro británico en Londres. Después de diez días de negociaciones en la capital egipcia, aún quedaba un punto fundamental de desacuerdo: los egipcios no aceptaban las condiciones fijadas por Estados Unidos y el Reino Unido. A su regreso a Washington, Eugene Black propuso continuar la negociación, puesto que quería llegar a un acuerdo. En cambio, del lado de Washington y, sobre todo, de Londres volvían a crecer las reticencias debido a la orientación nacionalista pan-árabe del régimen egipcio. La oposición de los británicos aumentó aún más cuando el rey de Jordania despidió, el 1 de marzo de 1956, a todo el mando británico de la región. Black se encontraba cada vez más aislado, pero los gobiernos le permitían proseguir la negociación, dando a entender que se podría llegar a un acuerdo, aunque según la opinión de los historiadores del Banco la decisión de rechazo ya estaba tomada.
A principios de julio de 1956, gracias a su voluntad de negociación, Black logró que el primer ministro egipcio, Nasser, declarara que aceptaba las condiciones fijadas por las potencias occidentales. De todos modos, cuando el embajador egipcio hizo saber oficialmente, el 19 de julio de 1956, que Egipto daba su acuerdo, el gobierno de Estados Unidos respondió que, dadas las circunstancias presentes, había decidido no participar en la financiación de la represa de Asuán. El 20 de julio, el Parlamento británico fue informado de que el gobierno se retiraba del proyecto. Mason y Asher precisan que el Departamento de Estado había comunicado al Banco su decisión de retirarse del proyecto sólo aproximadamente una hora antes de la comunicación oficial al embajador egipcio. Agregan que en dicho comunicado Estados Unidos se escudaba en un informe negativo del Banco basado en razones económicas. Mientras la versión impresa del texto ya circulaba por las cancillerías, el presidente del Banco logró que el gobierno estadounidense retirara ese argumento del texto entregado a la prensa.
Volviendo a las consecuencias políticas fundamentales, recurramos de nueva a la opinión de Mason y Asher: «La continuación dramática es conocida. El 26 de julio de 1956, el primer ministro Nasser anunció que el gobierno nacionalizaba y asumía el control de las operaciones de la Compañía del Canal de Suez. El 29 de octubre, después de una serie de incidentes fronterizos, las tropas israelíes invadieron Egipto, y el 2 de diciembre comenzó la acción militar francobritánica con el supuesto fin de proteger la zona del canal, pero, para muchos observadores, el verdadero objetivo era derrocar al primer ministro Nasser»
El caso de la represa de Asuán muestra cómo el gobierno de Estados Unidos puede unir sus esfuerzos a los de otro gobierno para ejercer una influencia sobre el Banco Mundial cuando sus intereses coinciden. Muestra así mismo que Estados Unidos puede escudarse detrás de un supuesto rechazo del Banco para oponerse a un proyecto, atribuyéndole al mismo tiempo la culpa del fracaso.
En un número limitado de casos, el gobierno de Estados Unidos permitió que otras potencias sacaran ventaja de su poder de influencia sobre el Banco. Esto ha pasado cuando sus intereses estratégicos no estaban directamente en juego. Así fue cómo Francia pudo usar su influencia en el Banco para que éste adoptara una política conforme a los intereses «franceses», por ejemplo en lo concerniente a Costa de Marfil. Texto: Eric Toussaint. Ver: PARTE 2. 

Goldman Sachs & Friends

Hemos asistido al traspaso de poderes en Italia y Grecia. Los medios de comunicación pasan de puntillas sobre el fondo del asunto, e independientemente de la antipatía que sus dirigentes despertaban en amplios sectores de la población, en la práctica este cambio supone reemplazar a los "democráticamente" elegidos por otros, los llamados "tecnócratas", que ni fueron elegidos por el pueblo, ni les resultan siquiera familiar.
Si el sistema democrático actual se hallaba ya de por sí en un estado deplorable, y a pesar de que se haga alarde de que todas las garantías parlamentarias han sido respetadas, esto constituye técnicamente un golpe de estado encubierto en el que los beneficiarios son los mercados y sus estrategias especulativas salvajes. Quede claro: Goldman Sachs es uno de los mayores bancos de inversión mundial y co-responsable directo, junto otras entidades como la agencia de calificación Moody's, de la crisis actual, y uno de sus mayores beneficiarios.
Sólo a modo de pincelada: en 2007 ganaron 4 mil millones de dólares en operaciones que desembocaron en el desastre actual. ¿Como lo hicieron? Animaron a los inversores a adquirir productos sub-prime que sabían que era productos basura, ahora son ‘tóxicos’ y al mismo tiempo se dedicaron a "apostar" en bolsa por el fracaso de los mismos.
Eso es solo la punta del iceberg.Papadimos: Actual primer ministro griego, tras la dimisión Papandreu, ex-gobernador del Banco de la Reserva Federal de Boston entre 1993 y 1994, vicepresidente del Banco Central Europeo de 2002 a 2010, miembro de la Comisión Trilateral desde 1998, gobernador del Banco de Central Grecia entre 1994 y 2002. Falseó las cuentas de déficit público del país con la ayuda activa de Goldman Sachs, lo que condujo en gran parte e la actual crisis que sufre el país.Mariano Monti: ex director europeo de la Comisión Trilateral, ex-miembro del equipo directivo del grupo Bilderberg. Asesor de Goldman Sachs durante el periodo en que ésta ayudó a ocultar el déficit del gobierno griego. Mario Draghi: actual presidente del Banco Central Europeo en sustitución de Jean-Claude Trichet, director ejecutivo de del Banco Munidal entre 1985 y 1990, vicepresidente en Europa de Goldman Sachs entre 2002 y 2006. Bien; qué casualidad, todos de la mano de Goldman Sachs.
Los que crearon la crisis se presentan ahora como la única opción viable para salir de la misma, en lo que la prensa estadounidense está empezando a llamar "El gobierno de Goldman Sachs en Europa".Se tiende a querer hacernos pensar que la crisis ha sido una especie de resbalón, pero la realidad apunta a que detrás de ella hay una voluntad perfectamente orquestada de hacerse con el poder directo en nuestro continente, en una maniobra sin precedentes en la Europa del siglo XXI.
La estrategia de los grandes bancos de inversión y agencias de calificación es una variante de otras llevadas a cabo anteriormente en otros continentes y se viene desarrollando desde el inicio de la crisis y está desde mi punto de vista está siendo la siguiente:
1. Hundimos a los países mediante la especulación en bolsa/mercado. Les metemos el miedo en el cuerpo por el que dirán los mercados, que ‘nosotros’ controlamos.
2. Les obligamos a recurrir a préstamos para "salvavidas". Estos préstamos están estrictamente calculados para que los países no los puedan pagar, como es el caso de Grecia, que no podría haber cubierto su deuda ni aunque su gobierno vendiera el país entero.
3. Exigimos recortes sociales y privatizaciones en detrimento de los ciudadanos, bajo la amenaza de que si los gobiernos no los llevan a cabo, los inversores se retirarán por miedo a no poder recuperar el dinero invertido en la deuda de esos países.
4. Se crea un altísimo nivel de descontento social, propicio para que el pueblo, ya manipulado -ver las estrategias de manipulación de N. Chomsky- acepte cualquier cosa con tal de salir de la situación.
5. Colocamos a nuestros hombres donde mejor convenga.
Este tipo de estrategias están perfectamente documentadas y se han venido utilizando con distintas variantes a lo largo el siglo XX y XIX en otros países, con excelentes resultados, en Latinoamérica, por parte de los EE UU cuando se dedicaban, y se siguen dedicando en la medida que pueden, a asfixiar económicamente mediante la deuda exterior, por ejemplo a países de América Central, para crear descontento y aprovecharlo para colocar a dirigentes afines a sus intereses. Ahora esto está pasando en Europa, y ya no es que lo haga EEUU, sino que lo hace el oligopolio financiero internacional. Y lo que está ocurriendo bajo la mirada impotente y/o cómplice de nuestros gobiernos es el mayor robo jamás realizado en la historia de la humanidad; son golpes de estado soterrados y violaciones flagrantes de la soberanía de los estados y sus pueblos. Ver: Crisis, deuda y déficit