Sobreacumulación y tasa de beneficio
El debate sobre el impase de las políticas monetarias en el seno de las organizaciones financieras no puede ser apreciado en su justa medida mas que si se plantea claramente que no se trata de una crisis financiera sino de una gran crisis económica mundial. Crisis que expresa las contradicciones más fundamentales del capital y muestra el fracaso y el fin del modo en el que el capital bajo hegemonía americana ha tratado de contener estas contradicciones al mismo tiempo que las agravaba. La acumulación de capital ficticio sobre un período de tiempo tan largo y, por consiguiente, la hipertrofia de los mercados financieros mundializados, tiene como consecuencia que la expresión de estas contradicciones en la esfera financiera sea más importante, adquiriendo formas más variadas y complicadas que en el curso de las tres grandes crisis anteriores. Al lado de las bolsas y de los bancos (en los que se concentraron los episodios financieros de la crisis de 1929 -crash de Wall Street- a 1932-33 -crisis de bancos en los Estados Unidos y Alemania-) se han ampliado el tipo de inversores y los mercados de títulos que hacen más complicada la gestión de la dimensión financiera de la crisis por parte de los bancos centrales.
Más allá de las características específicas de cada gran crisis, la sobreacumulación del capital y la superproducción de mercancías constituyen siempre su característica central. En la crisis actual, también. La insaciable sed de plusvalía por parte del capital y el hecho de que el capital "quiere que se produzca exclusivamente para él cuando los medios de producción deberían servir al desarrollo continuo de la vida social", junto con la competencia de los oligopolios en el mercado mundial, explican que las crisis sean siempre crisis de sobreacumulación de las capacidades productivas, cuyo corolario es la sobreproducción de mercancías. Esta sobreacumulación y sobreproducción tienen por referencia la tasa de beneficio mínima a la que los capitalistas están dispuestos a invertir y a producir. La amplitud de la sobreacumulación está en función del recurso al endeudamiento de los EE UU y de los países de la OCDE que ha prolongado la acumulación desde 1998, ocultando el movimiento subyacente de la tasa de beneficio y retrasando el inicio de la crisis. En el caso de China han jugado a la vez tanto la creación de capacidades de producción mediante la inversión directa de los grupos estadounidenses y japonenses (China, "el taller del mundo") como los mecanismos de sobreacumulación específicos arraigados en la competencia entre fracciones del aparato dirigente del Partido Comunista chino a nivel de las regiones y de las grandes ciudades. A partir de 2008, también ha jugado un papel importante, la masiva intervención estatal coordinada por muchos de los gobiernos del G20 a fin de preservar las posiciones de sus grupos industriales, sobre todo en los países con un fuerte peso de la industria del automóvil. La sobreacumulación y la sobreproducción se manifestaron, por tanto, bajo la forma de localización de nuevas inversiones, sobre todo de grupos europeos, en los grandes mercados "emergentes" (China, India, Brasil), de una fuerte acentuación de la competencia y, en un número creciente de sectores, de una guerra de precios en la que la reducción de los salarios y la creciente precarización del empleo constituyen los instrumentos esenciales para el capital. Los gobiernos y los dirigentes de las organizaciones internacionales, con la OMC a la cabeza, se felicitan del débil ascenso del proteccionismo. Pero siempre ha habido, y aún sigue existiendo de forma creciente, una "exportación del paro" de los países más "competitivos" hacia los que lo son menos.
Las estimaciones cifradas de la sobreacumulación sólo existen para un pequeño número de industrias. La del acero es una de ellas. Un estudio reciente estima que la sobrecapacidad de producción en ese sector es de alrededor de 500 millones de toneladas a nivel mundial, concentradas fundamentalmente en China pero presentes, también, en Japón, Rusia, Corea del Norte y la UE. Los juicios en marcha en la OMC a causa del dumping se han multiplicado ya que la industria del acero es una de las que la inversión directa en el extranjero es débil y donde la exportación de mercancías conlleva simultáneamente la exportación del "paro" hacia otros países. Sólo la sobrecapacidad de producción de China supone 300 millones de toneladas; es decir, el equivalente a la capacidad total de la UE/. En las sesiones de la Asamblea Nacional Popular de marzo de 2014, el acero, el cemento y el vidrio fueron los principales industrias citadas en situación de sobrecapacidad absoluta en el informa del nuevo jefe del PCC Li Keqiang. Otros estudios chinos distinguen lo que ellos denominan "sobrecapacidad en relación a la demanda externa". Un informe de los industriales de Hunan establece una lista en cuya cabeza se encuentra el textil, la ropa, el calzado, pero también industrias sofisticadas como la eólica y los equipos fotovoltaicos donde existe el riesgo de proteccionismo.
En los Estados Unidos donde la crisis hipotecaria fue fruto de una superproducción, muy especulativa, de viviendas, basada en mecanismos de titularización, acompañada de la formación de sobrecapacidades en la industria de la construcción, los efectos de estos mecanismos aún perduran, aunque se considere que el hundimiento del mercado inmobiliario tocó fondo en 2013. En Europa, España está en la misma situación. Y, más en general, desde 2009 en muchas industrias los cierres de las plantas y los despidos han conducido a la destrucción de medios de producción y puestos de trabajo que vienen a engordar el número de parados en las empresa de acabado pero también, fuertemente, en las subcontratas. En la industria del automóvil, los dirigentes de los grupos nacionales y extranjeros consideran que los cierres son aún insuficientes. En junio de 2013, 58 fábricas funcionaban por debajo del 75% de su capacidad. La cifra dada sobre el antiguo bastión obrero de Mirafiore de la Fiat en Turin fue incluso del 16%. Es preciso interpretar esta cifra. En una industria en la que los cierres son producto de estrategias de reestructuración y reconfiguración interna permitidas por la doble libertad de inversión directa y de reimportación de la producción de las plantas situadas en el extranjero, la cifra sólo expresa el hecho de que la producción ha sido retirada poco a poco para hacer fracasar la combatividad obrera tras haber obtenido la firma de acuerdos "mayoritarios" con ciertos sindicatos. Acuerdos que sirven de punto de referencia para otras empresas del grupo. Un ejemplo perfecto de la "deslocalización por desplazamiento de las nuevas inversiones" es el de Renault, que abrió una gran factoría en Marruecos de donde reimportaba una gran parte de la producción hacia Francia y la UE. Cuando el patrón de Ford declara que las sobrecapacidad aún son muy elevadas en Europa no hace otra cosa que anunciar que va a continuar cerrando plantas y que otros grupos harán lo mismo.
No voy a entrar aquí en el debate sobre las estimaciones estadísticas de la evolución de la tasa de beneficios (sobre todo porque para hacerlo uno mismo tiene que ser capaz de "producir curvas"): ni para la fase precedente de 2007-2008, ni para la actualidad, en la que determinados cálculos a partir de cifras estadounidenses ofrecen un nuevo incremento de la tasa de beneficio, lo que indiscutiblemente es el caso para el núcleo duro del capital financiero; a saber: los grupos que cotizan en Bolsa y no solamente en los Estado Unidos. Me limitaré a observar que su nivel -el de la tasa de beneficio- no es lo suficientemente elevado como para animar a los grandes grupos manufactureros y a los de servicios tomados en conjunto, a invertir de nuevo a una escala que tenga efectos sobre la tasa de crecimiento. Mi interpretación es que existe un debilitamiento de los factores señalados por Marx para contrarrestar la tendencia a la baja de la tasa de beneficio. Existen diversos procesos en marcha. Sería necesario un artículo entero para una análisis profundo, así que me limitaré a generalizar sobre tres puntos. En primer lugar, desde hace ya 15 años, el capital se beneficia de una fuerte tasa de explotación como fruto combinado de la puesta en competencia de los trabajadores de los distintos países y continentes y de la informatización de los procesos de trabajo en todos los sectores, sin que ahora haya certezas de que ese proceso se vaya a dar al mismo ritmo que antes. Un estudio de Natixis, por ejemplo, constata " un debilitamiento tendencial del crecimiento de la productividad global de los factores tanto en EE UU como en Europa " y lo sitúa incluso como la "causa de la crisis". En segundo lugar, la dimensión de la sobrepoblación relativa a escala mundial es tal que, lejos de jugar en el sentido de un incremento de la tasa de beneficio, el paro masivo y la pauperización se convierten en una fuente de costo para el capital (debido, por ejemplo, al costo de los controles de los flujos migratorios y de los efectos desestabilizadores de las guerras regionales, aún cuando determinados grupos capitalistas se beneficien de ellos). Por último, en lo que concierne a la reducción del precio de los elementos del capital constante, si bien es efectiva para los bienes de equipo en sentido amplio (incluyendo la informática), globalmente el movimiento es inverso para la energía y muchas de las materias primas. A estos tres puntos es necesario añadir un cuarto sobre el que no hay discusión. Si el comercio exterior permite a tal o cual segmento nacional del capital frenar la tendencia a la baja de la tasa de beneficio, ahora, con la configuración del mercado mundial ya no existe, ni para el capital ni para nadie, nada de "exterior".
No estando en perspectiva ninguna mejora -aunque sea mínima- y dado que el capital ficticio es mayor que nunca, las instituciones monetarias internacionales y los bancos centrales se sitúan en primera línea. Y lo están sobre todo porque la liberalización y la desregulación económica, con el efecto agravante de las deudas públicas planteadas como imborrables, la política monetaria se ha convertido en el único instrumento de política macroeconómica.
Garantía de rescate permanente para los bancos y crecimiento basado en la continua inyección de liquidez
"Pasar de los mercados impulsados por la liquidez a los mercados impulsados por el crecimiento": esa es la traducción más fiel del subtítulo en inglés del informe del FMI ("Moving from Liquidity-to-Growth-Driven Markets"), del que en francés no existe más que un resumen al que le falta el subtítulo pero también la claridad y el mordiente del original. El hilo conductor es el siguiente: la votación por el Congreso de los EE UU del TARP (plan Paulson) evitó que la brutal crisis de finales de 2008 se transformara en una crisis sistémica mundial. El rescate de varios grandes bancos y de aseguradoras así como el apoyo otorgado a General Motors y Chrysler, seguido de medidas de rescate similares en Europa y del nuevo plan bajo el mandato de Obama, sin olvidar las medidas adoptadas en China por el PCC, permitieron poner freno a la recesión mundial. Pero los mecanismos mundiales de valorización del capital por apropiación de la plusvalía ha dependido permanentemente de la inyección continua de moneda por parte del Fed y de otros bancos centrales.
Empecemos por la garantía de rescate de la que se benefician los mayores bancos. El tercer capítulo del informe del FMI contiene un apartado titulado "¿A cuanto llega la subvención implícita de la que se benefician los bancos considerados como demasiado importantes para evitar que quiebren? ("How big is the implicit subsidy for banks considered too important to fail?"). Como se dice al final del informe, este apartado no ha provocado muchos comentarios. Oculto tras un lenguaje diplomático, el FMI constata que la amplitud de los fondos puestos a disposición de los bancos importantes a nivel sistémico (systemic important banks) en 2008 "ha dejado pocas dudas en cuanto a la voluntad de los gobiernos de salvarlos de la quiebra. Lo que ha reforzado el estímulo para que crezcan en tamaño, de manera que juntos, con el apoyo ocasional dado por los gobiernos a las fusiones bancarias, el sector se ha concentrado en muchos países en donde antes no lo estaba". Las estadísticas que apoyan esto muestran que el poder de las finanzas no es un fantasma. La concentración bancaria no ha hecho más que aumentar. La proporción del total de activos de los tres bancos más importantes se sitúa alrededor del 65% en España y Francia y del 60% en el Reino Unido. Evidentemente, en paralelo, los "gobiernos han lanzado reformas financieras" (ratios de liquidez más exigentes, una mayor supervisión bancaria, etc.). Trabajan siempre en la misma dirección, tal y como lo dice el FMI, que concluye: "en cualquier caso, la probabilidad anticipada de que los bancos importantes a nivel sistémico serán rescatados en caso de quiebra sigue siendo fuerte en todos los países". En el terreno cuantitativo, "las subvenciones públicas siguen siendo elevadas, más en la zona euro que en los EEUU". Una de sus consecuencias es la "distorsión de la competencia". Al igual que existen diferencias en las tasa de interés sobre los préstamos a los Estados también existen diferencias a favor de los bancos que gozan del apoyo gubernamental.
Desde 2007 la inyección de moneda bajo las modernas formas de funcionamiento de "producción de dinero" (compra de bonos del Tesoro y de activos financieros, incluidos los hipotecarios) ha conocido un crecimiento exponencial. Lo que se anunció en el tercer trimestre de 2008 como una respuesta específica y coyuntural a una crisis excepcional, a partir de 2009 se ha convertido en un crecimiento de liquidez puro y duro. Desde 2007, el volumen de activos de los bancos centrales "se ha más que duplicado (…) para alcanzar una cantidad sin precedentes de 20 billones de dólares (más del 30% del PIB mundial)". En el caso de la Fed, a cuyo balance se puede acceder fácilmente desde julio de 2014, sobre un activo total de 4,4 billones de dólares, 2,4 billones están en bonos del tesoro y títulos de deuda pública, y 1,6 billones se encuentran bajo la forma de títulos hipotecarios. Es ahí donde se encuentra la explicación de la mejora que experimenta la economía estadounidense desde 2012. En los países centrales, los préstamos a los bancos han sido, por decirlo de alguna manera, gratuitos. A todo lo largo de ese período y aún en 2013, "los bancos centrales de las economías avanzadas han mantenido sus tipos de referencia nominales casi a cero y sus tipos reales a nivel negativo".
"Eficacidad débil" y efectos perversos de las políticas monetarias en los países centrales
Es obligado constatar, escribe el BPI, "la débil eficacia de las políticas monetarias". Los ejemplos son numerosos. En el caso de los grupos industriales, las tasas de interés muy bajas les permitían comprar sus propias acciones en bolsa para mantener las cotizaciones. De ese modo, esos grupos no se ven obligados a echar mano de los fondos de reserva y sus departamentos financieros pueden servirse de los mismos para realizar inversiones especulativas como lo hacen los fondos financieros. En lo que respecta a los bancos, el principal objetivo fue utilizar las tasas de interés reales muy bajas o negativas para reconstituir sus fondos propios en los balances "oficiales". En la zona euro, por ejemplo, en 2011 la banca obtenía créditos del BCE al 1% y prestaba a Estados como el griego al 6% o más.
Georges Papandreu lo constató amargamente antes de ser desembarcado por Angela Mekel y Nicolas Sarkozy en el G20 de Cannes por haber insinuado recurrir a un referéndum. Actualmente, los bancos (al igual que los fondos de inversión) prestan a los Estados a tasas bastante más bajas, incluso a las "economías que se encuentran en recesión y qe presentan, si damos credibilidad al BPI, riesgos de suspensión de pagos reales". Pero como todo el mundo lo sabe, no prestan a las pequeñas y medianas empresas ni a las familias. Conocíamos "las recuperaciones sin empleo", y desde 2009 conocemos recuperaciones (débiles) sin "crédito".
La debilidad del crédito a las empresas y a los hogares viene acompañada de un proceso en el que su efecto es incrementar de nuevo la fragilidad financiera del sistema. De entrada, ha habido un nuevo impulso delshadow banking, es decir, "la finanza de la sombra" o sistema bancario "paralelo". "El papel de los establecimientos financieros no bancarios, escribe el BPI, se ha incrementado a medida que la intermediación del mercado crecía en importancia tras la retirada de los bancos. Las sociedades de gestión de activos, cuyas carteras se han expandido rápidamente estos últimos años, constituyen en adelante una importante fuente de crédito". Lo que omite recordar el BPI, al igual que muchos otros informes, es que una buena cantidad de estas "sociedades de gestión de activos" son filiales de los grandes bancos, llamados, "comerciales". Las operaciones de estas filiales "no se muestran" en los balances de la casa matriz, pero estos bancos tienen un pie en el sistema "paralelo". Ya hemos visto sus consecuencias para el sistema en los años 2007-2008. La garantía de rescate casi total de la que gozan los grandes bancos no puede más que animarles a volver a recurrir a filiales de riesgo. De forma más general, constata el BPI, "los inversores institucionales han absorbido volúmenes excepcionales de nuevas obligaciones emitidas por empresas, en particular aquellas de calificación débil. El volumen de emisiones brutas en el segmente de altos rendimiento ha subido en flecha, pasando de una media trimestral de 30 millardos de dólares antes de la crisis a 90 millardos de dólares por trimestre en 2013. Y todo ello en una economía mundial con un crecimiento muy débil. Texto: François Chesnais. Ver también: Parte I
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