Todos sabemos que cuando un pueblo se manifiesta es para exigir pan, libertad o justicia; y muchas veces las tres cosas porque van íntimamente unidas en las lógicas sociales del ser humano. Pero ahora no son los oprimidos quienes gritan, sino los ricos, gente forrada de pasta, los hijosdalgo que entran en la cocina para preguntar al servicio dónde están las cacerolas y salir a la calle a montarla. Esto es algo singular en la historia de España, sino inédito. ¿Pero qué piden los ricos en su manifa? ¿Acaso más pan? ¿Quizá pasteles, como María Antonieta? ¿Don Perignon? ¿Caviar del Volga? ¿O será que piden más libertad? Me pregunto si los pijos del barrio de Salamanca no hacen ya lo que les place: dinero sobra y capital social también. Son los amos de España, nuevos ricos unidos a los herederos del régimen franquista, ganadores de la Transición, ¿qué más libertades pueden echar en falta?
Está claro que no quieren nada de esto. Va de otra cosa: están muy cabreados porque en esta crisis el Estado está ayudando a los ciudadanos de a pie. ¿Cómo puede ser que España se endeude hasta las cejas para salvar de la miseria a la chusma? No los vimos pataleando cuando los de abajo salvamos a los bancos en el 2008. Para ellos es natural nuestro sacrificio: de él viven desde hace generaciones. ¿Pero semejante movimiento de recursos puestos al servicio de los de abajo? No lo pueden consentir. Se indignan y brota el odio. No hay derecho, dicen, envolviéndose cual crisálidas en nuestra bandera como si fuera suya. ¡Hay que salvar la Patria de los socialistas! ¡Los miserables obreros nos quieren robar nuestros privilegios! La verdad es que resulta bastante cutre ver allí reunidos a cuatro gatos de tan alto pedigree maullando como gente del vulgo. ¡Qué decadencia!
Es el mundo al revés. Pero está bien. Nos hacen un gran favor a los demócratas. Nunca los ricos hicieron tanto contra sí mismos. Que salgan. Están dejando muy claros sus intereses de clase y el desprecio que sienten por nosotros. La brecha entre su mundo de color de rosa y el nuestro gris de necesidades, inseguridad e incertidumbre nunca fue tan claro. Y lo que es aún más importante: están evidenciando que el Gobierno de izquierdas va a favor de los trabajadores, familias, pequeños empresarios, autónomos... Por eso su partido de clase impulsa estas manifestaciones desde la sombra. Y votan en contra de cualquier ayuda a las personas o a las empresas. Por eso amenazan e insultan, trafican con bulos e infectan la red con crispación y odio. No pueden tragar que España salve al pueblo. España es suya, coño, y lo promulgan a los cuatro vientos cacerola en mano y lacoste en el pecho. Démosles las gracias por aclarar las cosas: es ellos o nosotros y esta vez seremos nosotros, muy a su pesar. De eso va el motín de los cayetanos: de pan, justicia y libertad, solo que no piden la suya, sino que nos arrebaten la nuestra. Texto: Carlos Raya
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