Es el estado independiente más pequeño del mundo, con apenas 44 hectáreas de terreno –menos de la mitad del parque del Retiro de Madrid– pero su poderío convierte a la Ciudad del Vaticano en uno de los países más influyentes de la Tierra. La Santa Sede es un ejemplo único de la supervivencia del modelo de ciudades-estado del medievo. Así se organiza.
El estado más pequeño
El Estado de la Ciudad del Vaticano se encuentra en Roma, tiene una superficie de medio kilómetro cuadrado y cuenta con unos 800 habitantes. Es el Estado más pequeño del mundo. Los límites del Vaticano se definieron de acuerdo con el Estado italiano mediante los Pactos Lateranenses, el 11 de febrero de 1929. Además, la comunidad internacional permite la navegación marítima con buques propios, pese a que el Vaticano no tiene acceso directo al mar. Algo similar sucede con la aviación.
Una monarquía absoluta
El Estado de la Ciudad del Vaticano es universalmente reconocido como entidad soberana de derecho público internacional, distinto de la Santa Sede, que es el órgano soberano de la Iglesia católica. Sin embargo, están imbricados: en el Vaticano, el Papa y la Santa Sede desarrollan su misión de gobierno de la Iglesia universal. La forma de gobierno del Estado vaticano es la monarquía absoluta. Curiosamente, su ‘rey’, el Papa, se elige por sufragio, pero limitado. Solo pueden votar los cardenales menores de 80 años. El Jefe de Estado es el Sumo Pontífice, el Papa, que tiene plenos poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Durante el período de sede vacante (muerte o renuncia papal), dichos poderes son ejercidos por el colegio de cardenales. El Papa se apoya en su número dos o secretario de Estado (una suerte de primer ministro o canciller), en la actualidad el italiano Pietro Parolin. Con la reforma vaticana, se espera que éste se convierta en una especie de superministro de Exteriores. En cuanto a los ‘ministerios’ –la Curia– es la suma de Congregaciones y Pontificios Consejos, cuya composición está en plena renovación por el Consejo de Cardenales, más conocido como G9, y a los que Francisco ha encomendado la renovación del gobierno de la Iglesia.
¿Quién dicta las leyes?
Las disposiciones legislativas pueden ser dictadas por el Sumo Pontífice o, en su nombre, por la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, la cual promulga también los reglamentos generales. Tanto las disposiciones como los reglamentos se publican en el Boletín Oficial de la Santa Sede (similar a nuestro BOE). El poder ejecutivo está en manos de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, a cargo del presidente del Governatorato. En la actualidad es el italiano Giuseppe Bertello, y el secretario general es un español, el Legionario de Cristo Fernando Vérguez. Según la ley del 21 de noviembre de 1987, el poder judicial cuenta con los siguientes órganos: un Juez único, un Tribunal, una Corte de apelación y una Corte de casación, que ejercen sus respectivas tareas en nombre del Sumo Pontífice. Las diversas competencias están reguladas por los Códigos de procedimiento civil y penal propios, que tienen tipificados sus propios delitos y penas. Uno de los últimos juicios más conocidos ha sido el de Vatileaks II.
Tiene 130 policías
Junto al trabajo de la Guardia Suiza, dedicada en cuerpo y alma a la protección personal del Papa, el Estado vaticano cuenta con un Cuerpo de Gendarmería y Cuerpo de Bomberos, que depende de la Dirección de los Servicios de Seguridad y Protección Civil y cuyas competencias giran en torno al mantenimiento de la seguridad y el orden público, así como la de vigilar la frontera. También hay cargos de policía judicial y tributaria. Actualmente la plantilla efectiva del Cuerpo de la Gendarmería está compuesta por 130 oficiales.
¿Quién tiene nacionalidad vaticana?
La población del Estado comprende aproximadamente 800 personas, de las cuales más de 450 son ciudadanos de pleno derecho, es decir, tienen la nacionalidad vaticana. Sin embargo, la mitad de estos ciudadanos residen fuera del Estado en otros países, como personal diplomático (los nuncios), delegados pontificios o personal diplomático de la Santa Sede. El resto de las personas que viven allí están autorizadas a residir, temporal o permanentemente, pero sin derecho de ciudadanía. Por ejemplo, trabajadores de jardines, de los comercios o sacerdotes que están estudiando y residen en Santa Marta. Obispos y curas del mundo no tienen ciudadanía vaticana, pero dependiendo de cada acuerdo entre la Santa Sede y el país correspondiente, pueden tener algunos derechos. En el franquismo, por ejemplo, existía la cárcel concordataria de Zamora. Así, el estatus de los obispos en algunos países les impide ser juzgados por tribunales civiles –como pasa también con los militares en otros países– y se rigen por el derecho canónico.
No paga impuestos
La economía de la Ciudad del Vaticano es financiada por contribuciones (conocidas como el óbolo de San Pedro) de católicos de todo el mundo, así como a través de la venta de sellos, postales, recuerdos a turistas, entradas a museos y venta de publicaciones. En el Vaticano existen farmacias, servicio de correos, supermercado y hasta una pequeña, y casi desconocida, línea férrea, pero los habitantes del Estado vaticano no pagan impuestos directos. El Vaticano también cuenta con servicios financieros a nivel global a través del Instituto para las Obras de Religión (Banco Vaticano), actualmente inmerso en una profunda revisión para poder salir de la lista negra de países en riesgo de corrupción. Entre las revelaciones de Vatileaks está que varios papas fallecidos tenían cuentas a su nombre y algunos desfases contables.
La diplomacia
La Santa Sede tiene actualmente relaciones diplomáticas con 180 Estados. Además de la Unión Europea y la Soberana Militar Orden de Malta, así como la Misión Permanente del Estado de Palestina. Las embajadas con sede en Roma incluidas las de la Unión Europea y la de la Soberana Militar Orden de Malta son 86. En cuanto a su presencia internacional, el Estado Vaticano es observador permanente en Naciones Unidas, la FAO, la Unesco, la Agencia Internacional para la Energía Atómica o la Organización Mundial del Turismo. Todo el territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano está protegido por la Convención de La Haya del 14 de mayo de 1954, sobre la tutela de los bienes culturales en caso de conflicto armado. En 1984, la Ciudad del Vaticano fue declarada patrimonio cultural y natural por la Unesco, de modo que todo el Estado está reconocido como “patrimonio moral, artístico y cultural, digno de ser respetado y protegido como un tesoro para toda la humanidad”. Texto: Jesús Bastante
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