En septiembre de 2013 se publicaba en francés el magno libro de Thomas Piketty 'Le capital au XXIe siècle' en Seuil, que fue bien acogido pero que apenas tuvo repercusión internacional. Ha sido la publicación en inglés y, sobre todo en Estados Unidos, lo que ha generado una gran controversia en torno a esta obra. Los elogios de Krugman, que lo considera como la mejor obra de economía del año si no de la década, han contribuido a ello. Se está ante el fenómeno Piketty e incluso se ha llegado a decir que es el economista de moda. Se han escrito sobre esta obra y su autor numerosos comentarios, reseñas, y artículos, algunos bastante frívolos, al tiempo que en los últimos meses se le cita y menciona con frecuencia por muchos analistas, que no son solamente economistas.
No cabe duda de que ha agitado las aguas tranquilas por las que camina la economía convencional, que no se inmuta a pesar de la crisis y los cambios que acontecen en el mundo, debido a que desvela una realidad bastante escandalosa en lo que concierne a la desigualdad en los países desarrollados, aunque también analiza las desigualdades internacionales en varias partes de la obra, en donde conviene destacar el capítulo “El crecimiento: ilusiones y realidades”.
El estudio de la desigualdad se pone de esta manera en el centro del análisis económico. Un lugar que no tenía que haber abandonado nunca pero que, sin embargo, no ha sido así para la corriente principal de la economía. No hay más que echar un vistazo a los manuales de economía que se imparten en las facultades: o no se menciona la desigualdad o cuándo sí se hace se le dedican pocas páginas y escasamente rigurosas. Esto no quiere decir que no hubiese estudiosos que no abordaran esta temática. De hecho, Piketty viene trabajando sobre la desigualdad desde hace tiempo y lo ha hecho en muchas ocasiones con otros economistas, principalmente con Emmanuel Saez, economista francés y profesor en la universidad de California en Berkeley. Las conclusiones a las que llega resultan incómodas para la derecha y los análisis convencionales de la economía. La reacción de la derecha en Estados Unidos no se ha hecho esperar y está tratando por todos los medios de desprestigiar la obra, pero no con solvencia cuestionando el análisis, sino con descalificaciones a la ideología del autor, cercano al partido socialista francés, o al título del libro considerándolo como el Marx del siglo XXI. Esto último no deja de ser llamativo, pues, aunque menciona a Marx en la introducción, Piketty ha reconocido que no lo ha leído. El Financial Times, en una crítica más seria,ha tratado de cuestionar los datos que suponen la base del estudio, a lo que Piketty ha contestado.
También desde la izquierda se ha contestado a esta obra. En el digital Sin Permiso se han publicado varios artículos con comentarios sobre el libro de Piketty, como el de James K. Galbraith, David Harvey y Charles-André Udry. Galbraith lo hace desde una posición poskeynesiana, mientas que Harvey y Udry la llevan a cabo desde una visión marxista.
Galbraith resucita la polémica sobre el concepto de capital y rescata la aportación de Marx y la de los poskeynesianos que se enfrentaron a la de los neoclásicos. De forma que una crítica que le hace es que el libro de Piketty ni versa sobre el capital en el sentido de Marx ni versa sobre el capital físico, que sirve de factor de producción en el modelo neoclásico de crecimiento económico. Estima, por otra parte, que los registros fiscales que utiliza Piketty no son la única fuente disponible de buenos datos sobre las desigualdades. Así, en una investigación desarrollada por él durante más de veinte años utilizó los registros salariales y de remuneraciones para medir la evolución a largo plazo de las desigualdades. En un trabajo realizado conjuntamente con Thomas Ferguson rastrearon estas medidas en Estados Unidos hasta 1920, y descubrieron la misma pauta, aproximadamente, que Piketty ha encontrado ahora. Concluye diciendo que: “El capital en el siglo XXI es un libro de peso, rebosante de buena información sobre flujos de ingresos, transferencia de riqueza y distribución de los recursos financieros en algunos de los países más ricos del mundo. Piketty arguye convincentemente, desde el comienzo, que la buena teoría económica tiene que empezar con -al menos incluir- un examen meticuloso de los hechos. Pero no consigue proporcionar una guía demasiado sólida para orientar la política. Y a pesar de sus grandes ambiciones, su libro no es la obra lograda de alta teoría que sugieren su título, su volumen y su recepción (hasta ahora)”.
Harvey considera que si bien hay muchas cosas que son valiosas en el conjunto de datos de Piketty, su explicación de por qué surgen las desigualdades y las tendencias oligárquicas tiene errores. Sus propuestas respecto a los remedios a las desigualdades son ingenuas, si no utópicas. Y no ha producido desde luego un modelo de funcionamiento para el capital del siglo XXI. Para eso todavía nos hace falta Marx o un equivalente suyo contemporáneo. En la misma línea lo hace Udry, quien valora la masa de datos útiles, pero plantea que Piketty sustituye la explicación social y política por la explicación tecnológica, de manera que en su argumentación de la evolución de la división entre beneficios y salarios, Piketty favorece la explicación de la sustitución del trabajo por capital. Sin embargo, considera este autor que la cuestión central en los Estados Unidos y Europa desde la década de 1980, es que el desempleo pesa sobre el equilibrio de poder entre capital y trabajo, lo que lleva a reducir los salarios.
La Gaceta del Fondo de Cultura Económica dedica su número de julio al libro de Piketty, sin duda como un anticipo a la edición en castellano que prepara esta editorial para publicar en Octubre. Además de reproducir algún capítulo de este libro hay artículos de Krugman, Rodrik, Solow, y autores latinoamericanos, como Hoyos, Esquivel, Guardia, Natanson y el alemán de ascendencia francesa Minkar. El número resulta interesantísimo con comentarios muy sabrosos, pero con menos crítica que los anteriores. Un autor tan cualificado y reconocido como Solow titula su aportación ni más ni menos de esta forma: “Piketty está en lo correcto”.
En suma, estamos ante un libro indispensable, que tiene importantes aportaciones de datos e información que hasta sus críticos por la izquierda reconocen. La controversia enriquece el conocimiento y esto lo ha conseguido Piketty. Tal vez no sea un gran libro de teoría pero sí que ha logrado que economistas relevantes se preocupen y ocupen de la escandalosa desigualdad de nuestros días. Anteriormente ha habido contribuciones importantes, pero ninguna de ellas ha llegado a alcanzar esta repercusión. Se puede estar en desacuerdo en las explicaciones de por qué se ha llegado hasta aquí y en las respuestas políticas que hay que hacer, así como en los diferentes datos que se usan para medir la desigualdad, pero es indudable que este libro supone un gran giro en los estudios de la economía y es una contribución significativa y relevante. Texto: Carlos Berzosa. Ver también: 'Capital y trabajo'. Recomendado: 'Desmontando a T. P.':
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.