En 2012, se vivió una locura de pánico respecto de la economía española. La prima de riesgo subió a valores de 650 puntos y nuestra permanencia, la de España, dentro del euro se ponía en entredicho.Tras muchos tiras y aflojas con Merkel, Rajoy pactó un rescate europeo a la banca española y el día siguiente anunció los mayores recortes de la historia. Pese al rescate bancario, del que todos los españoles somos avalistas, Mario Draghi se vio obligado a salir en defensa del euro con la famosa frase de ”Haré lo que haya que hacer y, créanme, será suficiente”. ¿Ocurrió todo esto de modo espontáneo? ¿Tuvo Bankia la culpa de todo? ¿Acaso la Troika se había propuesto que España pidiera un rescate para evitar cuantiosas pérdidas a la banca extranjera? A continuación el relato cronológico de lo sucedido.
Esta intrahistoria de la crisis económica española comienzaba en marzo de 2012 cuando el BCE decidía cerrar el grifo de la liquidez a la banca. Una noticia que podía pasar desapercibida, pero que tendría consecuencias irreversibles para la española. El objetivo era poner en evidencia la insolvencia de las entidades más débiles, y forzar a España a pedir el rescate para ayudar a su banca. Al igual que pasa ahora, mientras hubiera barra libre de liquidez del BCE, los problemas de solvencia de los bancos podían ocultarse hasta el infinito. Lo explico con un inciso. Es fácil entender, poniendo el símil de una familia, que si todos los miembros de la misma están desempleados, si no pueden pagar la hipoteca y si tampoco tienen patrimonio, estarán entonces en situación de insolvencia. Pero si el banco, en lugar de embargarles la vivienda, les amplía la hipoteca indefinidamente incluso por encima del valor del inmueble aunque a tipos de interés cada vez más altos, la familia podrá mantener su nivel de vida mientras las deudas crecen exponencialmente y se agrava su situación futura. Lo interesante para el banco es que no estará reconociendo pérdidas ya que no tiene clientes morosos, sino familias con “grandes proyectos de futuro”. Algo similar es lo que hacen los bancos centrales con las entidades financieras. Les están inyectando liquidez en cuantía jamás vista para esconder una situación de insolvencia generalizada. Durante estos años de ocultación de la realidad se espera que los bancos hagan beneficios extraordinarios para tapar sus agujeros, a costa de las finanzas de los estados (los bancos obtienen liquidez ilimitada del BCE al 1% y la prestan a los Estados al 4%). No obstante, esta situación de falseamiento mediante liquidez de los balances de las entidades españolas (al igual que pasa con las foráneas) no convenía a la banca extranjera, que quería asegurarse cuanto antes el cobro de los créditos concedidos mediante su socialización. Retrasar el cobro de estas deudas suponía enfrentarse a riesgos como los de la nacionalización la banca con quita para los acreedores, o incluso una posible ruptura del euro que nadie se atrevía a descartar el año 2012. El choque de intereses quedaba patente cuando el FMI pedía que se saneara con dinero público a Bankia, mientras que Rajoy proclamaba en los medios que no habría más dinero público para la banca. El 4 de mayo saltaba la noticia de que Deloitte pedía más tiempo para auditar las cuentas de 2011 de Bankia. Tres días más tarde, Rato dimitía para no tener que humillarse reconociendo las pérdidas. De Guindos proponía para sustituir a Rato al bilbaíno Goirigolzarri, un banquero retirado y acomplejado por no haber llegado a ser presidente de BBVA, pese a que cobraba (y cobra) una pensión vitalicia de tres millones de euros anuales. No se entiende de otra manera que Goirigolzarri aceptara la responsabilidad de dirigir un banco completamente quebrado. Bueno, salvo que en el BBVA hubieran largado a Goirigolzarri por no confiar demasiado en su “percepción del riesgo”. Por cierto, en su blog defiende a ultranza el libre comercio y el asistencialismo a los países pobres, en lugar de buscar un sistema más justo y sin asistencialismos, pero con menos crecimiento. ¿No se da cuenta de que esta crisis es fruto de la desigualdad y del crecimiento exagerado gracias a una burbuja crediticia que aún no ha estallado? Solo haría falta que lo nombraran banquero central para tener un Greenspan II a la bilbaína. El 25 de mayo de 2012 Goirigolzarri reconocía que se habían falseado las cuentas, y desvelaba unas pérdidas 3.000 millones de euros. A Rajoy casi le daba un ataque cuando Goirigolzarri apostaba por lo seguro y pedía una inyección pública de capital de 19.000 millones de euros (a sumar a los 4.500 anteriores) para garantizar la supervivencia de Bankia/BFA. “Hijo puta de bankero”, es lo mínimo que habrá pensado el de Pontevedra. Tres días después, el 28 de mayo, Rajoy seguía sin reconocer el problema, ya que anunciaba que no habría ningún rescate de la banca española.
Pero la prima de riesgo se disparaba y las agencias de calificación se cebaban con la deuda española. El 8 de junio, y anticipándose a la auditoría, el FMI forzaba la situación desvelando unos números según los cuales las entidades españolas necesitarían 40.000 millones de euros para sobrevivir. La cifra era completamente inasumible para el estado, por lo que parecía que el rescate país era ya inminente. Montoro hacía entonces unas inquietantes declaraciones: “España no puede ser técnicamente objeto de un rescate por el tamaño de la que es hoy la cuarta economía de la zona euro.” Montoro solicitaba en cambio “más mecanismos de integración europea”. Esto era un desafío a Merkel en boca del ministro de hacienda. No decía que España no necesitara un rescate, decía que el rescate no era posible. El gobierno español sabía que todas estas tensiones bancarias las había organizado Alemania, cuando el Bundesbank dejó de autorizar al BCE a inyectar liquidez a la banca. Bajo mi punto de vista, no creo que el tamaño de la economía española haga imposible un rescate. Los rescates son una bendición para la Europa acreedora ya que aceleran la conversión de deuda pública soberana devaluable por créditos mucho más seguros de cobrar a la vez que duros para el pagador. Tanto el EFSF como luego el MEDE son instrumentos que funcionan con apalancamiento de 8 a 1. Es decir que bastaría con poner entre todos los países solo el 12% del rescate necesario, para luego emitir bonos y obtener el 88% restante. Además, en la práctica, quien pone todo el dinero -de una manera o de otra- es el BCE (a través de la liquidez a la banca). Vuelvo al relato. Unos días más tarde, el 11 de junio de 2012, y desmintiéndose a sí mismo, Rajoy reconocía que habría rescate, pero que la banca lo devolvería integramente. Esto no concordaba con las explicaciones de Goirigolzarri, quien había dejado claro unos días antes que “las ayudas a Bankia eran capital y que no habría que devolver nada”. Mariano, el mismo 11 de junio, anunciaba también unos recortes nunca vistos por valor de 65.000 millones de euros. Estaba recortando a los ciudadanos para devolver el dinero del rescate a la banca. Y acto seguido, comienzaba una lucha de Rajoy que duraría semanas para conseguir que el rescate a la banca fuera directo, sin que el Estado se hiciera avalista y sin que las ayudas computaran como deuda pública. Tras el Consejo Europeo del 29 de junio se anunciaba un acuerdo para la recapitalización de la banca española. En un primer momento se haría mediante un préstamo al estado español, quien sería avalista en caso de no devolución. Con posterioridad, y antes de final de año, sería el MEDE quien se haría cargo directamente del rescate. Rajoy afirmaba grandilocuente: “El euro es el gran triunfador de este Consejo Europeo“. Sus palabras dejaban entender inequívocamente que el órdago que había puesto sobre la mesa de negociación era ni más ni menos que el que España abandonara el euro. Pero este triunfal acuerdo para salvar a la banca española (y a la vez el euro) no convencía a los mercados, ya que la prima de riesgo volvía a dispararse en julio (entorno a los 550 pb), mientras que el rescate-País parecía de nuevo inevitable. El BCE seguía apretando las tuercas a Rajoy sumando 18 semanas sin comprar deuda pública soberana en los mercados (de ahí que la prima estuviera por las nubes) para que pidiera el rescate del estado y se consumara la transformación de deuda soberana en crédito extranjero. Pero Rajoy no daba su brazo a torcer, pese a que la prima estuviera en valores mucho más elevados que los que llevaron al rescate de Grecia, Irlanda o Portugal. Mientras tanto los capitales huían aceleradamente del país. La situación era crítica. O España pedía el rescate o el euro desaparecería. Numerosas publicaciones se preguntaban entonces por las consecuencias de una posible salida de la moneda única. El 24 de julio la prima de riesgo alcanzaba un nuevo máximo histórico con 638 puntos básicos. El Ibex35 se desplomaba perdiendo los 6.000 puntos. La CNMV prohibía las posiciones cortas. El gobierno, en un intento por calmar a los mercados, aprobaba un techo de gasto muy restrictivo para los próximos presupuestos. El 25 de julio Artur Mas echa más leña al fuego. Solicita el rescate para Cataluña, puesto que necesitaban 5.700 millones de euros para llegar a fin de año. Y es entonces cuando el 26 de julio Draghi acaba con la crisis del euro diciendo en rueda de prensa “Haré lo que haya que hacer [para evitar que se rompa el euro], y créanme, será suficiente“. El Dios de los mercados había hablado. El inmenso poder de los bancos centrales quedaba en evidencia. El euro se había salvado. Rajoy se había salvado. España se había “salvado” también, y tendría tiempo para cavar su tumba más profundamente. En conclusión, desde marzo hasta julio de 2012, España sufrió un chantaje por parte de Merkel para que los contribuyentes españoles se hicieran cargo de las deudas de la banca con el exterior. Los alemanes no solo han conseguido cobrarse el dinero prestado a Bankia, sino buena parte del dinero prestado a las demás entidades con problemas (con la inestimable colaboración del FMI y su 'stress test'). A la postre, el Estado no ha conseguido librarse de la responsabilidad del rescate a la banca. El 19 de octubre de 2012, al término del consejo europeo, Merkel zanjaba el asunto aclarando que el rescate directo no era más que una mera “posibilidad” para el caso de España. Rajoy acusaba a su homóloga alemana de no cumplir los pactos firmados. Si la banca no devuelve el dinero, cosa probable, a cada contribuyente le corresponderá una factura de 2.800 €. Mientras tanto, este dinero es un crédito a soportar por cada cotizante que se suma a los 50.000 € que nos corresponden a cada uno por el monto total de la deuda pública (por si alguien pensaba que no estaba endeudado). Con este relato quiero poner de manifiesto que estamos a la merced de nuestros acreedores, en esencia Alemania. Ellos manejan el calendario y la presión de los mercados. Esto es así porque son Angela Merkel y el Consitucional alemán quienes tienen que autorizar al BCE a seguir prácticas que son contrarias a sus estatutos, pero indispensables para prolongar la vida del euro. Texto: Gabriel Asuar Coupé. Recomendamos el audio: 'El día que España se asomó al abismo', en este mismo Blog, en la sección: 'Te puede interesar'.
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