15 sept 2015

Siria, Rusia y la paz

Los rusos ya están en Siria, y han construido una base con todo su mejor armamento en el puerto de Latakia (ver mapa).

De la noche a la mañana, y como adelantó Benjamin Fulford, la situación en Oriente Medio ha dado un giro de 180 grados. De momento Israel va a tener francamente difícil volver a atacar Siria por aire porque los radares rusos los detectarán y los sistemas de misiles S-300 derribarán sus aviones como si de un juego de niños se tratara. Líbano puede también respirar tranquilo porque los israelitas pueden encontrarse con una desagradable sorpresa a poco que los rusos “se calienten”. Pero hay más. Aunque siguen negándolo, lo cierto es que cada vez hay más rumores de que los rusos han desplegado tropas y tanques, lo que nos llevaría a una ofensiva por tierra (combinada con su modernísima fuerza aérea) que puede acabar con Al Qaeda/Estado Islámico en mucho menos tiempo del que nos pensamos. Una combinación del ejército regular sirio más los peshmergas kurdos, Hezbollah, el ejército iraní y el ruso barrerá a esos locos, por muchas fuerzas especiales occidentales que les apoyen. Otro tanto para Irak. Dentro de unos meses se marchan las últimas fuerzas estadounidenses de la zona (dentro de su programa de desmovilización), lo que bien podrían aprovechar los chiítas iraquíes para pedir ayuda al “hermano ruso”. De momento, y contraviniendo las órdenes de Obama y la OTAN, el gobierno iraquí está permitiendo que los rusos sobrevuelen su espacio aéreo para llevar ayuda a Siria, lo que deja la puerta abierta a que los aviones rusos hagan lo propio en Irak y pongan orden desde el cielo. Hace falta recordar la película “Avatar” para darse cuenta de que quien domina el espacio aéreo, domina la guerra, y si no que se lo digan a Gadafi. El único problema serio es Turquía; espero que Erdogan no sea tan loco como para plantarle cara a Putin pero de la cordura de ese hombre hay serias dudas. Así pues, y ante el silencio de los países más decisivos de la OTAN (salvo una tímida respuesta de Cameron, al que le ha salido un laborista antiimperialista que podría derrocarle), Rusia, como cabeza del BRICS, podría tomar el mando militar -y político- del Planeta. De momento, su canciller, Lavrov, ya ha anunciado que va a proponer ¡la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU! para dar entrada a otras civilizaciones, como la africana, la India o Latinoamérica (Brasil), lo que, de una tacada, acabaría con el gobierno sionista del Planeta porque ya no tendrían mayoría (Francia, Estados Unidos, Reino Unido) ni derecho de veto como hasta ahora. Esta semana comienza una Asamblea General de las Naciones Unidas que promete ser apasionante. La reciente aprobación de la reestructuración de la deuda soberana (aprobada con 134 votos a favor) anuncia la rebelión esperada. Ver entrevista al Presidente sirio.  Ver: La amenaza iraní por Noam Chomsky

4 sept 2015

ONGs y no tan ONGs

Desde los años 1980 las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) se expandieron por todo el mundo abriendo un importante espacio político, cultural y socio económico, prácticamente en cada rincón del planeta. Se calcula que actualmente hay más de 10 millones de ONG en el planeta. En la India, por ejemplo, hay una ONG para cada 600 personas.
Para lograr esto, los medios de comunicación globalizados destacan día a día su rol en la educación, la lucha contra la pobreza y el analfabetismo, la protección del medio ambiente, la promoción de libertades civiles, protección de los derechos humanos etc., pero ocultan su lado oscuro. 

Hay aproximadamente unas 40.000 ONG subvencionadas por los gobiernos norteamericanos y europeos y que fueron creadas con el fin específico de ser instrumentos de los globalizadores de Washington y Bruselas. La idea de crear organizaciones no gubernamentales que podrían ser utilizadas por los servicios de inteligencia para la creación de las redes sociales en África, Asia y América Latina con el propósito de promover los intereses norteamericanos, surgió inicialmente al final de los años cuarenta. Sin embargo, este proyecto demoró casi una década y recién fue puesto en marcha en 1961 impulsado por el triunfo de la revolución cubana en 1959, cuando por una orden ejecutiva fue creada la Agencia de EEUU para el Desarrollo (USAID). Su propósito oficial fue reforzar la política exterior norteamericana cooperando con los países receptores de la ayuda en áreas económica, agrícola, sanitaria, política y humanitaria.
En 1972 el profesor norteamericano William A. Douglas elaboró una idea más compleja del prototipo de una futura ONG en su libro “Developing Democracy”. Según el estudioso, la gente en Asia, África y Latinoamérica eran como unos “niños” que necesitaban para su desarrollo, en términos norteamericanos, “una tutela, reglamentación y el control del gobierno de EEUU”. Posteriormente este concepto abarcó todo el planeta, incluyendo al pueblo norteamericano. Para Douglas, el proceso de transformación global no podría ser realizado a través de los gobiernos, se necesitaba crear organizaciones de base en cada lugar del planeta bajo el control de unas agencias especializadas estadounidenses. Estas organizaciones de base tomaron en los años 1980 la forma de las Organizaciones No Gubernamentales que fueron incorporadas como instrumentos vitales del “Proyecto Democracia” para fortalecer la globalización neoliberal del mundo entero bajo la tutela de Washington.
Para cumplir con su tarea las ONG bajo el control del departamento de Estado tenían que desestabilizar los gobiernos no afines a la política norteamericana a través de un trabajo sutil, encubriendo sus propósitos subversivos con unos programas reales como la lucha contra la pobreza extrema. A la vez, fue precisamente USAID que envió al famoso especialista norteamericano en tortura Dan Mitrione a Brasil 1960-1967, República Dominicana -1965- y a Uruguay en 1969-1970. También la USAID participó activamente en todos los golpes de Estado e intentos de golpes que tuvieron lugar en África, Asia y Latinoamérica desde 1961 hasta ahora, en estrecha colaboración con la CIA, DIA (Servicio de Inteligencia Militar), el FBI, la DEA, la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) etc. Mientras existía la Unión Soviética y el campo socialista, USAID junto con otras ONG, como la Fundación Nacional para la Democracia (NED) hicieron todo lo posible para contener la influencia ideológica de la URSS siendo misioneros ideológicos y operativos del imperio durante la Guerra Fría. Las revelaciones sobre la participación de la CIA y su organización encubierta USAID en el asesinato de Patricio Lumumba en Congo, en la muerte de Salvador Allende en Chile y cientos de atentados contra Fidel Castro obligaron al gobierno norteamericano a crear la NED en 1983. El presidente Ronald Reagan anunció entonces que “este programa no actuará detrás de la sombra. Va ser visible y al mismo tiempo consistente con los intereses nacionales de EEUU.
Su creador, el profesor de Georgetown University, Allen Weinstein fue más específico cuando en 1991 durante una entrevista declaró: “la gran cantidad de tareas que cumplimos hoy día fueron 25 atrás la responsabilidad de la CIA”. Unos años antes, en 1986 el primer director de la NED, Carl Gershman reconoció que su organización era una fachada de la CIA.
En la Declaración de Principios firmada por sus líderes neoconservadores, Elliot Abrams (envuelto en el escándalo Iran Contragate), Francis Fukuyama (autor del Final de la Historia), Zalmay Khalilzad (ex embajador de EEUU en Irak y Afganistán) y Win Weber (uno de los autores republicanos del Proyecto del Nuevo Siglo Norteamericano), se afirma que “tenemos que aceptar la responsabilidad de asumir el único rol en la preservación y extensión del orden internacional amigable a nuestra seguridad, prosperidad y a nuestros principios”.
Para cumplir con esta tarea tanto la NED junto con sus cuatro organizaciones: Free Trade Union Institute, Centre for International Private Enterprise, the National Republican Institute for International Affairs, the National Democratic Institute for International Affairs y su subordinada ONG Freedom House en coordinación con la USAID se dedican oficialmente a financiar y canalizar las fuerzas de las principales organizaciones de la sociedad civil en casi 100 países del mundo. Para esto tienen un fuerte presupuesto: para el año fiscal 2016 la USAID dispone de 22,3 mil millones de dólares y la NED tiene a su disposición 170 millones. Con este dinero no sería difícil crear las ONG afines a los intereses norteamericanos utilizando las organizaciones de base. Esto explica porqué los indígenas misquitos de Nicaragua se convirtieron en los colaboradores de los contrarrevolucionarios y de la CIA durante la revolución sandinista. También aclara la reciente marcha indígena contra el gobierno de Rafael Correa después que el presidente de Ecuador cuestionó la labor de 31 ONG en la Amazonía con un presupuesto de 56,2 millones de dólares provenientes de la NED, USAID y varias otras ONG extranjeras, esencialmente norteamericanas. Los indígenas de la región amazónica marcharon 700 kilómetros para protestar violentamente contra una posible futura reelección de Rafael Correa.
Una de las tareas de las ONG afines a los intereses de los globalizadores es formar miles de disidentes en los países que no siguen el rumbo norteamericano e influir en las elecciones presidenciales, legislativas, municipales en aquellas naciones. Según los cálculos del departamento de Estado, en cada país que no está de acuerdo con la política norteamericana hay no menos de un 10 por ciento de la población que apoya a Norteamérica y puede formar una quinta columna para desestabilizar el gobierno en los países como Rusia, China, Cuba, Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Armenia, Bielorrusia, Tayikistán, Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán o Egipto.
Entonces la cuestión es organizar y financiar a los potenciales descontentos y lavarles el cerebro a través de los medios de comunicación. Así sucedió en Polonia en 1989 cuando la NED en colaboración con el Vaticano entregó al movimiento Solidaridad 2,5 millones de dólares con la condición de promover la candidatura de su líder pro norteamericano Lech Walesa a la presidencia. Posteriormente la NED y USAID financiaron tales organizaciones como “OTPOR” en Serbia, “KHMARA” en Georgia, “PORA” en Ucrania, “KELKER” en Kirguistán, “ZUBR” en Bielorrusia. Después promovieron la “revolución de rosas” en Georgia, la “revolución de tulipanes” en Kirguistán, la “revolución naranja” y posteriormente “Maidan” en Ucrania, intentaron sin resultado una revolución en Armenia bajo la consigna “Ereván Eléctrico” y también fracasaron hace poco en Hong Kong tratando de instigar la “revolución de paraguas”.
Los líderes de oposición en América Latina, como Henrique Capriles y Leopoldo López en Venezuela, Mauricio Rodas en Ecuador, Aecio Neves en Brasil son creaciones de la NED y los eslabones de la derecha nacional en su lucha contra los gobiernos progresistas legítimamente elegidos. Su agenda principal consiste en desestabilizar estos gobiernos para retornar sus países al “patio trasero” norteamericano. Todos ellos tienen estrechos contactos con el ex presidente colombiano Álvaro Uribe y con los sectores de ultra derecha latinoamericana.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo los países de nuestro planeta cada vez más adquieren la conciencia y se dan cuenta de los propósitos de la USAID, de la NED y de sus ONG subsidiarias y toman las medidas correspondientes. Ya son tres países del grupo BRICS: Rusia, China e India que promulgaron la Ley de Registro de Agentes Extranjeros respecto a las ONG que reciben los fondos del extranjero. Es en realidad la misma ley que usa EEUU desde 1938, pero su uso en otros países produjo indignación y rechazo en Washington cuyos dirigentes anunciaron el fin de la democracia en China y Rusia. Lo que al mismo tiempo no quieren reconocer los actuales líderes norteamericanos, tanto neoliberales como los neoconservadores es que su propio país ya dejó de representar una democracia sino se convirtió en un estado autoritario que cada vez más se inclina hacia el totalitarismo. En un reciente artículo publicado por Counterpunch el estudioso norteamericano Henry A. Giroux escribió que “los tiempos oscuros no nos están esperando en el futuro, sino ya están presentes pero esto no significa que se quedarán para siempre”. Texto Vicky Peláez. Ver también: Banco de alimentos

La amenaza iraní (Parte II de II)

Ningún analista serio cree que Irán pueda alguna vez utilizar, o incluso amenazar con utilizar, un arma nuclear en caso de que la tuviera, y así enfrentarse a la destrucción instantánea. Sin embargo, sí que existe una preocupación real de que un arma nuclear pueda caer en manos de los yihadistas, y no gracias a Irán, sino a través de Pakistán, país aliado de los Estados Unidos. En la revista del Instituto Real de Asuntos Internacionales, dos destacados científicos nucleares paquistaníes, Pervez Hoodbhoy y Zia Mian, escribieron que el aumento del temor a que "los militantes incauten armas o materiales nucleares y desaten el terrorismo nuclear [ha originado]...la creación de una fuerza que cuenta con más de 20.000 soldados para proteger las instalaciones nucleares. No obstante, no existen razones para suponer que esta fuerza sea inmune a los problemas asociados con las unidades que custodiaban las instalaciones militares regulares", las cuales han sufrido con frecuencia ataques con la "ayuda de un infiltrado". En resumen, el problema es real, y solo ha sido desplazado a Irán gracias a las fantasías inventadas por otros motivos.
Irán rodeado de bases militares USA
Otra de las preocupaciones sobre la amenaza iraní es su papel como "principal apoyo mundial del terrorismo", que principalmente se refiere a su apoyo a Hezbolá y a Hamás. Estos dos movimientos surgieron de la resistencia a la violencia y a la agresión israelí respaldada por Estados Unidos, que supera infinitamente cualquier cosa atribuida a estos villanos, por no hablar de la práctica habitual de la potencia hegemónica, cuya campaña mundial de asesinatos mediante drones es el mejor ejemplo (y ayuda a fomentar) el terrorismo internacional.
Esos dos villanos, clientes de Irán también, comparten el delito de ganar el voto popular en las únicas elecciones libres del mundo árabe. Hezbolá es culpable de un delito aún más atroz: obligar a Israel a retirar su ocupación del sur de Líbano, que se llevó a cabo en violación de las órdenes del Consejo de Seguridad de la ONU que datan de décadas atrás y que implicaba un régimen ilegal de terror y a veces de extrema violencia. Da igual lo que pienses de Hezbolá, Hamás u otros beneficiarios del apoyo iraní, Irán apenas ocupa un lugar destacado en el apoyo al terrorismo mundial.

Impulsando la inestabilidad

Otra preocupación, expresada en la ONU por la embajadora de Estados Unidos Samantha Power es la "inestabilidad que Irán alimenta más allá de su programa nuclear". Declaró que los EE.UU. seguirán examinando este mal comportamiento. De esta manera, se hacía eco de la declaración que el secretario de Defensa Ashton Carter hizo cuando estuvo en la frontera norte de Israel, en la cual afirmaba que "los EEUU van a seguir ayudando a Israel a contrarrestar la influencia maligna que Irán ejerce" al apoyar a Hezbolá, y que se reservan el derecho a utilizar la fuerza militar contra Irán cuando lo consideren apropiado.
La forma en la que Irán "impulsa la inestabilidad" puede ser considerada especialmente dramática en Irak donde, entre otros delitos, Irán acudió en auxilio de los kurdos que se defendían de la invasión de los militantes del Estado Islámico, o construyó una planta eléctrica de 2.500 millones de dólares en la ciudad portuaria sureña de Basora para intentar que sus habitantes tuvieran el mismo nivel de energía eléctrica que antes de la invasión, en 2003. Sin embargo, lo que no comenta la embajadora Power es que gracias a aquella invasión, cientos de miles de personas murieron y se generaron millones de refugiados, se cometieron actos de tortura bárbaros (los iraquíes compararon la destrucción con la invasión de Mongolia del siglo XIII) abandonando Irak, el país más infeliz del mundo según las encuestas de WIN/Gallup. Mientras tanto, el conflicto sectario se encendió, dividiendo la región en pedazos y sentando las bases para la creación de la monstruosidad que es el EI. Y a todo esto le llaman "estabilización".
Pero a pesar de todo, son solo las acciones vergonzosas de Irán las "impulsan la inestabilidad". Este discurso en ocasiones llega a alcanzar niveles casi surrealistas, como cuando el comentarista liberal James Chance, ex editor de Foreign Affairs, explicó que los Estados Unidos trataban de "desestabilizar a un Gobierno marxista libremente elegido en Chile porque estaban decididos a buscar la estabilidad" bajo la dictadura de Pinochet.
Otros están indignados porque creen que Washington ni siquiera debería negociar con un régimen tan "despreciable" como Irán, con su horrible historial de derechos humanos, y en su lugar nos instan a perseguir "una alianza entre Israel y los Estados sunitas patrocinada por Estados Unidos". Eso escribe Leon Wieseltier, editor colaborador de la venerable revista liberal The Atlantic, que a duras penas puede ocultar su odio visceral hacia todas las cosas iraníes. Con semblante serio, este respetado intelectual liberal recomienda que Arabia Saudí, la cual hace que Irán parezca un paraíso, e Israel, con sus atroces delitos en Gaza y en otros lugares, deberían aliarse para enseñar a ese país lo que es el buen comportamiento. Quizá la recomendación no sea del todo descabellada si tenemos en cuenta el historial de derechos humanos de los regímenes que Estados Unidos ha impuesto y apoyado en todo el mundo.
Si bien el Gobierno iraní es sin duda una amenaza para su propio pueblo, lamentablemente no hay registros en este aspecto, al menos no descendiendo al nivel de los aliados preferidos de E.UU. Eso, no obstante, parece no preocupar a Washington, ni por supuesto, a Tel Aviv o Riad.
También podría ser útil recordar, seguro que los iraníes lo hacen, que desde 1953 no pasa un día sin que los EEUU hagan daño a los iraníes. Después de todo, en cuanto ellos derrocaron al odiado régimen de sha, impuesto por los Estados Unidos, en 1979 Washington declaró su apoyo al líder iraquí Saddam Hussein, que en 1980 lanzó un mortífero ataque en su país. El presidente Reagan fue tan lejos en ese apoyo que llegó a negar el principal delito de Saddam, su ataque de guerra química a la población kurda de Irak, de la que en su lugar culpó a Irán. Cuando Saddam fue juzgado por crímenes bajo los auspicios de Estados Unidos, ese crimen, y otros en los que los EEUU también eran cómplices, fue excluido de los cargos, que fueron restringidos a uno de sus delitos menores, el asesinato de 148 chiitas en 1982, que en realidad era una nota de pie de página de su macabro historial.
Saddam era un amigo de Washington tan valioso que incluso le concedieron un privilegio que antes solo había sido concedido a Israel. En 1987 se le permitió a sus fuerzas atacar con total impunidad a un buque de la marina estadounidense, el USS Stark, matando a 37 tripulantes. (Israel había actuado de manera similar en su ataque de 1967 sobre el USS Liberty). Irán prácticamente reconoció su derrota poco después, cuando los EEUU lanzaron la Operación Mantis Religiosa contra los buques iraníes y las plataformas petroleras en aguas territoriales iraníes. Esa operación culminó cuando el USS Vincennes, sin ninguna amenaza creíble, derribó un avión civil en el espacio aéreo iraní, que provocó la muerte de 290 personas, y la posterior concesión de la distinción Legión del Mérito al comandante del Vincennes por su "conducta excepcionalmente meritoria" y por mantener un "ambiente tranquilo y profesional" durante el periodo en el que el ataque contra el avión tuvo lugar. En referencia a este acontecimiento, el filósofo Thill Raghu, afirma que "¡solo podemos maravillarnos de semejante muestra de excepcionalismo americano!".
Después de que la guerra terminara, los EEUU continuaron apoyando a Saddam Hussein, el principal enemigo de Irán. El presidente George H. W. Bush incluso invitó a ingenieros nucleares iraquíes a los EEUU para recibir una formación avanzada en la producción de armas, una amenaza extremadamente grave para Irán. Las sanciones contra ese país se intensificaron, incluso contra las empresas extranjeras que tenían relaciones comerciales con ellos, y se iniciaron acciones para bloquear sus actividades en el sistema financiero internacional.
En los últimos años, la hostilidad se ha extendido hasta el sabotaje, el asesinato de científicos nucleares (presumiblemente por Israel), y la ciberguerra proclamada abiertamente con orgullo. El Pentágono considera la ciberguerra un acto de guerra, lo que justifica una respuesta militar, al igual que la OTAN, que en septiembre de 2014 afirmó que los ataques cibernéticos pueden desencadenar las obligaciones de defensa colectiva de las potencias de la OTAN, cuando somos el blanco y no los autores.

"El principal estado paria"

Es justo añadir que ha habido interrupciones de este patrón. El presidente George W. Bush, por ejemplo, ofreció varios regalos significativos a Irán, destruyendo a sus principales enemigos, Saddam Hussein y los talibanes. Él incluso puso a los enemigos iraquíes de Irán bajo su influencia después de la derrota de Estados Unidos, que fue tan grave que Washington tuvo que abandonar sus objetivos declarados oficialmente de establecer bases militares permanentes (" campos permanentes") y asegurar que las empresas estadounidenses tuvieran acceso privilegiado a los inmensos recursos de petróleo de Irak.
¿Tienen los líderes iraníes la intención de desarrollar armas nucleares hoy en día? Podemos decidir por nosotros mismos cómo de creíbles son sus negaciones, pero no cabe duda de que tenían tales intenciones en el pasado. A fin de cuentas, la máxima autoridad afirmó públicamente y comunicó a los periodistas extranjeros que Irán desarrollaría armas nucleares "definitivamente, y antes de lo que se pensaba". El padre del programa de energía nuclear de Irán y ex director de la Organización de Energía Atómica de Irán estaba seguro de que el plan de la directiva era "construir una bomba nuclear". La CIA también informó de que no tenía "ninguna duda" de que Irán desarrollaría armas nucleares si sus países vecinos lo hacían (como lo han hecho).
Todo esto, por supuesto, durante el Gobierno del sha, la "máxima autoridad" que acabamos de citar y en una época en la que los altos funcionarios estadounidenses (Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Henry Kissinger, entre otros) le instaban a seguir con sus programas nucleares y presionaban a las universidades para que se adaptaran a estos esfuerzos. Bajo tales presiones, mi propia universidad, el MIT, llegó a un acuerdo con el Sha para admitir estudiantes iraníes en el programa de ingeniería nuclear a cambio de las becas que él ofrecía, con fuertes objeciones de los estudiantes pero con un comparable apoyo docente (en una reunión que sin ninguna duda recordaran bien los profesores más antiguos). Cuando más tarde le preguntaron a Kissinger por qué apoyaba esos programas del Sha pero se opuso a ellos más recientemente, él respondió honestamente que entonces Irán era un aliado.
Dejando de lado los absurdos, ¿cuál es la verdadera amenaza de Irán que inspira tanto miedo y furia? Un lugar natural al que acudir en busca de una respuesta es el servicio de inteligencia estadounidense. Recordemos su análisis que dice que Irán no representa ninguna amenaza militar, que sus doctrinas estratégicas son defensivas, y que sus programas nucleares (por lo que se puede determinar, no tienen como objeto de desarrollar bombas) son "una parte central de su estrategia de disuasión".
¿Quién, entonces, estaría preocupado por una disuasión iraní? La respuesta es simple: los Estados parias que arrasan en la región y no quieren tolerar ningún impedimento para su adicción de la agresión y la violencia. En este sentido, los Estados Unidos están a la cabeza, con Israel y Arabia Saudí haciendo todo lo posible para unirse al club con su invasión a Baréin (para apoyar la destrucción del movimiento de reforma que está cobrando importancia allí) y ahora su ataque homicida en Yemen, acelerando una creciente catástrofe humanitaria en ese país.
Para los Estados Unidos, la caracterización es familiar. Hace quince años, el destacado analista político Samuel Huntington, profesor de Ciencias de Gobierno en Harvard, advirtió en la revista Foreign Affairs que para la mayor parte del mundo los Estados Unidos se "estaban convirtiendo en la superpotencia paria...la mayor amenaza externa para sus sociedades". Poco después, sus palabras fueron repetidas por Robert Jervis, presidente de la Asociación Americana de Ciencias Políticas: "A los ojos de gran parte del mundo, el principal Estado paria es Estados Unidos". Como ya hemos visto, la opinión mundial apoya esta visión por un margen considerable.
Por otra parte, los estadounidenses están orgullosos de su actuación. Eso es lo que muestra la insistencia de la clase política de los EEUU, que se reserva el derecho a recurrir a la fuerza si determina unilateralmente que Irán está violando algún compromiso. Esta política es de hace ya un tiempo, especialmente para los demócratas liberales, y no se limita a Irán. La doctrina Clinton, por ejemplo, confirmó que los Estados Unidos tenían derecho a recurrir al "uso unilateral del poder militar" incluso para garantizar "el acceso sin restricciones a los mercados clave, fuentes de energía, y recursos estratégicos", por no hablar de la supuesta "seguridad" o por "cuestiones humanitarias". La adhesión a diversas versiones de esta doctrina ha sido confirmada en la práctica, como demuestra la realidad.
Estos son algunos de los asuntos críticos que deberían ser el foco de atención en el análisis del acuerdo nuclear de Viena, tanto si sigue vigente o si es saboteado por el Congreso, como puede que ocurra. Texto: Noam Chomsky. Ver: Parte I