4 ago 2014

Apadrina un valenciano. La Comunitat sin nombre

Símbolos. Ni "País Valencià", ni "Regne de València" ni siquiera "Comunitat Valenciana". La guerra de símbolos ha tenido un epílogo inesperado: el territorio fundado por Jaume I ha acabado llamándose "la Comunitat", a secas. En los comunicados oficiales de la Generalitat, "la Comunitat" vence a la "Comunitat Valenciana". 

Paco Cerdà cita a la Biblia: "Al principio era el verbo y el verbo estaba en Dios, y el verbo era Dios". En la patria de Jaume I, al principio era el sustantivo, Valencia, y el sustantivo iba seguido del Reino, y todo junto designaba al territorio común de los valencianos. Pero llegó la batalla de símbolos de la transición y el sustantivo quedó rebajado a adjetivo: de Valencia a Valenciana, con la descafeinada Comunitat por delante. El gentilicio era degradado. Ahora, como si de un epílogo soterrado de aquella ''Batalla de Valencia'' se tratase, la práctica habitual ha desterrado cualquier referencia a Valencia del nombre más usual de nuestro territorio. Ahora es "la Comunitat". Al menos, así lo usa la Generalitat de forma mayoritaria en sus comunicados oficiales, según refleja un análisis pormenorizado de sus últimas notas. ¿Tiene importancia este cambio no oficial bendecido por la política de hechos consumados? El sociólogo Vicent Flor, autor de una tesis sobre el anticatalanismo en la Comunitat Valenciana cree que sí y lo atribuye a una estrategia doble. Por un lado, desvalencianizar a la población. Por otro, congraciarse electoralmente con los sectores de Alicante y Castelló sin conciencia valencianista y molestos con la denominación global de "valenciano". Porque ésta es la única autonomía pluriprovincial que tiene una provincia que se llama igual que el conjunto del territorio autonómico.  El término "la Comunitat" "una gota malaya que ahonda en el extrañamiento que la propia sociedad valenciana tiene de su cultura y sus tradiciones". Decir 'la Comunitat', pues, es un paso más allá en este sentido. Además, es un paso lógico en la estrategia antivalencianista disfrazada de anticatalanismo que usa, precisamente, la institución encargada de promover activamente el sentimiento autonomista". Los datos respaldan la tesis desafectiva que denuncia Flor. El CIS pone de relieve que un 18,3% de valencianos preferiría que España fuese "un Estado con un único Gobierno central sin autonomías". Este nivel de centralismo uniformizante sólo es superado por Aragón, Castilla y León, y Madrid. Además, los valencianos son los terceros con mayor sentimiento de españolidad sin referente territorial ni cultural. En este contexto no extraña el proceso onomástico que ha experimentado el territorio conquistado hace casi 800 años por Jaume I. El sociólogo Rafael Castelló, también profesor de la Universitat de València, lo explica: "El referente identitario es territorial y cultural. En el nombre, el Estatut anuló la reivindicación territorial del colectivo al descartar el término de 'País' o 'Regne' y elegir el de 'Comunitat', que se refiere a un grupo de personas sin espacio territorial. Por ejemplo, comunidad negra o comunidad gitana. Ahora, si quitas el referente cultural del nombre, que nos lo daba el adjetivo de 'Valenciana', ya no queda nada. Hemos desaparecido como colectivo nacional con aspiraciones territoriales y ahora estamos desapareciendo como colectivo diferenciado", asegura Castelló. En esta misma línea profundiza Rafael Company, ex director del MUVIM y coautor del 'Document 88 valencianista'. "La Generalitat, que también ha perdido el gentilicio de forma oficial en el Estatut, ha acabado siendo una autonomía administrativa con poco aparato sentimental". A juicio de Rafael Company, "la pérdida del gentilicio en el nombre del territorio, más que una estrategia deliberada de la Generalitat, es el efecto de una inercia de vaciado valencianista que se ha producido sin oposición de la ciudadanía. Porque a algunos les molesta la palabra Valencia, y a otros no les hace falta". Y así, en la práctica, se ha mutilado la denominación oficial de una "Comunitat" que empieza a no tener nombre. Texto publicado en Levante-EMV,  9 de Octubre de 2010. Desconozco el autor.

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